Carmen Lyra

104 REPERTORIO AMERICANO Mi Clara y buena, le decía a la amiga afectuosa y colaboradora en este semauario. La revista faro, así la llamaba. De la escritora no hablaré esta vez. Será cuando edite el libro de sus poemas, homenaje póstumo deploramos no habérselo hecho en vida. que le estamos debiendo los amigos que la quisimos y estimamos. Hablé de su libro? Con palabras de ella. El titulo? seria Atardeceres.
Así se llamará cuando salga. Atardeceres? Alguna vez le dije. Las tardes son las compañeras de su alma y Ud. las siente en lo más hondo. En efecto, Clara Diana era una criatura crepuscular, ouma alma crepuscular y soñadora, si les parece inejor. De las noches lunares gustaba mucho, tal como si fueran una prolongación de los encantos vespertinos. En una de sus cartas. Viera qué plácida noche y qué azul después de tanta lluvia. La luna grande y dulce; con ella le mando a decir. buenas noches, suave amigo mio. En otra carta. La noche del jueves fué maravillosa; lástima que Ud. no la viera desde este rincón, pues soy tan tonta, que pienso que las noches de luna son mejores aquí que en otras partes. En noches así, me gusta vagar en lo oscuro, en ese rato que precede a la salida de Diana, para ser sombra entre la sombra, para fraternizar mejor con todas mis tristezas, y para soñar mejor con tantas cosas imposibles. Siento en esas noches, que manos blandas denden alas en mi cuerpo y querría volar por caminos blancos, para huir de esta miseria humana. Yo los añado, estos suspensivos. se nos fué el 20 del pasado mes. En junio, invierno pleno justamente, como ella lo temía. Sólo me acongoja este anuncio helado del invierno que se acerca. Toda la blandura en que vivo parece enfriarse; la soledad, como un espectro, viene a respirar en todos los rincones, en todo lo que me rodea; y en todo eso, yo adivino las alas de la muerte, el misterio de la muerte. así fue. El invierno, que es tan cruel para mi. Nada de novedades para contarle: la vida aquí tiene mucha lluvia, mucho hielo y muchos sueños, como estrellitas prendidas en el alma. en esta mañana tan nebulosa que todo lo hiela, menos el corazón.
Corazón sí que tenía. Era un espíritu bien forjado, de buen temple. Esto me escribió una vez. Sólo con una voluntad como la mia se puede soportar tantas dolenciassonreír y soñar.
Libros, muchos libros para ella. Cuáles. qué no diria yo en loor de ellos? En su existencia desolada creció, incomparable porque hubo otros. un rosal de amistad de que muy pocos disfrutan, por buenos y afortunados que sean. Clara lo sabía bien. pudo decir sinceramente. dan tauta ternura y tanto encanto al alma las cosas de ella. Otras palabras suyas: Mis dias en alguna hora se iluminan al conversar con la aromosa. De ella dirá en justicia, y yo lo ratifico. tierna, delicada, bella para nosotros, que la comprendemos en su valor espiritual. Para mí es siempre flor y estrella. Ha puesto ella niucha belleza espiritual en estos últimos años, en que tuve la dicha de conocerla. Triste y sola. Piensa en la amiga. También dira. Es claro que me siento dichosa de tener en mi vida cariños hondos y bellos. Es por eso justamente, por lo que yo no he muerto; porque el clia que esos cariños falten a mi lado, mi alma se mustiará como planta sin riego.
Pero el desaliento la coge de nuevo y entonces escribe. He alcanzado a mirar la vida desde mi silencio, con serenidad; pero a veces se debilitan esas fuerzas y todas las asperezas me maltratan y siento que las alas se me rompen, como a una mariposa que revolotea entre cardos. Oh, haber nacido con esta alma tan extremadamente sensible y tan sedienta de ternuras hondas!
En su trato, muy fina y cordial. Cordialidad sostenida, porque las hay variables. Solo así es posible reiterar declaraciones como éstas. No quiere venir a este rincón donde hay para Ud.
tibieza y pensamiento y cariño. Las palabras dominicales para el amigo, que sean como campanitas que repican en la misa de la amistad tierna y sincera. Su corazón generoso y dulce, que tanta ternura ha puesto en mi vida, Yo así lo creo. mi vez, le soy deudor vitalicio de uno de los mayores bienes. Cómo olvidarla, pues?
