Civil War

EOS 277 REPRODUCCIÓN COMENTARIOS Recoger de la prensa diaria un escrito y reprodu cirlo en Eos. es señalada distinción, y si el ilustrado editor de la revista lo comenta, no sólo es distinción sino honra manifiesta para el autor, sea quien fuere, que sabrá agradecerla y en el caso presente la agradece como es debido así sea el comentario adverso a las ideas contenidas en tal escrito.
Publiqué en La Prensa Libre un artículo titulado Libre arbitrio, para llamar la atención de un notable orador de la Asamblea Constituyente que, faltando a la lógica, negó la libertad moral del hombre y mantuvo su responsabilidad. Libertad y responsabilidad, dije, son términos necesariamente encadenados. Quien dice hombre libre dice hombre responsable. Si el hombre es irresponsable, tan irracional es una pena como otra.
Ni negué ni afirmé la exactitud del principio; seña1é la contradicción en que incurría el orador negando la libertad y aceptando la responsabilidad, nada más.
Hubiérase tratado de discutir la tesis filosófica de la libertad de albedrío, y yo habría callado como un muerto. Por qué? Por mi incompetencia, confesada sin rubor, primero, porque no nos hubiéramos entendido, después, y por la inutilidad y perniciosos efectos de las discusiones públicas, sobre temas abstractos, por último. La primera razón es evidente, la segunda la tomo del comentario que me ocupa. Ah las palabras. Qué Babel. Cómo entendernos. y la tercera me la ha enseñado la experiencia. De la discusión salta la luz, se repitió hasta la saciedad. Yo vi saltar la ira, arrastrarse insidiosa la ironía, brotar la palabra dura, la contumelia y la calumnia, perderse las amistades, dividirse las familias, incendiarse la República con las llamaradas del odio que las discusiones encendieron, y llevarla a borde del abismo. Serenada la atmósfera, se hizo constar el número y el horror de los estragos causados por la guerra civil. Hubo muertos por millares; convencidos de error, ini uno! así durante casi un siglo! Completado éste, continúa la discusión del mismo idéntico tema. vuelvo al comentario en cuestión.
Pero el orador no sólo pecó contra la lógica sino contra la verdad de un hecho. Afirmó que el principio de la libertad de albedrío había sido muerto por la ciencia. Qué dije yo? Pero no es cierto que el principio de la libertad moral haya sido muerto por la ciencia.
No hay más que cerrar los oídos al interés del momento, para oir la voz de más de quinientos millones de cristianos, cuyas ideas, cuyas creencias, cuyas costumbres, cuyas instituciones, cuya vida entera está basada en ese principio moral. la afirmación de muerte de un principio, opuse el hecho indiscutible de la supervivencia del mismo. No afirmé ni negué la verdad del principio, sólo afirmé que no está muerto, que conEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.