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Iona sé calla uti rato; y luego dice Sí, caballo, así es. Ya no tenemos Kouzna Yougtchtoff. Ha querido dejarnos. Le cogió así de repente, y ha muerto sin notivo. Mira, suponga mos que fueras padre de una jaca, y que de pronto esa jaca te dejara solo; 210 serías desgraciado?
El caballo come, escucha y sopla sobre las manos de su amo.
Iona se olvida de que es un ser irra.
cional, y se lo cuenta todo.
ANTON TCHEKHOV El pino Es de tn pino que no conozco, es fanſa que en esa misma tarde habla decir, sí conozco aun cuando mis ojos regresado de la ciudad en que vivía, no lo contemplaron nunca. Sin em. dijo: bargo me ha hecho sentir tanto como Mira Estefanía, te aseguro que el si lo hubiese encontrado a mi paso y poeta que conociste en mí, ya no está.
mirado días y días. Bieu puede ser La vida me obligó a echarlo a puntatambién que a mí que he vivido tan piés, lejos de él, te haya ofrecido más pla. Sin embargo, un rato después habló cer que a gentes que pasaron la exis asſ; tencia a su lado y que apenas si una. Quisiera que conocieras el pino que vez en toda ella se dieron cuenta de hay frente a mi casa. Pienso que semeque había un pino muy cerca, jante era el árbol que canta del cliento ¿Qué importa pues, yo crea es una que leíamos de chiquillos, crecuerdas verdad esa nientira. Por ventura no. Estefaula? Tiene el viento un modo de hay también cosas y gentes que se nos Enredarse entre sus hojas figas! Esta ponen diariamente bajo los ojos sin noche me hará falta su turmullo y que detengamos jamás en ellos la mi mafíana al despertar no lo oiré tamrada y sin que nunca digan nada a poco. Es un piao tuy bello, Este.
nuestro espfritu?
fanía; quisiera que lo miraras y lo Es un pino que he conocido tan oyeras.
bien, conio el árbol que Cenicienta un rato después: plantó junto a la tumba de su madre También quisiera que hubieras y que hacía llover oro y plata sobre sua visto la tarde de ayer en mi ciudad.
vestido nugriento; como el árbol que La luz del sol que se ponía, flotaba canta, del cuento oriental. como el sobre las casas y entre las calles, pareárbol en donde aquel príncipe conver cida a un polvillo de oro. Hubieras tido en pájaro azul iba a posarse para dicho que la alegría misma era la que alegrar la hermosa princesa catt se cernia sobre todo, en forma de aquel tiva.
polvillo lumiposo. Yo sentía el cora. Ah! iy lo que ese pino que no han zon regocijado. Había algo semejante visto mis ojos me ha hecho soñar! a la risa en el brillo que envolvía los ¿Cómo lo conocí? Muy sencillo. árboles, las cercas de piedra vestidas Entonces aun llevaba yo el pantalon de musgo y las montañas lejanas. Los por la rodilla y hablaba con una suave fechos y los cristales de las ventanas voz de niña. Hallábanie arrecostado despedían reflejos y dę rato enl. Tato en el alſéizar de una ventana en el que bandadas de palomas volaban sobre había también unos tiestos sembrados nuestras cabezas dejando caer rumores.
de malva de olor, Adentro, en la sala de seda. Los claiquillos gritaban en las alumbrada por los filtimos resplando plazas y en las calles; grupos de mufes de la tarde, aleteaba el murmullo chachas paseaban cogidas por el talle de una conversación, dejando tras ellas una estelade frescura, El prometido de mi hermana Este y en los rostros de las comadres que de Este documento es propiedad de la Biblioteca Nadonal Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.