Carmen Lyra

74 EOS EOS 75 nía que le despertaban las debilidades y la vanidad de los hombres. Esta costumbre la maltrataba» dice él en sus «Cartas íntimas. y yo la sacrifique a ella poco a poco. Ahora comprendo que tenía razón. Los buenos deben ser sencillamente buenos; cualquier punta de ironía, implica un resto de vanidad y desafío personal. El recuerdo del abuelo y de Pe.
dro Renán su tío, resalta conmovedor en este relato sencillo: el primero se mostró patriota ardiente cuando estalló la Revolución, pero no quiso comprar bienes nacionales porque resultaban mal adquiridos; su tío era un vagabundo que frecuentaba las tabernas y leía el Quijote y el Gil Blas a la gente del pueblo y a los marineros. Renán descendia de una raza de marineros, entre los cuales los hubo que empleaban a menudo las fuertes sumas ganadas trabajando sobre las olas, con peligro de su vida, en una diversión admirable por su crueldad y su desinterés. Hacían calentar escudos en una sartén, luego los arrojaban a la calle y reían ante el alboroto que levantaban los esfuerzos de la canalla por apoderarse de ellos. El acento toma en mi imaginación, inflexiones dulces. Es que Renán habla de «La Pequeña Noemi. que murió porque era muy bella. No comprendía sino vagamente, sin embargo entreveia ya que la belleza es un don de tal manera superior, que el talento, el genio, la virtud misma no son nada a su lado, de suerte que la mujer verdaderamente bella, tiene el derecho de desdeñarlo todo, pues que reúne, no en una obra fuera de ella, sino en su persona misma, como en un vaso mirrino, todo lo que el genio mediante fatigosa reflexión esboza con rasgos débiles. Su memoria evoea luego a la niña que parecía estar celosa de Noemi, menos bella que ésta, y a la que él, aunque menos amada, buscaba con más asiduidad porque la veía triste. Me figuraba vagamente que la mujer que no es muy linda, es desgraciada y debe devorarse interiormente, como si hubiese errado su destino. La voz del viejo pensador se aleja. pero todavía escucho sus palabras. El menor acto de virtud, el menor grano de talento, me parecen infinitamente superiores a todas las riquezas, a todos los éxitos del mundo. Pero como tengo un espíritu justo, veo al mismo tiempo que el ideal y la realidad no hacen nada juntos; que el mundo, hasta nueva orden, está dedicado sin apelación, a lo bajo, a lo mediocre; que la causa que atrae a las almas bien nacidas, está segura de ser vencida; que lo verdadero en poesía, en literatura, a los ojos de las gentes refinadas, es siempre falso en el mundo grosero de los hechos cumplidos. En realidad, no amo sino los caracteres de un idealismo absoluto, mártires, héroes, utopistas, amigos de lo imposible. la voz se pierde entre el murmullo de un sollozo que viene de la Francia tan querida, y tan lejana. y tan triste!
CARMEN LIRA EGÚN relata Rudyard Kipling, después de su visita a las líneas de fuego de Francia, lo que caracteriza a las tropas de la República es el afecto Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.