REPERTORIO AMERICANO DR. HERDOCIA Enfermedades de los ojos, oídos, nariz y garganta ción, esbozo de novela, cuento, rasgo costumbrista, retrato, comentario, juicio, poema en prosa, política, glosario. Todo lo que constituye el mundo del periodista fué familiar para Montalvo. Sólo que sus articulos no han de perecer como los del cotidianismo telegráfico: Formados sobre el tiempo, el mismo se ha en.
cargado de abrillantarlos como a singular metal de resistencia. Varios y completos, sensibles como el diapasón, detallistas como el paisaje, carecen de la superficialidad del horario, cuyos dos brazos, como esclavos del tiempo, apenas si saltan, imperceptibles ante la niirada estática.
Horas de oficina: 10 12 de la mañana y de a de la tarde Contiguo al Teatro Variedades esos recuerdos, picantes e Intimos, que tanto descubren el verdadero carácter y que sirven, por sí solos, más que una profunda y lenta penetración de exégesis. Gonzalo Zaldumbide, con la justeza parnasiana de sus juicios, nos ha dicho algo del Montalvo joven. Congregó a la élite del pensamiento francés, frente a la casa mortuoria de Montalvo, en la rue Cardinet de Paris y en exámenes sagaces, comple. tos, artísticos, ha revelado nuevas condiciones del estilo de Montalvo, de la elaboración de El Cosmopolita, de El Espectador, de los Siete Tratados. Isaac Barrera, buscó, en la inagotable vena del Cervantes de América, la vocación investigadora del crítico y su perspicacia analizadora se detuvo también en el epistolario de Montalvo. Oscar Efren Reyes, con firmeza parecida a la de sus relatos de la Historia de la República, trazó, en las páginas de la Monografía del Tungurahua, la vida de don Juan, en esquema que, por su mismo laconismo, despierta el anhelo de penetrar en el detalle. Cesar Arroyo ha bordado su emoción de castellana loanza en varios de los capítulos de Montalvo y de Rodó, y estudiará al Montalvo cervantino. Benjamín Carrión nos ha ofrecido un libro de la vida y de la obra del Cosmopolita, entre los muchos que anuncia y que vendrán, copiosos y floridos. Alejandro Andrade Coello comentó la obra de El Cos.
mopolita, en sus Motivos Nacionales junto a los estudios acerca del sabio Maldonado, del orador quiteño José Mejia y del épico Olmedo. Manuel Elicio Flor, en el Salón del Ateneo Dominicano, cedió a la simpatía que le inspiraba el santo laico, ofreciéndole un voto de su elocuencia. Julio Mera nos contará del camino fecundo de su letra, en la prensa ambatena, en las hojas periodistas fecundadas en hora de lucha, en la simiente que hubo de afirmar, en.
la candela que prendió en compania de Juan Vela, en la primicia, en fin, de la dicción limpida y combativa que no fué raro escuchar, más tarde, en la frase de sus Epígonos: Aparicio Ortega, Manuel Calle.
El documento vivo. Don Juan Centeagua nueva, para tenerlo a imagen y semejanza nario. podrá repasar, por nuestros campos, del antiguo. Enternecido por la reconstrucción, con apostura idéntica a la de sus dias de El pensará que la Hipólita, ese «lacrimatorio de Cosmopolita? La biografia reclama, con insisbasalto» le cuenta, como a Simoncito, la histencia, su airosa figura y su valor esencial. El toria de la mula coscoja y otras fábulas exMontalvo accionante y vivo no conoce aún el trañas para el alma del niño varonil. Marchalibro que nos lo traiga en espiritu y en forma rase hacia el Orinoco, se desmayara sumergido humana. Aparte de los datos ordenados por en sus aguas, como en la noche pávida de CaYerovi, en la biografia cronológica, el primer sacoima. Trotará en mula por los llanos.
códice de su vida y de su obra, el soberbio Nosotros también hubiéramos querido que medallón de Rodó, esculpido con golpes manuestro Lucas Ochoa emprenda viaje parecido gistrales, ha fijado para siempre las líneas de por las rutas montalvinas. Que se detenga en su fisonomía. Cierto que el prosador uruguayo Baños y repare en la piedra multicor que fué penetra en la fronda de sus concepciones espedestal de su cansancio. Que sorprenda su téticas con visión cariñosa e iluminada. Cierto diálogo mudo con el Pastaza. Que adivine coque descubre vuelos de su alma y de su gemo frente a ios milagros de la Naturaleza nio en el solar de Ambato, en cuya descripcomprendió la belleza de los clásicos, sin moción se afana, sin conocer a la ciudad con los.
delo antiguo; como hubo de sujetar a su Proojos terrenos, pero adivinándola con raros meteo a la roca imposible; como decurrió por aciertos, como si la hubiera soñado en tangien medio de tanta belleza diseminada y virgeni ble presencia. La verdad que se adelanta, por a través del sub tropico, resbalando en los el acopio de los documentos vivos, a la biosenderos que orillan al tributario del Amazografía que hoy adquiere singulares milagros de nas, como en nueva Odisea, pero ésta si soliplástica por el arte urgido y emocional que taria y meditativa. Como, en la roca negra, estudia por análisis y recompone por sintesis, desnuda, de corte profundo, advirtió cierta tiensayando la parábola de Dios al soplar con niebla del Averno y bajo el cielo azul de ese sus labios creadores en el barro de la forma otro valle, extendido como para el eterno desadánica. Mas, el retrato rodoniano, de seguricanso, dijo quizá, dando libertad al suspiro: dad y de ambiente, espiritual y físico, histórico ¡El Eliseo. Como se baño en la Juvencia de y estético, no es el de la viviente figura, como la Virgen de Agua Santa o quiso probar del lo quiere el re paso centenario. Digno de la Leteo amazónico.
majestad del Proteo, relacionase más bien con Que acompañe a Montalvo en su paseo vesel bronce que salió perfectisimo de las manos pertino por el Ficoa. Que, cerca de los libros de Plutarco o con el alabastro heroico que amados, espante al sueño que se filtraba en pulió Carlyle. su vigilia de lectura y pensamiento. Que le Rodó, el autor de Montalvo, también quiso siga, observando sus rasgos de pluma sobre modelar, con su grave sapiencia, ulu magnifico los cuadernillos albos, de hojas regulares y de Bolivar. De aquel ensayo, con encantadoras costura igual. Que le sorprenda en su fácil proporciones, surge el Libertador, esbozándose invitación al arcaismo, en el como de habitual en sus llueas de la más pura epopeya. Al coparlamento. Que le descubra en su desazón de nocerlo en las páginas de Rodó se nos ha tachar la frase imperfecta. Que le contemple vuelto inolvidable. Esa es la figura magra, ese en su rápida memoria de la etimologia. Que le el vencedor aliento, esa la diestra que dio vida siga en sus recuerdos enlazados y prodigiosos al rayo, esa la voz de la proclama, ese el jide tanta lectura, lejos de los libros, de cara nete de la vanguardia que no halló dificiles al sol, en su mediodía de producción. Que milos Andes para su galope.
re, en su rostro, la onda momentánea de rubor, frente a la mujer amada, raro contraste De la tierra colombiana, el escritor Fernando González, llamado a espléndida fortuna en el de aquel espiritu que pudo decir de un privimundo de las letras, despachó a su amigo y.
legiado valor y un férreo brazo: Mi pluma lo mató. Que le admire en su lento sorbo del filósofo a la mitad gandhiana y quieta de su vino pascual que nunca prendió en pecho la movible alına de Nietzche, a su Lucas Ochoa, llama ascendente de la cmbriaguez, Que le sipara que viajara en busca de los datos intimos ga a París, en sus veinte y cinco años ilusiode Bolívar. No los encontro en la Patria de nados, y más tarde en su dura expatriación, Santander, a lo menos en la potencia que busque viva con él en Ipiales, que oiga su pláca su empeño, siquiera como átomo de su protica con Lamartine, que le acompañe a las Bipia vida. Ochoa visitará el Ecuador, en las bliotecas ya los Museos de Francia, que orillas de Paita querrá en vano remover las cenizas de Manuelita. iráse a Venezuela, siente con él el garfio del hambre y el duro acero de la soledad.
aunque sus compatriotas se burlen de su pasión andariega y le reprochen su desamor a Algunos de los amigos de Mon.
la casta. Pasaráse largas horas en el patio de talvo. Parece que no es un venero el la casa de los Bolivar, y sin encontrar el aro Montalvo anecdótico. Sin embargo, su amigo y que echó a rodar Simón, romperá el barril del Secretario preferido, Celiano Monge, ha escrito El libro de la vida. Se ha creído que la biografia moderna puede presentar dos faces en su estructura viva y completa. La primera, reclamada por los devoios de la Historia, se cuidará de que predomine la verdad en las líneas del retrato y en el ambiente que le sirva de fondo o de cielo. No han de fal.
searse las condiciones éticas del biografiado.
Se penetrará sagazmente en el estudio de su carácter. Integro e imparcial el aprecio de la obra. Toda pasión se volverá falsedad, absoluta o relativa, en ese relato de la vida, ejemplar o armoniosa, heroica o lúcida, artistica o poderosa, que debe ser la biografia. La se. gunda se ofrece a varias consideraciones. La vida que ha logrado impresionarse en nuestro pensamiento admirativo, que al fiu nos cons quista y nos obliga a interpretarla y describirla, puede salir del marco de la historia. No vamos a relatar escuetamente. Nos sentimos estéticamente apasionados. Interpretamos un gesto de nuestro héroe. Queremos hallar, en el fondo de esa insinuante frase, algo más que un enlace sintáxico, que una iniagen de Retórica, que una coherencia de Lógica. Somos los buzos de una alma mejor si hemos revuelto su tranquila superficie. y vamos hacia el fondo en donde se retraen las perlas, los corales y las esponjas. Por el comienzo. la vida exterior, la que se refleja en los documentos, la que muestra su semblante en las biografias cronológicas. hemos querido llegar a la vida Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica