28 RENOVACION fuego: en primer término veiasé un oíamos cómo los llamaba en los últihombre tecostado contra la chimenea mos momentos de su agonía. Fuí a la apagada; más allá, una anciana sen calle a pedir una lipospa y te condu.
tada en un taburete; y por último, en jeron a la carcel; cuando volvi, ya es.
el fondo, frente a la puerta, yacía en taba espirando, y mi corazón se opri.
el suelo uu bulto tapado con üda raida mnió al ver que la habían dejado morir cubierta. Oliverio se estremeció al mi. de hambre. Jufo ante Dios, testigode Tar hacia aquel sitio, y estrechóse ello, que ha wuerto de baubre!
pues adivinaba quie Al pronunciar estas palabras, el aquello era un ca láver.
hombre se inesó los cabellos, y profiEl hombre, pálido y flaco, tenía los riendo un grito terrible, revoicóse por ojos inyectados de sangre y la barba el suelo, con la mirada extraviada y y el cabello grises; la mujer, con su los labios cubiertos de espuma.
rostro surcado por profundas arrugas, Atemorizados los niños, rompieron a sus ojos pequeños, de mirada pene llorar; pero la anciana que había pertrante, y su boca, con sólo dos dientes manecido inuóvil, sin hacer aprecio que sobresalían del labio inferior, te de lo que pasaba a su alrededor, los nía un aspecto casi repugnante. Oli amenazó para que callarıd; y desaverio experimento cierto temor al vettando después la corbata del hombre a estos dos seres que le recordaban que yacía en el suelo, adelantose con las patas flacas de la calle.
paso vacilante hacia Sowerberry. Nadie le tocarál gritó el hom. Era mi hijal exclamó, fijando bre et ver a Sowerberry acercarse en el cadáver una pirada como la de TAtrás, atrás les digo, si aprecian en una loca, tan espantosa casi como la algo su vida!
misma fuerte. iDios mín, Dios mío. Déjese usted de tonterías, buen ¡Y pensar que yo, que le he dado el hombre Teplicó Sowerberry, que es sér, estoy aquí, sana y huena; mientaba acostumbrado a ver la miseria en tras que ella yace inaniitada y fría todas sus formas. déjese usted de en ese rincón! Dios mío, wie está patonterías.
reciendo verdaderamente un sueñol Lerepito repuso el hombre, opri En tanto que la anciana murmumiendo los puños y golpeando el sue raba estas palabras con ttia espantosa lo furiosamente con los pies le repito sonrisa, Sowerberry se disponia a que no quiero qtie se la entierre. Allt salir.
110 podría dormir y los gusanos la. Espere Usted, espere usted. martirizarían inútilmente por no en. dijo la mlijer, esforzando su cascada contrar alimento. Estaba tan flaca! voz. Es el editierro mañana, pasado Sowerberry, sin hacer apre io de o esta tarde Yo la he amortajado y aquiel hombre deliraute, y sacando debo acompañaria no es verdad? En.
una cuerdla del bolsillo, arrodillóse vieme usted un buen pañuelo, 11 paun momento junto al cadáver.
fiuelo que abrigue bien, porque hace An! exclamó el hombre pro mucho frío. También deberíatrios torrumpiendo en sollozos y arrojándose mar un bizcocho y ug poco de vino a los pies de la pobre difunta arrodi. antes de marchar; pero esto no iinporllaos todos al rededor de ella y escu ta; envíenos usted pan, nada más que chadme: Esta mujer ha muerto de un pedazo de pan y vaso de agua.
hambre, sí, de hambre; hasta el mo. Nos lo enviará usted, amigo mío? mento en que se apoderó de ella la preguntó la anciapa con ansiedad, cofiebre, 110 sabfa yo que estuviese tan giéndose a la tevita de Sowerberty, enferma; pero entonces, ya sus huesos cuando éste atrió la puerta.
atravesaban la piel y como no tenía Sí, 61 contestó el empresariomos fuego ai luz, ha muerto en las ya se le dará alguna cosa: todo lo que tinieblas, sí, en las tinieblas. No la necesite. podido yer el rostro de sus hijos, pero desprendiendose de manos de la.
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