Civil War

REPERTORIO AMERICANO 259 III AHORRAR PRIMERAS ANDANZAS DIPLOMATICAS LA ESPAÑA FINISECULAR PAGINAS AMERICANAS PANDERETA EL BRASIL DE PEIXOTO es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA BANCO ANGLO COSTARRICENSE AHORRAR quienes invocaban el respeto a la constitución y a las leyes, reconoció filas en el vasto movimiento reformador que sacudía al país. Sus amigos tomaban las armas y él se embarcó cierta noche en un vapor que partia al Norte, ocultándose en las bodegas, con riesgo de su vida. Llegado a Iquique, el Gobierno revolucionario, cuya cancillería estaba a cargo del ilustre tribuno don Isidoro Errázuriz, le ofreció la Subsecretaría de Relaciones Exteriores, destino que le abría temprano las puertas de la política, pero rehusó el honor, prefiriendo enrolarse en el ejército constittucionalista. Ardía la sangre en sus venas y quería vivir la peligrosa aventura. Terminado el adiestramiento, alcanzó por sus aptitudes el grado de Capitán en el Chañoral 50 de línea, regimiento al que cabría papel importante en la guerra civil.
Embarcado en la Escuadra, con sus tropas, descendió con ellos en Quintero, tomando parte, el. de agosto, en la batalla decisiva de Concon. En el curso de la acción recibió heridas, una de las cuales en la mano derecha, cuyo juego nunca recobraría por completo: era la réplica a aquella otra herida que en la izquierda recibiera Cervantes en la jornada de Lepanto.
El escritor, convertido en héroe, pudo actuar en la batalla como actor y testigo a la vez, pues recogía por todos sus sentidos las impresiones que andando el tiempo vaciaría en una de sus novelas más notables: Al través de la tempestad, donde se muestra, en relato de un realismo impresionante, lo que fué aquella jornada, la más dramática en la historia de las guerras civiles chilenas.
Herido, cubierto de sangre, con la espada empuñada en la mano izquierda, siguió a caballo, a la cabeza de sus tropas, dándoles animos con voz recia, que los padecimientos verdadera agonía interior, no debilitaban.
Pero los últimos impactos lo postraron y cayó, sin interrumpir las palabras de aliento, superior al dolor, impulsado por ese ímpetu interno que sólo conocen y pueden comprender quienes han vivido la realidad horrible de la guerra. Adelante, muchachos! La victoria es nuestra. Adelante. Adelante. Se le creyó muerto y por las filas diezmadas pasó una ráfaga amarga. Lucho Orrego cayó como un héroe. decían sus compañeros de armas, en el vivac nocturno, después de la victoria. Le recogieron y fué conducido a iriprovisada ambulancia, en las casas de Concón. Más tarde, ocupado Santiago por las tropas vencedoras, le llevaron a su hogar, donde tuvo larga y difícil convalecencia. Era otro aspecto más del dolor de la guerra que penetraba a la sensibilidad del novelista.
En 1892, el apuesto Capitán de viva mi es la más firme base del buen éxito rada y boca siempre presta a la sonrisa, ascendido a Sargento Mayor por su comporLA SECCION DE AHORROS tamiento militar, recibió nombramied to de del secretario de la Legación de Chile en España, sin perder su rango en el Ejército. En la juventud las maletas viajeras siempre están prontas y el novel diplomático vió alejarse las costas de la patria con el corazón ancho. Después de la gloria de las batallas. no le aguardaba, por ventura, esa otra más dulce de las letras. Iba a la conquista del mundo. el más antiguo del país)
En la villa y corte no tardó en desempeestá a la orden para que usted ñar la jefatura de su misión con el carácter de realice este sano propósito Encargado de Negocios. Antiguos conocidos le salían al paso. Ahí estaba Rubén Darío, su compañero de sueños. Pronto se le abrieron todas las puertas y las figuras principales de la España finisecular llegaron a serle familiares: Conoció a Cánovas del Castillo, fué ami miento noble, una sensación brutal, un ensuego de don Juan Valera, que le dedicó gentil ño, una ternura, un egoísmo, un crimen de mente un ejemplar de Pepita Jiménez; fre seda. Desearía hacerlo con la mayor suma de cuentó a la Condesa de Pardo Bazán en su sencillez posible, como desprendiéndome de casona, a Menéndez Pelayo, a Núñez de Ar mi propia persona y aprovechando la trama ce, a don Ramón de Campoamor, el de las de asuntos vulgares a veces para incrustar en Doloras; intimó con don Manuel del Palacio. ellos observaciones, ligeros apuntes cortados Iba de los viejos ilustres a los mozos en fruto, en la carne de la vida.
con curiosidad insaciable. La Castellana le vió Entre esas nouvelles a la americana puen sus paseos de invierno, el Prado con sus dieran destacarse: Una mujer admirable, La tesoros de arte y Alcalá o la Gran Vía con sus Joya, Doña Juanita, Viaje al Cielo, Angela, cafés, en donde Madrid vaciaba el ingenio de Los zapatos verdes y Sensaciones de batalla, resobremesa. Debió sonreirle la Reina Regente, lato admirable, escrito tal vez en Santiago, doña María Cristina, que fué el mejor sobe donde por primera vez recogió, con la emorano de aquel siglo. Debió sonreírle la vida ción fresca. tinta en sangre, si vale la expreen el colmado bagaje de posibilidades y en sión sus recuerdos de guerra.
señanzas que guardan las viejas culturas.
El éxito fué grande. Los aplausos brotaEscribía. Escribía y soñaba. Algunas no ban por doquiera, los periódicos le aplaudian, velas cortas, cuentos a la francesa, como las en los salones había sonrisas de mujer. Mas, nouvelles que Paría ponía de moda, vinieron en lo mejor de su triunfo, como de ordinario a sumarse a las que había hecho en Chile y sucede, hubo de hacer las maletas diplomáticas.
con lo que le pareció mejor compuso un libro siguió a Francia. París fin de siglo. a que editó Fernando Fé en una edición similar Inglaterra y a Italia, de cuyo emocionario ha a las de Clásicos Castellanos, donde alternaban quedado un raro folleto, de gran belleza liteValera, Hartzembusch, el Duque de Rivas, Me raria, donde se habla de las ruinas romanas néndez y toda la flor de la España fin de si captadas en su encanto casi intraducible.
glo. En Páginas Americanas, primera obra, con Pero de la España, que le quedaría prenbautizo en la crítica madrileña y en las vitri dida por siempre a las retinas del recuerdo, nas de la villa y corte, brillaban muchas de las hay otro libro suyo, que él tenía en mucho: mejores cualidades que más tarde se expandi Pandereta, dado a la estampa en Santiago, en rían en sus novelas: perspicacia, observación 1896. En sus páginas hay una visión general aguda, sal, amenidad y sobre ello, como velo del Madrid que vió y conoció; por ellas dessutil, ese vaho armonioso de la mocedad, con filan muchos de los hombres notables de aquel su encantador y delicado toque romántico. Los tiempo, con sitios, calles, costumbres y modas.
americanos escribía en el prólogo tene Un breve período de la vida madrileña aprimos, sin darnos cuenta de ello, un aire mar sionado en las cautivadoras páginas de un licado de familia. No se trata ya del parecido bro evocador.
natural entre personas de una misma raza y El diplomático, trasladado a Brasil, conode origen común, sino de caracteres propios, ció Río de Janeiro en el tiempo del mariscal de maneras de vivir y de pensar enteramente Peixoto. Había terminado hacía poco el Impeculiares a nosotros, y que no existen en la perio, con la caída de don Pedro II, cuyo larLaadre patria, o porque se han borrado con el go reinado fuera pacífico y progresista como transcurso de los tiempos, o porque son pro pocos. Hallábase gozando del encanto de la ductos exclusivos del medio americano. De ciudad antigua, engastada en la bahía de macía de sus novelas: El que las leyere no en gia tropical, cuando surcaron las aguas los contrará en ellas ni descripciones de nuestras fuegos de artificio de una nueva revolución.
montañas ni de nuestras selvas; eso queda pa En su casa recibió asilo una de las figuras ra los poetas, y yo, desgraciadamente, no lo más connotadas, el ilustre orador Rui Barsoy. Trato simplemente de percibir y de re bosa.
producir al vuelo un eco de drama, un senti(Pase a la entrega siguiente. Si quiere suscribirse al Repertorio Americano dirijase a FAXON CO Subscription Agents 83 91 Francis Str.
Back Bay Boston, Mas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica