Violence

132 REPERTORIO AMERICANO Dr. García Carrillo Corazón y Vasos leves quebrantamientos de la disciplina pueden traer consigo consecuencias de carácter funestamente imprevisible. un mismo tiempo las últimas catástrofes de la historia debidas a la indisciplina de locos o de espíritus antisociales, han creado un estado moral de angustia, de nerviosidad, de expectativa dolorosa, excesivamente peligroso por la facilidad con que en tales condiciones se propaga una incitación al desorden o a la violencia.
Es preciso atender agudamente a la conservación de la disciplina en lo pequeño y en lo grande, sin olvidar que esta preciosa disposición del espíritu puede cultivarse desde los albores de la razón y hacerse orgánica y dominante en el espíritu del hombre, prestándole atención desde la escuela hasta las más altas cátedras de la enseñanza.
Se inventan modos de difundir con rapidez las noticias, de producir en masa libros útiles y aumentar en propagación; hay sin duda nuevos métodos de convencer al hombre de que compre lo que no ha menester.
Esperemos que un día entre la policía, los maestros, el radio, la prensa y otros métodos de divulgación y enseñanza se llegue a encontrar la manera de convencer al individuo social, al animal político contemporáneo, de que la indisciplina puede traer la disolución total de una cultura que creíamos perdurable.
CITAS EN EL TEL. 4328.
Electrocardiografía Metabolismo Basal Radioscopía SANIN CANO.
EVOCACIÓN PATERNA Por Alfonso REYES Olor de pólvora (Véase el NO anterior. Envío del autor, en México, y había Todo país era entonces campo de pelea.
El olor de pólvora embriaga. Tufo de potro, aroma de sangre, olor de gloria. dice el poeta. Quien lo ha sentido, difícilmente se recobra, y más si el embrujo opera sobre la materia plástica de la infancia. Mi padre tuvo la primera visión de la guerra al presenciar, desde una ventana, algún combate callejero.
Fascinado se agarraba a la reja. Su madre, force jeando con él para arrancarlo de allí, cayó herida de bala. Entonces quedó sellado un destino. Después vino el jugar con las granadas sin mecha que rodaban por el arroyo, y el apostar a pares o nones con los agujeros de la fusilería enemiga en los muros.
La ciudad tuvo que entregarse. Maximiliano publicó aquel funesto bando (3 de octubre de 1865) en que ponía fuera de la ley a Juárez y a los caudillos de la República.
El niño se detuvo a leerlo en la calle y lo cubrió de escupitajos. Fué a dar a la cárcel.
Huérfano ya de padre, lo sacó de allí la diplomática intervención de López Portillo el Viejo, quien alegó los pocos años del mozo y la consideración debida a la familia.
El fermento de libertad llena el aire, corre la ciudad, cunde por los hogares; se comunica, consigna secreta, de mirada a mirada. Las tropas libertadoras, en sus audaces tretas, intentan invadir y recuperar la ciudad a través de las casas mismas y abriendo a pico las paredes. Las mujeres, arrinconadas, ven pasar un tropel de bravos que se derraman sigilosamente por los cuartos y patios, y continúan su viaje de topos, dejando un rastro de muebles en desorden, macetas volcadas y hedor de fieras. Los niños temblando, dicen en voz baja. Como pueda con el fusil, me voy con ellos!
La familia tenía prestigio, y cierta predisposición atlética. Mi padre y el tío Agustín asustaban a las visitas echando un volantín en el aire al acercarse a saludarlas. Agustín, que en una riña cualquiera, rompió una cabeza de un puñetazo, tuvo que demostrar en la comisaría del barrio que no había usado arma ninguna, y abrió en dos la mesa en la gendarmería con sólo descargar la mano.
Todo ello hacía de los hermanos unos jefes de la muchachería. Las jugarretas poco a poco se volvieron hazañas. Las tropas de ocupación comprobaban el refrán chino: fácil es meterse por la boca del tigre, pero no volver a salir. Los muchachos se las arreglaban para, de mil modos, hacer la vida imposible a los intrusos. Desde las azoteas y las torres, aun llegaron a matar Zuavos a ladrillazos. Lo mismo invadían las iglesias y desbarataban el órgano para hacerse pitos de alarma. Un soplo de aquella Gerona de Galdós pasaba por nuestra Guadalajara.
Pero la patria requería una ayuda de mayores alcances. entonces hubo que dejar el Liceo y las especialidades matemáticas en que ya se preparaba mi padre. Mal cumplidos los catorce, el pequeño Don Quijote, en compañía de un criado y de otro valiente de sus años Pepe, el hermano del General Ramón Co.
escapó en pos de la aventura. Fué, como para su abuelo lejano, el de la Mancha (los Reyes son de extracción manchega. una primera salida en falso. Las tropas nacionales, batidas las más de las veces, no tenían residencia fija. los muchachos, a procura de las fuerzas del General Régules, se perdieron en mitad del bosque, por las sierras de Michoacán. Como el otro bidalgo con las bellotas, se alimentaron dos días de tejocotes. la acerola de México. Atraídos por los tambores y clarines, salieron al camino real, y dieron de manos a boca nada menos que con un destacamento de imperiales. Eran tan niños! El jefe, que se dirigía a Jalisco, los devolvió a los suyos.
Pero fué en vano vigilarlos para evitar otra escapatoria. El diablo se había metido en casa. vino la segunda salida, más gloriosa que la primera. Mi padre sólo había de volver con las presillas de alférez, ganadas por atacar en persona y precipitar de lo alto de un campanario a un puñado de contrincantes.
El de abril de 1866, logró incorporarse en Moyahua (norte de Jalisco. a las tropas republicanas del General Leocadio Solis, que luchaban entre infinitas penalidades y, como suele decirse, vivían del aire. Bandidos y patriotas tenían que fraternizar por fuerza, que andar muy sobreaviso.
Por haberle dicho. Qué mal tabaco! a uno de aquellos caníbales que se permitió echarle desdeñosamente el humo a la cara, cuando mi padre se dirigía a la mesa de los oficiales, el monstruo lo siguió, sin decirle palabra y pistola en mano, hasta el comedor mismo; y hubo que aguantar un duelo a balazos en presencia de todos. Mi padre sobrevivió, ya se entiende. Me asegura que tuvo la misma impresión del día en que mató de un tiro a un enorme mono amansado que les servía la comida en casa de mi abuelo, porque el mono se enfureció de repente y enseñó los colmillos; y con las fieras, ya se sabe, pocas bromitas.
Conocí a gente vieja que lo recordaba de entonces: mozo rubio y no del todo formado, aun no embarnecía. como dice el ranchero. Llevaba terciado el tahalí, y en el tahali un espadón del tamaño de su persona, verdadero montante a usanza del siglo XVII. Había que esgrimirlo a dos manos, según lo hacía Rodrigo de Vivar con el viejo acero de Mudarra.
Criado entre el regalo de las clases acomodadas, tenía que infundir respeto a la canalla que siempre se mezcla en las guerras nacionales. por eso, a la más leve provocación, ya estaba el montante haciendo molinetes y creando, en torno a su dueño, un espacio mágico, inaccesible.
AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA es la más firme base del buen éxito LA SECCION DE AHORROS del BANCO ANGLO COSTARRICENSE (el más antiguo del país)
está a la orden para que usted realice este sano propósito rona así fué que decidiera de una vida la lealtad romántica a la espada. Suprema aspiración romántica es la proeza: la nota extrema de la voz y el máximo rendimiento humano. El héroe romántico fácilmente es guerrero. el guerrero lo es mucho más cuando es jinete. Soldado romántico de caballería, se le presentará en la vejez la oportunidad de AHORRAR Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica