90 EOS EOS 91 ma, ni su severa majestad, ni su contacto, nada le sorprendió sino su aliento de llama y de resinas. Seguramente, en otras ocasiones se le había aparecido com menos requilorios y con el aliento normal. Natural era, pues, que se sorprendiera de ese aliento de llama y de resinas, que debió ser así como un baho caliente y pegajoso. Si se habría vuelto tisico el fantasma! Tisico debía de estar, porque «En ese instante miré mancharse su velo traía velo con una gota de sangre. dice Brenes Mesén.
La cosa se complica. Una aparición, fantasma, espectro, espíritu qué se yo? que se llega a él (a Brenes Mesén. a paso de minué, posa una de sus manos en uno de sus hombros (de él. tiene el aliento caliente y pegajoso y echa sangre, bien puede ser alguno de los viejos espíritus que le curaron el materialismo, atacado de tuberculosis pulmonar.
Cuando yo era chiquito, quiero decir, niño, porque chiquito siempre me quedé, mi niñera pobre india.
guatemalteca me contaba historias de aparecidos; pero todos eran vaporosos, aéreos, intangibles y fríos como la muerte. Al aproximarse al favorecido con su visita, la luna se velaba, los perros aullaban, el ambiente se helaba de tal modo, que los dientes del infeliz castañeteaban de frío y de terror, y apenas si podía gañir el de parte de Dios todo poderoso. Nunca llegaban con tanta majestad, perendengues y zahumerios, ni con alientos calientes y resinosos, ni, mucho menos, echando sangre. Mi pobre niñera creía que los aparecidos carecen de las propiedades del cuerpo humano. India más bestia. Sentí como si repentinamente se hubiesen abierto más mis ojos y entreví bajo los blancos azahares, las espinas de naranjo hundiéndose en sus sienes, en su frente y en torno de su oscura cabellera. Por lo pronto, anoto que la corona era corona entera y no de azahar sino de azahares. de naranjo, por más señas, y también, antes de que lo olvide, que no se dice miré mancharse sino vi mancharse, porque mirar no es ver. No ha oído Brenes Mesén esta frase tan corriente: Quien más mira menos ve?
Brenes Mesén, que tenía los ojos abiertos, sintió como que se le abrían más y entrevió. Si en vez de abrir más los ojos, contrae los músculos de ellos, concentra la vista, hubiera visto mucho mejor. Hizo lo contrario, y apenas entrevió bajo los blancos azahares, las espinas de naranje hundiéndose solitas, sin esfuerzo ni ayuda de nadie, en sus sienes, en su frente y en torno de su oscura cabellera. Si las espinas estaban debajo de los azahares ¿cómo pudo entreverlas? y si sólo se hundieron en torno de su oscura cabellera, no debieron causarle gran mal en la parte media posterior del cráneo.
Ante semejante fenómeno, Brenes Mesén perdió el habla y «cerré mis ojos, dice, y la miré con más intensa claridad.
Esta sí es proeza de verdad: mirar con más intensa claridad. con los ojos cerrados.
se puede oler con las narices tapadas, mucho menos se puede olfatear. Si con los ojos cerrados no se puede ver, mucho menos se puede mirar. Entre ver y mirar hay la misma diferencia que entre voir y regarder, que entre to look y to see. Cómo es posible que nuestra mayor eminencia Si no Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.