Capitalism

REPERTORIO AMERICANO 173.
San Juan. Puerto Rico. 1931.
cillamente se cambie. Venimos a saber más Después de considerar dichas grecas del cha consideración rodea entre nosotros un tarde que el ritmo adoptado, y que a veces carácter femenino, es curioso darse cuenta acta de independencia que en verdad indetuvo apariencias de magnífico, nos triza y de que la mujer de nuestra raza no observe pendizó a un décimo de la población; munos hace estallar lo mismo que la mudanza la desgracia que ocurre a lo largo de nuestro cha dignidad otorgamos a una Constitución de calor y frío triza y rompe los cuerpos. Continente en esta hora, y que no salte a que nos llama libres a todo trance y que La costumbre constituye el tejido de mu defender el suelo que es la posesión máxi nos ha echado sobre el cojín de pluma de la chas almas pareciendo ser únicamente la ma. La que escribe estas líneas necesita confianza, desde el cual no levantamos la rutina de muchos cuerpos, y cuando nos la ser campesina de origen, campesina de cos cabeza para saber si seguimos siendo libres; descuajan, el desgarrón se siente en las en tumbres y campesina voluntaria o deli mucha oda y mucho orfeón enderezamos en trañas que era donde remataban sus hilos. berada, para que el problema le golpee el torno de nuestros héroes políticos.
En apariencia la tierra es un negocio corazón después de quemarle los ojos con Desde 1810 hasta hoy, la época se ha volexclusivamente viril y la mujer, que rara los que ha mirado la venta paulatina de la teado como bolsillo, y las palab indevez cultiva, no tiene por qué preocuparse de América nuestra.
pendencia, libertad, y heroísmo, corresponél. En verdad la tierra la defiende el hom Un amigo me daba en Nueva York hace den a realidades nuevas, terriblemente bre, pero la defiende para la mujer. meses una estadística hecha por él silen mudas. De esta manera nuestra vida naEso que llaman la riqueza mueble ac ciosamente sobre la distribución de la pro cional sale menos de una Cámara legislativa ciones, bonos, valores en general y que piedad en su provincia. No quiero yo que de una Cámara de comercio y agriculyo llamaría la aventura acostada en papeles nombrar el país de que se trata, pero puedo tura; un héroe cortado para este tiempo numerados, es un lote inventado por el hom asegurar que el dato es terriblemente verí será el botánico que cure en el Ecuador la. bre. La mujer sensată casi siempre cree dico; un tercio del suelo ha sido enajenado, plaga del cacao y un salvador con mayúspoco en eso, aunque saque de ellos vestidos en esa patria latino americana y el traspaso cula mesiánica en el nombre, será aquel que y perfumería. la mujer cree en la propiedad se ha cumplido en unos treinta años. Uds. nos mude la organización social de cuajo, de ver y tocar, en el predio deslindado, en no llamarán alarmista a la persona que cal acicateado y urgido por el hambre de la pola granja, y en esas cosechas casi seguras cule la pérdida de otro tercio de suelo para. blación y las poblaciones.
o seguras de donde sale desde su mesa has treinta años más. La calamidad va de pri Tierra nuestra podemos llamar solamy ta la ropa de su niño.
sa como el despeñamiento en la tragedia te a aquella que según las listas de los Mu. Cuando el padre, el marido el hermano griega y esta tragedia és la única digna de nicipios, muestre. nombres y apellidos hipotecan esa lonja labrada, la mujer es tal nombre en cualquier nación.
nacionales en la inscripción de la propiela única que llora, que siente en ese suelo Nuestros países ideólogos viven de ilu dad; riqueza nuestra es aquella cuyo caño una calidad de carne y se duele de la pér siones infantiles o de especulación pedante; abastecedor, sea de petróleo, de goma: o de dida como de una amputación.
parecemos niños en la mitad de nuestros maleza, sea sostenido por manos propias, Cuando los pueblos primitivos asignaban actos y gente senil en la otra mitad. Mù por las manos de nuestro color.
al hombre el fuego y el aire como elementos Gabriela Mistral suyos y señalaban a la mujer la tierra como su lote, tenían razón redonda, y acertaban en plano, y más acertaron dando a la costra.
