REPERTORIO AMERICANO 25 ESTABAMOS acostados en las sombras, La niña del cuévano entrarnos a gustar mieles silvestres de ansiedades!
cuyo ramaje desmayaba por la graciosa Del tomo Del vivir, Corpus y otros pesadumbre de la flor.
El dolor, el placer, los anhelos pasan Era en la soledad de la siesta. Veiamos caer cuentos. Biblioteca Nueva. Madrid profundamente, como rios sepultados por alas secas de flores, y quedaban sobre nues.
estas vidas humildes, y aunque ellas no lo tras frentes, o nuestras ropas, o en la tierra, sepan, aunque no se den cuenta, sienten ciegay aquí las invadían prontamente las hormigas, mente sus ondulaciones bravias, y sus riegos dichosos, y sus ruidos torrenciales. No; no nos que luego las dejaban; entonces venía algún apartemos distraídos; alumbremos estas aguas codicioso gusanito; cerca de la marchita blancura se detenía, como acometido de súbita del Misterio desconfianza. Nosotros no distinguíamos los ojiY nos quedamos contemplando a la rapaza.
tos del insecto; pero su formalidad humana. De modo que vives con tu madre y tiesu incertidumbre, sus anhelos nos hacian verle nes hermanos grandes. Queeep Hermanos. hermanos. hermaojos y hasta lentes.
na dirá usted, pues que el hermano ni tan siLas flores no tenían el olor que ofrecen en la frescura de la tarde, olor mistico, de novia quiera sabemos si es vivo o muerto, que se besada, sino casi olor de bancal de hierba camarchó más lejos de la mar.
liente. Mirando a lo alto del cielo parecian su bracito quedó alzado, perfilándose la miseria de su delgadez sobre la dormida macolgar con dulzura los racimos nevados y en rina.
el intimo y delicioso claustro de las hojas so ¿Y tu hermana?
noreaba un estremeciento de abejas. Queee? Está mala en la cama con un crio.
Esperábamos en las afueras de la ciudad un carruaje, porque. Ah! Es casada.
nos marchábamos a un pueblecito y bajo las acacias nos acosta. Queee? Da igual.
mos porque había sombra. Delante comenzaba el mar, de aguas Tu cuñado es muy bueno contigo. Verdad? Tú serás como quietas, fundidas en lámina pálida como tendida niebla, una hermanita chiquitina suya.
Crujió la tierra a nuestra espalda y dijo una vocecita. De qué. Mérquenme este cuévano. Quiero decir si te quiere y protege. Tú arrullarás a su nene, una rapaza nos presentó un hondo cuévano de mimbres aún y cuando el padre os vea jugar como hermanitos, figúrate iqué verdes.
contento tendrá. Qué te parece?
Era talludita y estaba pañosa, tostada y descalza: cabeza. El que. Pero si el cuñao está preso!
redonda, cortados los cabellos, quizá por reciente mal, parecia. El cuñao preso. Qué hizo. Mató?
de esclava. Queeé? Matar no mató a nadie; pero se riñó con otro homTeníamos algunos menudos y pudimos socorrerla humildemente; bre de Villena.
pero el cesto no se lo compramos. se hicieron daño. Hace ahora mucho sol le dijimos. y todas esas casas. Queee? Daño. daño. Es que el otro vino a morirse del campesinas miralas cerradas; por el camino no pasa sino algún resquemo de la pendencia, según me creo.
perro vagabundo, y en la playa, solos están esos viejos barcos. Bien puedes querer a tu hermana, porque es desventurada negros, rendidos sobre la arena. Quién puede comprarte el mujer cuévano. Quédate a nuestra sombra.
No contestó la niña del cuévano.
Nos miró la muchacha y sentose en la tierra como una niña. La quieres con toda tu alma?
árabe. Entonces reparamos más en sus pies, pies de caminante. Queee? Yo, no, señor.
agrandados y rudos, con costras de polvo y de jugos de hierbas. No la quieres, no te da lástima!
Apareció un insecto, muy grave, grueso, de patas sutiles, con Aqui tampoco respondió la rapaza.
negra vestidura reluciente. Andaba despacio, pesado, como reflexi. su criaturita?
vo, y nos recordaba algún conocido nuestro, respetable varón El crío siempre está pero que llorando.
que aparentaba maquinar profundidas, y es posible que no piense. la pobre de vuestra madre?
ni haga nada. Un grano de semilla, caida del árbol, hizole parar; Reclinóse la niña del cuévano sobre sus brazos como en dos luego tuvo desasosiego; sin embargo, debió recibir muy gran conpuntales, sus manos hendieron el polvo, y sus labios y sus ojos tentamiento, según se frotaba las manos, es decir, los hilillos de hicieron visaje de frialdad y desprecio.
sus palpos, y quedó meditando, meditando. Es que no quieres a tu madre?
