376 EOS EOS 377 ayuden a comer su último escudo, y os respondera mentira!
Decidle que dentro de seis u ocho años se volverá él pérfido, hipócrita, egoista, frío especulador como todos; que tendrá que resolverse a ser explotado o explotador, victima o verdugo, y os replicará indignado pmentira! mentira!
Ese joven, con el corazón repleto de creencias, de ilusiones, de generosidad y de ternura; con la frente tersa como un trozo de mármol bruñido por un estatuario; con la mirada húmeda, brillante, entusiasmada; rico en tesoros fisicos y morales, ese joven es la verdadera criatura hecha a imagen de Dios: de los treinta para arriba el hombre deja de asemejarse a Dios para parecerse un poco al diablo.
Un estudiante no se contenta, como Rioja, con un libro y un amigo para ser dichoso: además del libro y del amigo necesita una querida, y bellos y resplandecientes castillos en España. Qué estudiante, por poca imaginación que tenga, se ha contentado nunca con un destino vulgar? Cada uno se cree llamado a ser un gran poeta, un gran capitán, un orador de la fuerza de Mirabeau, o un financiero removiendo millones. Nadie cuenta con que su lote en la vida será administrar una botilleria, vender lienzos al menudeo en una tienda, confeccionar pildoras en una botica, ser secretario de una alcaldia o maestro de escuela con veinticinco pesos mensuales.
El no vive casi en lo presente: se rie de las miserias actuales con esa confianza suprema que tiene en el porvenir.
Si en sus paseos al Salto o a Fusagasugá se le cansa algún endeble rocinante que importa, dice, algún día tendré caballos árabes!
Si su levita tiene rotos los codos, o sus botas están torcidas, o su camisa tiene un color indefinible, se consuela diciendo que esos son percances pasajeros, pues pronto se vestirá como un dandy parisiense.
Si alguna muchacha, al ver su embrollada vestimenta, lo mira con desdén, no se le da un bledo. Yo tendré un millón de pesos, exclama, y entonces todas se arrodillarán a mis pies.
Dos eran mis amigos más intimos. El uno, a quien llamaré Emilio, tenía, como yo, de diez y ocho a diez y nueve años. Sus cabellos ensortijados, de un dorado pálido, rodeaban, como una aureola, su frente pensativa, de una blancura de jazmin: tenia ojos azules y formas de redondez casi femenina. Al verlo se conocía que era una naturaleza noble y delicada, pero que carecia de fuerza y de energia para luchar con la vida.
El otro, que me permitiré llamar Pepe, era un mozo tremendo. Ojos negros, nariz de ave de rapiña, pelo y bigotes lisos y tiesos como las espinas de un cerdo salvaje, mirada atrevida, músculos de hierro: todo revelaba en él al hombre de acción, de combate y de fuerza.
Pepe había nacido rico; pero parientes de la escuela de Cain, teniendo por colaborador a su tutor, lo habian empobrecido hasta el punto de obligarlo la necesidad a buscar, en la edad en que todo hombre debe tener su situación formada, el estéril y efimero recurso de un grado académico. En la época en que lo doy a conocer a mis lectores tenia ya ventisiete años. Las desgracias de su juventud y las estafas de que habia sido víctima le habían inspirado un desprecio profundo por los hombres; y respeto a las mujeres profesaba las opinioses de un Bajá.
Epicuro era a sus ojos el primero de los filósofos, Lúculo un hombre comme il faut, y don Juan Tenorio un personaje a quien se debía canonizar. Era, además, volteriano, y siempre tenia pronto un sarcasmo para turbar nuestra confianza y empañar nuestras mis limpidas ilusiones.
Pepe era completamente positivo y un si es no es materialista. Prefería siempre una botella de vino y un buen roast beef a una melodia de Lamartine y a un canto de Byron. Aborrecia, pues, la literatura como Napoleon a los ideólogos.
Cuando veía a Emilio arrullado con sus ensueños de poeta se amansaba los mostachos y exclamaba. Sigue en esa lucrativa profesión de alinear frases.
Esto da compasión: el hombre ha nacido para la acción y no para pasar su vida haciendo renglones largos y renglones cortos. El dia que menos pienses llegará un grasiento usurero a tu boardilla, te hará reconocer ante un Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.