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ADELANTE San José, 21 de Julio de 1953 SAN JOSE. PEKIN (Crónica de un viaje a la Primavera de los pueblos)
Por ADOLFO HERRERA GARCIA ooo 11UN PAIS DE JOVENES Se nos anuncia que salimos para Moscú a la mañana siguiente. Yo entonces subo a mi habitación del Hotel Flora y desde la ventana contemplo las calles atravesadas de tranvías de color azul, siempre llenos de muchachas bonitas y de obreros alegres. Yo no sé qué se hacen los viejos. Pero aquí en Checoeslovaquia parece que solo gente joven anda en la calle. No se ven tipos como aquél caballero gordo del avión, sudo roso, mantecudo, senil, gastado. Ni tampoco se ve a ese señor de paraguas, con abrigo, para quien todo el niundo está encerrado en su billetera. Ni tampoco vemos a esa vieja ridícula, que se vuelve santulona en vista de que la biologia le impide ser pecadora. Las calles, los parques, las fábricas, los teatros, los museos, todo está lleno de jóvenes. esa juventud se impone en la dirección misma del país. Esta nación no está manejada por senadores valetudinarios ni por accionistas de truts. que hace años se despidieron de los buenos placeres de la vida, del amor, de la risa, de la benevolencia, de la felicidad para emocionarse ante un gesto noble, ante un amanecer, ante un cielo con estrellas, ante una pareja que camina de la mano, ante un chiqui llo que se chupa el dedo en la cuna. Aqui na hay dirigentes políticos gastados física y moralmente. Aqui la juventud imprime su alegría de vivir en todo. en la elaboración de películas geniales, de fábulas admirables, encomendadas a directores, artistas y fotógrafos sacados de las Universidades, de 20 años; en las fábricas, cuyos gerentes tienen 30 años a lo sumo; en el Gobierno, leno de ministros cuarentones, fuertes, alegres, ſencillos, con cara de muchachos; en los koljoses. surcados por tractores que manejan campesinos jóvenes, contabilizados por oficinistas que no tienen todavía bigote; en las calles, donde siempre irrumpe de pronto el grupo juvenil que canta y ríe, con una alegría que le corre por dentro, con la masa de la sangre, a pesar de que esta juventud es la más preocupada por el peligro de una guerra, cuyos horrores vivió no hace mucho tienpo. Este no es un país de viejos. Este país está er. primavera. esa primavera la vemos en la sonrisa del obrero fornido; en la mirada luminosa de esa colegiala; eil esos tos alegres de estudiantes; en esas casas donde se oyen cantar a los chiquillos; en esas cifras de su producción; en esa cosa simple y civilizada de darle a cada uno según su trabajo y no según sus medios de expuotación.
cú, impidiendo que cayera en su capital una sola bomba nazi; y ahora son los pilotos que hacen la ruta co mercial Praga. Moscú. Dos de ellos se ponen en el control de la nave. los otros dos, sacan un tablero ce ajedréz y se ponen a jugar.
Aquí no hay que hacer ninguna de las operaciones que se hacen en los aviones occidentales al emprender el vuelo: no hay que amarrarse ninguna faja a la cintura porque no se siente cuando los aviones soviéticos levantan el vuelo; no hay que apagar los cigarrillos en el momento de despegar de la pista, porque en los aviones soviéticos no hay peligro de cendio; ni vacíos ni bailoteos ni sacudeones, sino un suave deslizar que es igual en el aire que en la tierra.
Se siente una seguridad plena en estos aviones sovieticos. Por algo los yankis pagan miles de dólares por un avión soviético que se les entregue: quieren saber cual es el secreto de la superioridad aeronáutica de Rusia. Yo, volando en uno de estos aviones, sé ahora por experiencia propia que los rusos no mienten cuando afirman que su aviación es la mejor del mundo. comprendo que tampoco el senado yanki miente cuando dice que eso es cierto.
En este vuelo no va ninguna camarera, Atrás, en un estante van dos termos inmensos que parecen dos tarros de leche de 100 litros, dos termos rusos, lienos de té, y arriba de nosotros, en los maleteros, una caja grande como una valija, para cada pasajero, llena de sandwichs de carne, jamón y queso; de barras de chocolate, de peras, manzanas, uvas y un limón agrio grande como una toronja, sin semillas. Cuando uno quiere se levanta, abre el termo, se sirve el té en un vaso de cristal incrustado en una base de plata labrada. y se come un sadwich. si es que le cabe, porque son comu para dárselos a Joe Louis antes de una pelea. Los pilotos sonrien al verme con apetito, y con un gesto de la mano, diciendo algo que no entiendo pero que adivino, me invitan a tomar más té y a comer el otro sandwich. que es de jamón rosado, y suave.
Adelante de nosotros va un militar. Me llama la atención el hecho de que todos estos hombrazos soviéticos tienen cara de chiquillos. Este militar soviético tiene tal candor en el rostro, que uno se siente tentado a tenerle confianza. Yo abro un paquete de cigarrillos Ticos. y le ofrezco uno. Me vuelve a ver, se sonríe, lo toma y entoces me regala uno ruso. Lo encendemos y en silencio, porque ni yo sé ruso ni él sabe de donde soy yo, comenzamos a fumar. Es una especie de pipa de la paz de los pieles rojas. Yo examino el cigarrillo ruso.
El ha dicho papirusa. Le digo a Eduardo que cigarrillo en ruso se dice papirusa. y me vuelve a ver me cio escamado. Le estaré tomando el pelo? pero le, enseño el cigarrillo para que vea que ya hice conexiones soviéticas, y entonces sonrie. Qué tal es? me pregunta.
Yo le digo la verdad. Muy malos. Estos papirusas rusos saben a aia.
blos!
CONTINUARA. HACIA LA UNION SOVIETICA.
Subimos al avión. Es soviético. Van cara hombres en la cabina. Todos sonrientes, al os, rubios, ojos celestes. Me asombro al creer que son unos chiquillos. Pero dos de ellos hicieron toda la guerra contra el fascismo, y tienen más horas de vuelo que cualquier veterano de Estados Unidos. Se batieron en los aires, bombardearon Berlin Este documento es propiedad de la biotole wins Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.