La rapaza tomó una aguda pedrezuela; huridiosela por la es. Queee? Yo, no, señor; que tampoco ellas me quieren a mi.
palda, y el desdichado amigo nuestro crujio y se tumbó, reventado. Mira: sois pobres y tenéis tan mala ventura que ni siquiera. Por qué has hecho ese mal? le preguntamos.
vivis en hogar vuestro y vais errantes como los ganados, de reNuestras palabras le dieron asombro. Hizo luego con su hocico fugio en refugio, de préstamo, de pasada. Pero tú fijate cómo en una mueca de que le tenian sin cuidado, y nos volvió la espalda. los ganados se solicitan y quieren las reses, que cuando andan Has matado seguimos diciéndole.
o sestean en sitios descubiertos, sin sombras de peñas ni de árQueee? Pues igeno!
movió despectiva sus hombros miserables, delgaditos como boles, el vientre de cada una, de cada cordero, protege del sol la cabeza del otro hermano, y están amorosamente reunidos. Ya alas de pájaro desplumado.
vez si se quieren y ayudan. Mira; aún está vivo; ha temblado ahora. Miralo.
La niña del cuévano se habia erguido, y atendia muy quie. Queee?
tecita. no lo hizo.
Esto nos ánimo grandemente. Recordamos una de las pri¡De dónde vendría esta criatura!
meras máximas de la Introducción y camino para la sabidu Tú vienes de muy lejos. verdad?
ría, de Luis Vives: Procure siempre lo bueno y hulla de lo malo. Queee? Del hostal de ahi.
porque la costumbre de hacer a la continua bien se le volverá ¡Del hostal. Ignoramos por qué ilusión apetecíamos que lle en naturaleza gara la rapaza de lo remoto, y sólo venía de una posada cuyas La tuve siempre por muy sana, consoladora y verdadera doctorradas paredes veiamos desde nuestra sombra.
trina. Si; podemos engendrar la perfectibilidad, llegar a hacerla. Pero serás de algún pueblo muy apartado?
fisiológica. no hay mejora más bella y santa que el amor. De qué?
pensamos en esa tarde que era bueno llevar al amor un alma. Qué de dónde eres?
reciente, tierna, que podia prenderlo en otras, creando una cos ¿Queeé? Pues de Villena.
tumbre de amor que alcanzase a ser herencia y naturaleza. Villena, lugar de esta misma provincia. Es verdad; su habla Por eso le decíamos a la niña del cuévano: era de Villena. Tampoco de pueblo lejano. Pues vosotros deberiais quereros. Amar da alegría. Si os quisieseis y buscáseis el abrigo del corazón, como los corderos. Queeep Padres. padres. lo que tengo es madre y herel vientre del que está a su lado, no sufriríais con tanta crudeza manos grandes.
los rigores de vuestra vida.
Contestaba siempre: Queeep esto podía ser constante re Nos contuvimos un momento porque no pareció que habíamos celo de criatura acechada por la madre y los hermanos grandes, razonado a lo predicador elevado y solemne.
y malicia para urdir la réplica. Pero si en vez de la intima y Pero la niña nos escuchaba afanosamente. Algunas palabras obscura vida de abandono y sufrimiento que imaginábamos, la nuestras la hacían parpadear, y luego sus pupilas quedaban inmóquerían tiernamente los suyos porque era la pequeña, picara y viles, fijas en nuestras labios. esto, separadamente de la intención que nos inspiraba, casi nos envanecia. seguimos: enfermiza, y el QueeeP no manifestaba miedo o espacio para Tú dices que no te quieren mucho. verdad? No te importe.
apercibir la defensa, sino sencillo vicio de lenguaje. No venia de una próxima posada y era solamente de Villena? Quiere tú y producirás, y descubrirás la ternura en el fondo de ¡Pero qué importaba que llegase de un hostal vecino ni que las almas de tu madre y de tu hermana, como en una mina.
procediese de Villena para que esta criatura tuviera un alma to. De qué?
davia apretada, cerrada en capullo de vida, en el que pudiéramos Lo que yo quiero decir es que tú puedes enseñar a querer Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica