REPERTORIO AMERICANO 283 SELECTA La Cerveza del Hogar SELECTIE EXQUISITA SUPERIOR nombre de la verdad y del más elemental respeto debido, no por el hombre a la mujer, sino por los seres humanos unos a otros, que se le entregaran para destruirlos los 300 ejemplares editados. Sobrecogido el joven versificador por reacción tan fulminante, contestó con una carta de excusas dirigida a mí, protestando de su buena intención. pero confesando sus embustes. Trataba de justificarlos con la peregrina teoría de que al poeta le está permitido faltar a la verdad e imaginarse y, por lo visto, publicar cuanto se le antoje. Usted, como poeta, sabe que en poesía se dicen cosas que no son, que no han sucedido nunca, que sólo la imaginación del poeta se atreve a creer que han sido. Prometía devolver en seguida la edición entera.
Tampoco esta promesa pasaba de ser una astucia para ganar tiempo y dejar que las cosas siguieran su curso. Así lo demostró días después la resistencia que el interesado opuso a devolver los ejemplares cuando, en vista del incumplimiento y por propia iniciativa, Luciane se apersonó debidamente acompañada, en el domicilio de su difamador. Pero la inmutable tenacidad de mi hija venció todos los obstáculos, consigiuendo para empezar que se le entregaran los 250 ejemplares todavía depositados en la imprenta. No se detuvo aquí sino que, para evitar que se desvaneciera la corta buena voluntad del joven inspirado, lo acompañó personalmente casa por casa a fin de recoger uno a uno los ejemplares distribuidos y escuchar su retractación acerca de lo que decían y sobreentendían sus sonetos. Luciane ha dado así pruebas de ese su carácter recto y decidido que constituye hoy tal vez la mayor de mis satisfacciones personales. Por qué no terminó todo, tan sencillamente, aquí? Porque, por lo visto, el hecho de que una muchacha salga por los fueros de la verdad, no consintiendo que cualquier irresponsable se atribuya de ella en letras de molde lo que mejor le conviniere, es cosa inadmisible para el machismo existencialista de cierta parte de la juventud que practica el comercio de las musas. Cuantos seguimos las sendas naturales que arrancan de nuestra tradición más ambiciosa y depurada, pensamos que el decoro de nuestras hijas es un bien que a ellas solas pertenece, como personas humanas que son, y que la poesía, por su misma naturaleza, tiende, aunque por muy diversos caminos, a lo sublime. Mas para cierta ola juvenil que viene atropellándonos, estas maneras de sentir y de pensar están según parece, arrinconadas ya en los desvanes de la historia. Una muchacha, sobre todo si es hija de un exilado político que ha renunciado a sus bienestares en defensa de la justicia, no tiene el menor derecho a la verdad. Se encuentra a la disposición de cualquier poeta fijodalgo que, como en los días feudales, puede ejercer sobre ella, cuando mejor guste, el derecho lírico de pernada. En cuanto a la poesía. y cómo, no respetando a la mujer, pudiera ser de otro modo. no pasa de ser un mero instrumento verbal al servicio de las pasiones y si se tercia, de los menesteres más bajos. Mejor que poner todo esto en duda, prepárese, don Joaquín, a admirarse con lo que sigue.
Entre las personas visitadas por Luciane en compañía del poeta costarricense, hubo unos cuantos jóvenes más decididos que los otros, que además de negarse a devolver el ejemplar que poseían, increparon duramente al autor de los sonetos, mas no a causa de sus desmanes infamatorios, sino por haberse doblegado a las reclamaciones de la agraviada. Aun se atrevieron a más. Reunidos a los pocos días en una Junta plenaria de directivos de la editorial El cristal fugitivo (risum teneatis. hicieron causa de honor impedir que prosperara el derecho natural de Luciane a no dejarse ultra jar públicamente. Estos jóvenes, entre los que figuran algunos centroamericanos, determinaron tras cuidadosa deliberación: 1, volver a publicar la edición, tal como estaba, de ser posible; si no, en las páginas de revista América; 2, procurar a lo que dicen que los muchachos universitarios firmaran un documento colectivo; acudir a la prensa mexicana y centroamericana con informaciones injuriosas. Ahora bien, como aun puede ser no del todo bien visto ofender directamente a una señorita, por muy hija de exilado político que sea, idearon un procedimiento más taimado y enérgico: en vez de hacer blanco directo a Luciane de sus insidias decidieron flanquear su fortaleza atacándola en la persona de su padre. Así han aparecido en la prensa de México y, según me aseguran, en dos periódicos de Costa Rica y en sendos, por lo menos, de Guatemala y Nicaragua, informaciones según las cuales Juan Larrea está persiguiendo con propósito de matarlo donde lo encuentre, al poeta Alfredo Sa cho. Tirada por banda, la calumnia consigue así una estupenda carambola. Por una parte se ofende públicamente al padre de la muchacha, hija de un vulgar criminal, como, por lo visto, es bien notorio. Por otra se la infama gravísimamente, mas de modo indirecto.
Porque ¿qué razón puede existir para que un padre persiga de muerte a un muchacho a cusa de su hija. Qué le parece a usted, don Joaquín, tengo o no razón para alarmarme? Porque ya no se trata de un mozuelo irresponsable sino de un grupo más amplio que carece de los motivos pasionales de aquél y que se muestra tan seguro de sí mismo y de su concepto de la poesía como para atreverse a enmendar la plana a nuestro señor Don Quijote que dejó hace siglos asentado: La poesía alfredo Sancho a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otros muchas doncellas, que son todas las otras ciencias. pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas, ni por los rincones de los palacios. hala de tener el que la tuviere, a raya, no dejándola correr con torpes sátiras ni en desalmados sonetos. Don Quijote, Pte. II, cap.
XVI. Debo advertir que en la maniobra de las calumnias periodísticas parece que Alfredo Sancho no tuvo participación sino que, al contrario, asustado por el mal cariz que tomaban los acontecimientos, trató de sofocarla. Lejos de huir, como pretenden aquellas informaciones, hizo cuanto estaba en su mano para que yo le recibiera a fin de presentarme excusas.
Llegó incluso a personarse a la puerta de mi casa no cejando hasta que no tuve más remedio que escuchar sus contriciones y arrepentimientos, que contemplar sus lágrimas, que dar oído a las atenuantes que, a su juicio, concurrían en su triste caso, a su condenación de la actitud de los mentados directivos, y a su propósito de alzarse indignadamente en la prensa contra las imputaciones monstruosas de que mi hija y yo habíamos sido objeto. Por lo que se refiere a este último propósito se diría que no ha tardado en mudar de intenciones. Quizá haya considerado más práctico dejarse bastardear nuevamente por sus compañeros, dedicándose a percibir los réditos publicitarios de su hazaña anti quijotesca. no ser que detrás de todo esto haya intervenciones de esas que pueden fácilmente sospecharse pero probarse difícilmente. todos modos, la realidad que he vislumbrado a través de estas experiencias (hay que advertir que, carentes de prejuicios, el hecho calumnioso en sí, tanto a padre como a hija, nos tiene sin cuidado) me parece, se lo repito, intranquilizadora. Porque ¿qué puede esperarse de la futura actuación en el campo político, en el de la administración pública, en el del ejercicio profesional nada diré de la poesía de una juventud para quien la honradez no existe. No nos encontraremos al borde de una situación catastrófica cuyas consecuencias son más sencillas de temer que de prever; no estaremos como lo estuvieron cn Italia y Alemania a merced de cualquier encantador de serpientes que puede arrastrar a nuestra juventud a las empresas más torper? Que en las naciones deshechas por la gueTra la criminalidad juvenil haya conocido porcentajes inusitados, que los adolescentes se hallen en buena parte pervertidos por la maldad y por las desdichas que propaga el espectáculo siniestro, no por ser cosas lamentables dejan de ser comprensibles. Pero que aquí, en esta tierra de promisión donde disfrutamos de todos los privilegios que puede otorgar nuestra época, una parte pretendidamente selecta de nuestra juventud sea víctima de las corrupciones que provienen de los cuatro vientos del mundo, al grado de atreverse a hacer pública profesión de rufianía, no parece comprensible si no se da por supuesto que la razón de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica