56 655 66 APUNTES ve a su periosa. El «charlista» del radio no auditorio. No llega a sentirse espoleado por la exaltación oratoria, si no es a precio de un fuerte desgaste imaginativo. En cuanto a la paga que recibe ese «charlista. es bastante mediocre, según se expondrá en seguida. Todo me lleva, consecuentemente, a suponer que el escritor que se refugia en el radio, lo hace para abrirse una carrera nueva, para asegurarse caminos nuevos, para hacerse de un público nuevo, para aumentar sus recursos y, en todo caso, para expresarse en una forma nueva, para dar salida al demonio que todo escritor lleva consigo. El escritor que por naturaleza busca lo eterno, tiene ahora que contentarse con lo fugaz. El libro, el folleto, el documento fotográfico son frágiles, vulnerables, ciertamente; pero aun así, para nosotros, seres frágiles, vulnerables, representan cierta garantía de perennidad. El escritor nunca renunciará sin pena a editar, a fijar su obra, y a dejar una huella de su trabajo y de su pasión.
El radio no ha prescindido aún del texto: en el estado actual del problema, todavía requiere un manuscrito. El autor necesita llevar su pensamiento hasta las palabras. Un gran esfuerzo, sí; pero, al propio tiempo, una ventaja. Una gran ventaja, en medio del desorden de nuestra época. No creo equivocarme al asegurar que la mayoría de los escritores auténticos que hablan por radio, desean ver publicado su trabajo, darle,