La prostitución y el capitalismo.
cultivada nombres femeninos, como Ceres. Viene de la página 168)
o Pomona o Diosa del Maíz.
El hombre tiende a trocar su bien, a engañado, han sacado de sus hogares y han y que se les encierre en prostíbulos, para arriesgarlo y también a jugarlo. Él es juintroducido en los prostíbulos. Las familias que los hombres responsables. y. curas gador por excelencia, y para decir esta de estas muchachas, llenas de dignidad. cultos sacien sus vicios.
temeridad yo me acuerdo de los hombres y no han querido saber nada de ellas, y otras, La ley española cosa que la sociedad mujeres que yo he contado en torno del taa pesar de haber hecho indagaciones, no han española aplaude permite, además, que al pete verde. La mujer tiende a volver la podido averiguar su paradero. Así se exgunos periódicos publiquen anuncios de caganancia del hombre, cuerpo estable dis plica que mujeres de buenas familias se balleros que desean proteger a jovencitas.
frute sin riesgo, en casa o predio. El munvean totalmente aisladas del mundo y ten y otros, mucho más cínicos, que no es do habría sido puro nomadismo y fuego gan que resignarse a la esclavitud sexual. necesario citar, porque todo el mundo los fatuo de aventura incansable si no le ponen.
ha leído, probablemente. Es decir, se dan La prostitución y la ley. En algunos al Adán la Eva al costado y en ella la restodas las facilidades a los agentes de trata países, las organizaciones de trata de blanponsabilidad de los hijos.
cas trabajan y funcionan clandestinamente.
de blancas para que cacen a las mujeres Siguiendo en esta línea de permanenlegalmente irresponsables. mujeres que Claro que su clandestinidad es bastante recía, la mujer crea sobre la tierra pesada de lativa, pues aunque las leyes del país prohi después van a parar a los burdeles de Bucnos Aires o de otras ciudades y que, cuanla que está segura, las costumbres que traen ben la prostitución y los prostíbulos, en también su plomo adentro.
cambio los protegen hombres influyentes do llegan a viejas, son arrojadas a la calle, El hombre recibe o hace la religión como donde mueren de hambre o, si fueran pelique acuden a ellos a satisfacer sus vicios.
una llama que lo empine hacia loſ descono Pero hay otros países, como, por ejemplo, do esto lo protege un país plagado de curas grosas, son asesinadas indirectamente. Tocido, y la mujer poco a poco transforma España, donde la ley permite la prostitución y de monjas, de representantes de Cristo.
esa misma religión, de la mística pura que y los prostíbulos con un descaro asombroso.
era, en la ética positiva y, a veces, en la La misma ley que niega a las mujeres el La prostitución clandestina. Esto vulgar policía del hábito, es decir, en apro. derecho de ciudadanía y hasta el derecho de no quiere decir que si en España se prohivechamiento. La mujer pide al hombre el manejar su dinero.
biera la prostitución quedaría el problema matrimonio cuando él le ofrece el amor; Los curas y las monjas, que en España solucionado. Mientras perdure el régimen la mujer nunca le solicita que vaya a la gue son una de las bases de la sociedad capi capitalista, la prostitución seguirá exisrra, pero acepta su partida cuando la guerra talista, hacen todo lo que pueden por man tiendo, legal o ilegalmente. En Inglaterra se vuelve distinta de la aventura y se llama tener a las mujeres en la más absoluta está prohibida la prostitución y, sin embarla guardia de los bienes. Hay una grada ignorancia y en el más perfecto analfabe go, en Londres hay muchas más prostitutas ción infinita de las exigencias femeninas tismo. nuestras leyes, que consideran que que en cualquiera de las grandes ciudades al varón, y, desde la primera a la última, la mujer es irresponsable, igual que los ni del mundo. La moralidad capitalista del éstas se resuelven en posesiones materiales ños y los dementes, permiten que se engañe. matrimonio por dinero, sin amor, y después que son las de su preferencia.
y se pervierta a estos seres irresponsables satisfacer, cómo y donde sea, los deseos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica