REPERTORIO AMERICANO 219 grandable. Si los neoyorquinos piden constantemente nuevas casas para su confort, hay que derribar las de ayer, levantar las de mañana, con todos los adelantos conseguidos en el intermedio. Yo he visitado una de estas casas en construcción y he podido ver lo que va de un inquilino español a un inquilino yanqui. En la casa van a vivir centenares de personas, muchas familias. Pues bien: cada una de ellas estudia lo que quiere y visita la obra, para ordenar al maestro los detalles que le importan. Aqui ha de venir una luz; aquí, otra; alli, el radiador; aquí, el agua. etc. Lo primero es no dejar esos detatalles al albedrío del maestro de obras, que suele instalar guiándose por una norma que se dice racional, pero que suele ser de lo más incómoda y fea; lo segundo es que, como las conducciones de luz, agua y vapor van ocultas en la obra de albañilería, es preciso decidir durante la construcción. Luego es tarde. Tendrían que adosar tubos e hilos a las caras de las paredes, como en nuestras casas.
Cuando van a España, estos norteamericanos genuinos fruncen el ceño ante la suciedad y no les quedan ojos para comprender lo otro. Nosotros amamos a Toledo, a pesar de sus cosas, porque lo miranos con sentido histórico; pero el hombre que lo mire con sentido higienista, o un principio imperativo de limpieza no puede hacer la vista gorda como nosotros.
Muchos de nuestros hombres inteligentes no digo ya el vulgo consideran risible tener por ideal la limpieza. lo sumo, conceden que sea un ideal femenino. Discrepo y discrepo.
Puede ser un ideal tan grande y complejo como cualquier otro.
Aunque parta de la limpieza material simplemente. quiero traer a colación algo de Francisco Giner, maestro completo, que puso tanto empeño en que fuesen limpios el corazón y la mente como la corbata, la camisa y la casa. No por ser filósofo fué sucio. Porque fué filósofo vió el hondo sentido de la pulcritud. Pues bien: como viera el maestro la lucha que entablan entre sí la pobreza y la limpieza; como viera que los no pudientes apencan con los muebles de bazar y toda clase de chirimbolos feos, el buen viejo promulgó diríamos. la ley del pino entre los suyos.
Más vale tener un mobiliario decente, limpio y sencillo, de esa madera pobre, que un mobiliario pretencioso y propenso a la porqueria.
El yanqui va en esto mucho más lejos que Francisco Giner. Entre la historia y la limpieza, opta por la segunda. No le importa echar al suelo un palacio como el de Vanderbilt copia fidedigna del Chateau de Blois, levantado el año 88si esto le proporciona la satisfacción de poner en la puerta del futuro edificio. Cuarto con tres baños. Los habitáculos que se construyen ahora han de tener forzosamente tres baños: el de los dueños, el de los huéspedes y el de la criada. Por cierto el de ésta es más pequeño.
Claro que no todos los pueblos se pueden permitir el lujo de la demolición constructiva.
Hoy existe ya una responsabi.
lidad histórica en los países viejos. Si éstos planearan a lo yanqui, no quedaria memoria del pasado arquitectónico ni urbano. Por fortuna para los yanquis, aquí no hay paredes respetables, y con su procedimiento no las habrá nunca. no es que odien la Historia; es que no toleran que ella se oponga a sus deseos de perfeccionamiento. La prueba está en el Museo Metropolitano; en él hay lo que no he visto en museo alguno de Europa: grandes departamentos destinados a la historia de la habitación en Norteamérica. Instalación maravillosa, completa y limpia, con cuartos rudos y refinados, de pobre explorador que tuvo que hacer de carpintero sin saber, luchando a brazo partido con los troncos, sin lograr vencer su poderio selvático, y de millonario afrancesado cuyos muebles apenas tienen madera y, en cambio, sostienen finos cristales y rutilantes bandejas de plata.
Alli, si, todo el honor a la Historia; sin regateos. ya que hablamos de interiores, diré que desde mi llegada me parecieron interiores de gran navio. Se debe esta sensación a dos causas principalmente: a las pequewas dimensiones de los cuartos y a la abundancia de madera.
Después de todo, marinos fueron los hombres que aquí llegaron, y navío es la isla de Manhatam.
El corazón podrá estar o no en desacuerdo con la demolición y la limpieza; pero la razón se pone de su lado sin vacilar.
Este fenómeno me ocurre con muchas cosas de América: no las siento; las comprendo y las alabo; pero me despido de ellas. es que todos los arquetipos de vida son humanos; es decir, falibles. No hay uno solo que sirva para las fuerzas contradictorias que integran la vida.
Yo puedo admirar el procedimiento que usan los yanquis para limpiar las fachadas ennegrecidas por el hollín de las fábricas y la humedad; su pulverizador de arena me parece más eficaz y rápido que el nuestro de la piqueta, yo puedo admirar la limpieza de conducta, la limpieza moral que este hombre de faz abierta y limpia observa en sus relaciones conmigo pero no puedo sentir entusiasmo en los cabarets pasteurizados de Nueva York, donde se bebe agua y se paga muy caro para evitar gente bohemia, ni con esa franquicia de que goza la mujer desde que apuntan sus instintos. En estos dos casos falla el ideal de limpieza; no sirve. Estropea o desvirtúa. El cabaret requiere más franquicia, y la niña, menos. si al decir esto resulta demasiado español, mejor José Moreno Villa En la playa Consultorio Optico Rivera EXÁMENES DE LA VISTA. ANTEOJOS LENTES DE TODAS CLASES EXACTITUD PRONTITUD Especial atención en el desarrollo de recetas de los Señores Médicos Oculistas GEMELOS DE TEATRO CAMPO. MICROSCOPIOS LENTES DE LECTURA Blancura de luna y vela cercana en noche oportuna en barca lunar.
y en playa morena, La barca se aleja, tranquila y serena al frente del mar; es sombra que deja recuerdos apenas Blancura de ensueño, en estas arenas de cielo risueño, de eterno esperar: de amor y poesía, La barca es un canto de paz y alegría y grato soñar; que sabe el encanto de lunas y brumas Blancura sin pena, y blancas espumas de clara azucena, collares del mar; de nardo y de rosa y frente de Diosa La barca en la calma que vive en el mar; talvez es el alma Las frentes unidas, de algún navegante, unidas las vidas, trovero y amante, y el mar y este cielo, ahogado en el mar.
y el alma en un vuelo Por eso la vela sereno a la par; es mágica estela Blancura de espuma, de una alma abatida, de nube y de bruma, que vive la vida de estrella lejana, inmensa del mar. Salas Pérez Puntarenas Dic. 1927.
Guillermo Rivera Martín Optico del Colegio Nacional de Jena, Alemania Aprobado por la Facultad de Medicina de Costa Rica SAN JOSE DE COSTA RICA CORREO 349 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica