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REPERTORIO AMERICANO 303 Mi mujer y mi monte Por YOLANDA OREAMUNO Colaboración. Costa Rica y julio del 38 Tengo derechos adquiridos en el descubrimiento de Mi mujer y mi monte. Puede que de tanto leerlo se haya perdido el calor de la impresión original, siempre en mí un tanto faná.
tica, para dejar paso a una valorización más serena, más fría y más sana. Vaya lo uno por lo otro.
Cuando lo cogí por la primera vez, unas cuantos páginas no más traducidas por don Joaquín la impresión fue desbocada y loca. Lo que entonces pude decir de ese cuento que me encantara, fue simplemente sencido, y digo simplemente porque aunque entre nosotros es costumbre hablar de lo que sentimos sin pensar si lo sabemos, esa qpinión que se alza, cae luego por falta de envergadura.
Mi mujer y mi monte, que merece no por su tamaño sino por su significado, comentario, e3 un cuento de tierras exóticas, que dichosamente para nosotros, no han sido descubiertas por el turismo internacional, que muy difícilmente se descalza, se moja y se empuerca tras una veta de ese nuevo romanticismo burgués que en vez de buscar emociones idealistas, se embarca tras un objetivo fotográfico. Si insistimos en ver eso, o si permitimos que un francés supercerebral nos descubra en el corazón de nuestra selva todavía ignorada y a través de un cuento, exotismos raciales, no vale la pena que conozcamos a Socorro, ni que desnudemos a Cristina. que se acuesta a la orilla del sendero por un colón Es inevitable que a pesar de lo que tenga de novedoso para nosotros saber cosas de los indios, y más que eso, conocer que los tenemos, sentiremos rubor de tantas cosas oscuras y pensaremos en catequizar puritanamente a toda esa gente que vive feliz, ignorada de los inoralizadores.
Prevengo. Para que Socorro asome su cara de venada asustadiza por la puerta del rancho, para que su padre nos enseñe sus maoñas de abogado de experiencia, y para que Cristina se deje. tenemos que llegar como George Vidal, con las manos vacías, sin textos de lenseñanza y debemos colgar del primer bejuco en el camino nuestra civilización, que una vez Inás, me permito poner en duda. es muy triste decirlo: hay que empuercarse, los caminos para ilegar a su rancho están llenos de barro, los caballos se van hasta la panza y llueve cerrado.
Si logramos ir, primero: sin afán sensacionalista; segundo: sin afán catequizante; y tercero: desnudos, no a enseñar sino a aprender, entonces vamos.
Vamos a conocer de verdad a nuestra gente de monte adentro. ver lo delicioso y transparente del cristal con que por primera vez se ve a la gente oscura y descalza que nos hemos empeñado en mirar empapados de color, ardientes de sol local y absolutamente desconectados de su medio. Porque no vale que se hable de vos. que se pinten tropicalismos, que se haga rusticismo, cuando para lograr el acierto literario la imaginación ajena cotizó la frase, cuando el campesino adobado que hasta ahora conocemos es una pura delectación imaginativa, muy loable pero muy mentirosa, del que lo pintó. esa, la falta de intención del cuentista que no quiso deliberadamente nada, que no pretendió forjar, ni moldear (la vieja manía de moldear que ve en toda parte arcilla blanda para sus orenciones. ésa, es la única y maravillosa maravilla de este cuento. sale una Socorro sin pretensiones matrimoniales, que, y en honor a lo estricto de la terminología usada por Vidal, una noche, ante la tempestad y el bosque umbrío le tocó ser mi esposa. Le tocó; ahí no hay destino, ni futuro, ni fatalidad. Simplemente, se quiere algo más sencillo. le tocó ser la esposa. Ante la simplicidad de Socorro mueren en bajamar todos los códigos sociales, no se planean deliberadas intenciones, ni se lamentan deslices condicionados por estados de ánimo preparando el pleito que rehabilite con sanciones económicas ante la sociedad civilizada, siempre ávida de esta clase de altos en el camino de su comodidad y siempre dispuesta a rectificar un juicio cuando la transacción económica tiende el puente. Entonces ella es la pobrecita, y él el caballero. Si no hay esa clase de reivindicativo, ella es la prostituta y él, el don Juan ejerciendo su risueña y dudosa posición de vencedor afortunado. Pero Socorro no necesita que la disculpen, porque no tuvo ulteriores propósitos; le tocó y está de ello orgullosa. asume sus responsabilidades con la misma serenidad, sin pensarlo siquiera, con que entregó las ancas y el sexo.
