APUNTES 463 zones del insomnio es, por desgracia, la propia ambición de triunfar que debería tomar en cuenta el sueño. Por regla general, el hombre ordinario, tranquilo, que se contenta con llenar el hueco que le tocó en el mundo, que no ambiciona poseer más de lo que tiene, duerme bien. Los pensamientos ambiciosos e inquietos no torturan su cerebro, ni lo desvelan largas horas de estudio; simplemente cumple su tarea y no vuelve a preocuparse por ella sino hasta el día siguiente.
El hombre que necesita un tratamiento médico para sus nervios es aquel que anhela realizar algo grande y que consagra a ese fin todas sus potencias corporales y mentales. sin embargo, al revolverse en el lecho, contando en vano un rebaño de ovejas o probando cualquier otro señuelo vulgar para conciliar el sueño, mientras oye sonar las horas, sabe que precisamente esta ansiedad está aniquilando sus oportunidades de éxito. menudo se ve tentado de pensar que el precio que paga por su ambición es exorbi.
tante, y se pregunta si no será mejor abandonarse al descanso. Si no fuera por su determinación de adelantarse a los demás, ya estaría durmiendo dulcemente.
No debe asombrarnos que se sienta así; pero en realidad la disyuntiva no se plantea necesariamente entre el sueño (o la salud) y el triunfo, sino entre la sensatez y la insensatez. Los hombres que se distinguen en el mundo no son ruinas