Sandino

218 REPERTORIO AMERICANO Página lírica de Stefan George Del tomo Ritos. Londres. 1914 Traducciones de Guillermo Valencia es como el grito de la ira (a la vez pecado y venganza)
el último són que repite el timido mozo en la flauta: En esa simple cantilena hay un acento que amenaza con el viejo puñal mohoso de burda y azulosa vaina, y con el dolor trasmitido a las tribus desheredadas, bajo el signo del astro funesto que dió su luz a muchas casas.
un cuarto de siglo después, resucitan a la plena claridad de la gloria, ya doblemente valorados por la generalidad de la compresión, por el peso de toda una historia literaria y, entre las gentes, por las reacciones de un vago remordimiento en la injusticia.
Cuando Paul Valery era citado en Francia como un simple poeta simbolista del montón un nombre más, en la famosa antologia Les Poétes Aujourd hui. que tanta sangre nos cuesta, no faltaba, en el mundo germánico, quien considerase a Stefan George como un escritor cuyo principal mérito consistía en saber traducir a los poetas franceses. Principal mérito y principal culpa. Los nacionalistas a ultranza no dejaban de ver en él a una especie de traidor, el agente de un romanticismo enfermizo y corruptor, cuyo contagio venia de Paris, en contraste con el sano romanticismo local, patronado por el alto nonbre de Federico Schiller.
Ha sido necesario que, al abandonar el patronazgo de Schiller, las gentes, los jóvenes sobre todo, diesen la vuelta por el sendero del parque neo clásico de Goethe, para que descubrieran, al cabo, que las rimas fluentes en la poesía de George tenían una fuente, natural y naturalista. de la más genuina calidad germánica. Como que, en el mismo Paris, la poesia de Fin de Siglo fue germanismo puro.
Una vuelta por el parque de Goethe y un lapso de veinticinco años. El mismo tiempo, exactamente, que en Francia se ha empleado en atinar en que Valery, que, en 1898 parecia un hiperbóreo una especie de wag.
nerismo es, en realidad, tan francés como Lafontaine, es para decirlo de una vezun cartesiano.
Gretchen. Estas muchachas luteranas, con una trenza rubia partida en dos cocas y, hasta las rodillas, un traje blanco de lencería, de cintura tan blandamente holgada.
Parecen las mismas que en 1908 habia en Heidelberg; y sus trajes, los mismos.
Los únicos de entonces, por otra parte. con los de nuestras monjas que, llevados por cuerpos de mujer en 1908, no resultan ridiculos a nuestros ojos de hoy.
El Señor de la Isla El Señor de la Isla que hay en el Sud, nos dijo la leyenda que narraban sencillos pescadores, a la luz del hogar, bajo su tienda: en la Isla dorada, donde perfuman como abiertos pomos ricas gomas y verdes cinamomos; en la Isla silente, donde, al canto de limpida corriente, brillan las gemas de color stave, hubo un extraño morador: jun ave!
De pies en la ribera, su pico de marfil descogollaba la más alta palmera; cuando sus alas, rojas como sangriento caracol de Tyro, turbaban el murmullo de las hojas al revolar en el ambiente puro, lentas, pesadas, flojas, asemejaban nubarron obscuro.
De día siempre oculta bajo las ramas, al caer la tarde posábase del mar en las orillas, donde mezclaba el viento, del ave rara el flauteado acento y el olor de las algas amarillas.
Sacando la cabeza, los delfines amadores del canto llegaban de los últimos confines en constelado coro, y al golpe musical de sus aletas cruzaban por el piétago saetas, chispas doradas y plumajes de oro.
Así vivió los siglos. Indiscreto el ojo de la humana criatura no la midió, violando la espesura: el náufrago tan sólo, que de sus antros lóbregos Eolo arrojó sin piedad, tal vez la oyera cantando en la ribera al morir de una tarde silenciosa.
Cuando por vez primera llevó su leño un ágil navegante a la Isla distante, se puso el ave a contemplar a solas lo triste de la estela en las intactas olas donde flotaba la dormida vela, y subiéndose al ápice de un monte vió por última vez el horizonte de su playa querida, de su İsla desierta, y, las alas enormes desplegadas, con grandes voces de dolor ahogadas llenó la inmensidad, y cayó muerta.
Mozo de aldea El timido mozo de aldea, cuando muere el sol, a su casa se dirige, haciendo a menudo silbar tres sones en la flauta: Es el uno como el lamento que desde sus sepulcros lanzan los antepasados que, en muerte, a Dios ofrecieron el alma; el otro su virtud oculta roba a la fúnebre. tonada que murmura junto a las ruecas un grupo afligido de hermanas, o dice las mudas congojas de las doncellas desgraciadas que salen a vagar de noche en conquista de pan y agua.
para que ali Eugenio Ors Sólo Sandino representa.
Las guacamayas Mis guacamayas blancas tienen penachos de color de azafrán, y, entre su jaula, cabecean en tenues aros de metal.
Sin cantos ni gritos se duermen y las alas no abren jamás: mis guacamayas blancas suenan con sus dátiles y su palmar.
Aniversario Hermana, toma el cántaro de tierra gris; no olvides la costumbre, y vente luego en pos de mi: Hoy há siete veranos que lo vimos: recuerda En tanto que El hablaba, nosotras en el pozo hundiamos risueñas nuestros cántaros!
Después. un mismo día nuestro novio perdimos: Hoy, hermana, iremos a buscar en la llanura la fuente que sombrean.
dos álamos y un haya, llenemos en silencio nuestros cántaros de tierra gris.
Interpretación (De Peter Altemberg)
El joven estaba leyendole a la dama joven y pálida El Aniversario, de Stefan George.
Lee usted de una manera, dijo ella. Tal parece como si fuera el poeta. En dónde está la belleza de esta poesia? Yo la siento solamente. Si usted tuviera la bondad de contarmela.
El respondió. Lo bello está en la sencillez de la tristeza. Los novios murieron, dice el poeta. Las novias dicen sencillamente. El dia del aniversario iremos a traer agua de la fuente, en el cántaro de tierra gris, en aquel sitio de la pradera en que se alzan dos alamos y un haya. Gracias, dijo Paulina. luego añadió. En qué está la tristeza de esta poesia. En nada. La tristeza es asi. Sucesos de la vida diaria, pensamiento silencioso a la orilla de la fuente, en la pradera donde hay dos álamos y una haya.
Silencio.
Paulina se inclinó un poco hacia adelante, con las manos puestas sobre las rodillas, dijo. Tiene usted una manera de explicarlo!
Da una con lo triste, lo palpa. En verdad, usted es el poeta. Ciertamente, yo soy el poeta. Ah. ¿qué es Stefan George. El poeta. yo. El poeta. Los tres juntos somos el poeta. Viene de la página 916)
Hoy sólo Sandino representa nuestra América: los clamores, angustias, penalidades, ideales de los pueblos de nuestro contimente. hoy Sandino, también, luchando contra la dictadura y el imperialismo, es precursor de las luchas futuras que los pueblos de nuestro continente y del mundo entero han de librar contra los dos males que los esclavizan y explotan: dictadura e imperialismo, Roig de Leuchsenring CULTURA VENEZOLANA Director: José Tagliaferro Apartado de Correos 293 Caracas.
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