No es cierto que está muy lejos Socorro de la concha sofisticada que hemos conocido, buscando vengadores en la tierra y consuelos fuera de ella? el padre de Socorro! Dos palabras le entran y le vuelven a salir de la boca: la honradez, señores, Dios, señores. Qué más pedimos por lo general a nuestros abogados, o mejor dicho, qué más conseguimos de ellos? Es ese un código sin artículos numerosos, pero es un código. Es todo lo que puede asimilar el campesino de la politiquería que le servimos y con la única que va a las mesas electorales. Pero el pedre de Socorro siquiera cura las heridas de serpientes venenosas.
Cuando dos machetes se alzan frente a un santo con candelas y lazos de colores por cualquier falda en revuelo o porque sí, nadie se interpone con nuevas morales ni hay desfacedores de entiertos. Se dicen dos palabras que plazan el encuentro para la madrugada que tal vez con su hielo enfrie el calor de la contienda: y si llega la madrugada y las manos buscan las hojas, ahí está el monte con las suyas para tapar al caído y lavarle la frente al que pudo volver. Posiblemente no hubo: Me perdcnás si te mato?
Si cualquiera de los tipos de Mi mujer y mi monte supiera leer, que no saben, se recono cería bebido en esas páginas sabrosas y brillantes.
Resuita extraño que un francés como Georges Vidal, con un cuento escrito en francés.
viniera desde allá, desde tan lejos, saturado de otra civilización, que tan brillantemente supo dejar con su sombrero a la entrada del mente, a decirnos en palabras claras de sonori.
dad desconocida, pero que son nuestras, que manejamos todos los días sin escucharlas, lo que es nuestra gente de más allá de los caminos pavimentados. Yo acepto la lección y estoy agradecida. si alguna vez quisiera decirme a mí misma algo sincero, que agradara lo intimo de mi feminidad, quisiera poder decir Socorro y yo. En dos mundos distintos, más cerrado e! míc, se mide por calles, mientras el de ella por horizontes; acaso ella tiene cercas de alambre o cortinas de árboles mientras yo paredes de cemento armado; con un ritmo diferente, ella soles y yo relojes, pero quisiera poder decir Socorro y yo. con una nueva desilusión para el que lee, como yo creo que no se debe leer Mi mujer y mi monte, este delicioso cuento americano no tiene moraleja. Termina como la tarde sin tragedias, no ha hecho parábola de proyecciones infinitas, pero está siempre prometiendo amaneceres.
Tomás Mann y La próxima victoria de la Democracia (Viene de la última página)
tes que les hacen falta a los anticuados sistemas democráticos; pero al de ánimo tan dispuesto a abandonar la Libertad, que se encuentra disfin y al cabo, la propaganda que se le hace no está basada en su esen puesto a pasarla con menos alimentos y sin libertad de ninguna escia, sino en ciertas reformas. Se trata, pues, de la obsolescencia del es pecie.
tilo.
Como es que la gente llega a pensar así? La novedad del señor El señor Mann niega enfáticamente que las nuevas autocracias ten Mann la constituye la contestación siguiente: gan algo que ofrecer que no sea su novedad. Por el hecho de que la Repito: la mayor influencia, la fascinación esencial ejercida por libertad es antigua institución en el mundo occidental, la autocracia las ideas y las tendencias que amenazan a la Democracia en nuesgoza de la novedad de ser algo distinto. Porque los nuevos despoti tros días, y que la convierten en problemática, es el encanto que mos, podría decir el señor Mann, hacen tanto ruido con sus frases ofrece su novedad. Sobre este hecho es que los fascistas hacen énreferentes a los Programas de Cinco Años y Programas de Cuatro Años fasis, de esto es de lo que ellos se jactan; su conducta revoluy todo el tema de una Vida Programizada por decirlo así, obligan a cionaria, su actitud juvenil y de oportunismo, la han adoptado pamucha gente a olvidarse de que las naciones libres también han vivido ra atraer a la juventud del mundo: y en Europa por lo menos, frede conformidad con sus propios programas sin cacarear tanto con res cuentemente lo hacen con todo éxito. Mi opinión personal es que pecto de esa santificada palabra. La novedad parece haber producido a la juventud se la defrauda cuando cae al impulso de esta superun estado de ánimo en el cual la Vida Regularizada, con menos ali chería. El oportunismo revolucionario y el resplandor de una falsa mentos y menos ropa, se ha hecho mucho más deseable que el sistema de aurora en las tendencias fascistas no son más que los efectos de una vida anterior anticuado, el cual proveía a los seres humanos de todas Magia corrompida. El Fascismo es tan completamente falso que la esas necesidades. Oye uno decir a muchos que con gusto cambiarian juventud honrada en todos los ámbitos del Universo debería sentir su libertad política a trueque de la libertad económica. En realidad, asco y debería avergonzarse de tener nada que ver con él.
esas dos servidumbres son gemelas y llegamos al final a un estado Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica