300 puntes de esto, la Academia me ha votado para pertenecer a ella; me ha dado una alternativa oficial que yo no he esperado nunca. No hay que decir que yo lo agradezco. No sé si podré ser útil o no dentro de la docta casa. En general, al escritor que no es retórico ni pomposo no se le toma en serio. Yo tampoco he tomado en serio a mucha gente.
Por ahora, en mi vida no he tenido más que dos éxitos. Uno a los veintiún años, cuando me dieron la plaza de médico, porque fui el único que me presenté, y ahora, cuarenta años después, que me han hecho académico. No es cosa rara que me sienta reconocido. He pasado muchos años sin tener la menor protección ni el menor apoyo, buscando con ahinco un recurso de mediano pasar sin encontrarlo.
Entre gentes de ideas afines a las mías no he hallado tampoco la menor simpatía. Al revés, hostilidad. Los amigos de mi barrio que han oido que me han nombrado académico en Madrid, en una Academia a la que pertenece el Presidente de la República, señor Alcalá Zamora, creen que mañana andaré con casaca y con espadin por la carretera. Yo les tranquilizo y les digo. Yo siempre seré un poco ciudadano del mundo y vecino del barrio de Alzate. e.