Descanse en paz la amiga afectuosa, la escritora de estilo sobrio, de imágenes claras y armoniosas. La recordaré con frecuencia, y sinceramente quiero imaginármela ahora en la región de las nobles sombras y de los piadosos recuerdos. Esto, mientras me llega el turno, que allá también he de ingresar.
Un reproche. Piense que tengo más derecho yo a pedir constancia a mis amigos, que ellos a mi. Pero qué tonta! Si es que tampoco tengo derecho a pedirles nada.
De su fisonomía: la sonrisa picaresca de los ojos encendidos. Un amigo.
María Ester Amador (Clara Diana)
Algún clásico griego, por ejemplo. De preferencia, libros de autores hispanoamericanos modernos. propósito de las Poesias escogidas del ecuatoriano Medardo Angel Silva (Editorial Excelsior. Paris. me escribe. Mil gracias por el librito de Silva; esa visión de la muerte que hubo en la vida de este poeta, me gusta, pues también a mi me asedia con frecuencia.
Era una alma impregnada de melancolia.
De mi, nada le digo pues no quiero contagiar tristeza. De lo mío, nada tengo que contarle: mi vida solitaria y doliente, es un caso muy vivo de desolación espiritual. La vida todo me lo niega, aun las cosas a las que tengo derecho Palabras dictadas en horas de inevitable El dulce bien de la amistad, por ejemplo, lo saboreó. del afecto familiar, el hondo, el de la madre inconsoiable, el de la hermana, Un mes después de su muerte ¡Cómo se sentia en la salita la presencia de su ausencia!
Las fotografias de las amigas predilectas de la ausente que nunca volverá, nos sonreían desde los marcos en los cuales los colocaran sus manos ansiosas de acariciar.
La madre suspiraba en un rincón, la buena madre de la ausente que nunca volverá. su rostro apenado asomaba como un eco, la sonrisa de la criatura cuya ausencia viniéramos a visitar. el rosal que Maria Ester queria fuera plantado sobre su tumba. S1 dijo la madre ya lo tenemos listo, Alicia irá a sembrarlo ella misma en cuanto esté bien. es que ahora está enferma.
Alicia es la hermana menor de la ausente que nunca volverá.
Hay un silencio sobre el murmullo monotono de la lluvia. Inclinamos la cabeza y recordamos aquella juventud que se apagó ansiosa de amor y de gloria, romántica y febril, con su último deseo sentimental como el de una heroina de Musset: de que la enterraran en el puro suelo y de que plantaran un rosal sobre su cuerpo.
Pienso en las rosas que florecerán allí, matizadas con el color de sus ensueños y de sus callados amores. el verso de Stecchetti se despierta en mi memoria, vuela y viene a cantar sobre el recuerdo de la amiga ausente que nunca volverá, como un ruiseñor sobre la rama languida de un sauce de los que poblaran las fantasías de Lamartine: Clara Diana En aquel rinconcito del cementerio aldeano yace su dulce corazón, palpitando ya con la inmortal alegria de la Tierra materna!
Pero yo imagino que ahora Ella ve estas mis letras menudas, presente aquí como una sombra de jazmines, y que sus ojos velan, entre lágrimas, una sonrisa. Sombra amiga, tú me enseñas a pasar entre las llamas de la tragedia y del destino, persiguiendo el Ave Azul!
Tú me enseñas a lanzar, sobre la muerte misma, la fragilidad del canto. Sombra amiga en este instante de la tarde ilas tardes en el crepúsculo, tus amadas! siento que me invitas a la contemplación de la Belleza pura, que fué la esencia divina que ennobleció tu Espiritu, levantándolo, sobre la tortura de tu carne joven, sobre el martirio de tu fina forma (Pasa a la página 110. Son quelli canti che pensal e che nou scrissi le parole amor che non tl dissi.
CARMEN LYRA Agosto de 1928. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica