LeninSyndicalism

342 REPERTORIO AMERICANO todo. flores que ir en tales artefactos, también correría, al ha retirado con los amigos a su casa; a esta den que arregle sus juguetes rotos; claro, comenzar el buen tiempo, hacia el campo, casita en que está el cuarto con la mesa cu que un hombre que sabe componer una bicien busca de aire libre, de silencio, de paz bierta de hule negro; mesa en que tanto y cleta ha de saber también componer una y de flores. La pasión del marido y de la tanto el trabaja.
muñeca o un balón. no duda nuestro mujer son las flores; las flores silvestres; no es sólo este trabajo de escribir hombre en arreglar los desavíos de los juflores frescas, lozanas, cogidas en los bos bros y artículos; no es sólo la lectura la guetes que le presentan sus amiguitos. Los ques y en los lindes de los caminos, trai escritura lo que le da que hacer. El trato cuales le quieren, le adoran por su afabilidas en un oloroso manojo, pendiente de la con los camaradas se lleva mucho tiempo dad y por su solicitud.
bicicleta.
también. En París viven muchos compa Un día, el ciudadano ha tomado su somDespués de unas horas de esparcimiento. triotas del ciudadano; continuamente están brero. Va a salir de casa; no pasa nada.
en el campo, el ciudadano que hemos visto llegando, del remoto país, gentes que trase entrega al trabajo; y se entrega de un ¿Dónde vas? le pregunta su mujer.
tan de acomodarse en la capital de Francia; modo decidido, entusiasta, fervoroso. Nada todos acuden a nuestro hombre; todos le. Vuelvo en seguida replica él.
le distrae de su labor; acodado a su mesa piden consejos, recomendaciones, auxilios, Las horas trascurren; los días se sucecubierta de hule negro, escribe durante confortación espiritual. En París se puden; las semanas se desvanecen. El ciuhoras y horas. De cuando en cuando, se blica también un semanario; lo publican dadano no ha vuelto a su cuartito; se recibe detiene para leer un rato o compulsar una estos emigrados que arriban de la lejana una carta. La carta es de Alemania; allí cita. La anciana, muchas veces le reprende patria. Nuestro ciudadano ha de atender.
está nuestro hombre: Es una cosa rara; cariñosamente; le dice que es una locura el asimismo a la redacción y confección del hay algo de misterioso en esta vida que no trabajar tanto, con tanto ardimiento; los periódico. No se pierde detalle; está en comprenderás todavía acaso, lector; este camaradas intentan también llevárselo para si no tuviera esta condición rara, rarihombre es, en 1910, un simple transeunte distraerlo; pero él no atiende a razones; sima, de tener presentes todos los porme en París; pero andando el tiempo, dentro sólo al llegar la primavera, cuando la ben nores, no sería lo que es. Muchas veces, de pocos años, este simple ciudadano ha de cina y el barniz han hecho su oficio; sólo por ejemplo, ha recomendado a los com. realizar en Europa, en la más grande de entonces saca la bicicleta de su escondrijo pañeros que envían sus artículos al perió las naciones europeas, una obra trascendeny se da los grandes paseos. Sobre la mesa, dico, que escriban con letra clara, que escrital, honda, intensa; una obra que no tendrá entre los libros, las flores silvestres que ban de modo que los tipógrafos entiendan precedentes en la historia; una obra que han sido traídas del campo. Cuántas veces bien la letra. Así, ahorrarán trabajo a los será el comienzo de una nueva era. Este se acordará en su vida este hombre de las cajistas y la composición se hará más rápi hombre que se halla arreglando la bicicleta él cogia en sus paseos por la cam damente.
en la calle, con las mangas de la camisa piña parisiense! Las flores están allí, sobre Tener pasión por la flores y no amar a arremangadas, se llama Uladimir Ilitch la mesa, en tanto que la pluma va corriendo los niños, no puede ser. Alguna vez nues Oulianov, por otro nombre, Lenin. en rápida por las cuartillas. Todos los días, tro ciudadano se permite pasear un ratito un librito que acaba de publicarse, Lenini a este ciudadano. escribe un artículo; el por un parque: el de Montsouris. En cuanto Paris, se cuentan estos recuerdos de la esmismo lo lleva al tren que ha de conducirlo le ven llegar los niños, ya están rodeándole; tancia en la gran ciudad del gobernante muy lejos; pudiera hacer otro este me. no le dejan; le hacen mil preguntas; le piruso, en 1910.
nester; pudiera el artículo ser depositado en un buzón de las calles; pero nunca ha conA zorin Madrid, 1950.
sentido este hombre en separarse de sus cuartillas. Con el pliego en el bolsillo, va rápidamente, en el metropolitano, hasta la Signos de la era nueva estación del Norte; él ha calculado ya el tiempo que es preciso para llegar a la estaLa juventud en el Poder ción diez minutos minutos antes de la salida del tren. Matemáticamente, todos los Reza un aforismo inglés de alta ime Entre 1920 y 1924 se reunían los días arriba a la estación con esa antelación pertinencia que engordar es una inco «nuevos en ucre, en torno de Rode los diez minutos y deposita la carta en rrección y envejecer un crimen.
berto de Jouvenel y. de Francis Delaisi.
Entre los signos de la era nueva, se Quienes se hayan apasionado por las la estafeta. Le han dicho a este hombre que ñala un periodista londinense la juven ideas de nuestro tiempo saben que Jou si él se aviniera a mandar su artículo a la tud de algunos subsecretarios del Go. venel y Delaisi habían publicado entonestación con persona de confianza, todo ese bierno provisional de nuestra República. ces dos libros de los que se hablaba tiempo que él emplea en ir a llevarlo, pu «En España, como los Estados mucho: Pour Etat y Les contradictions diera emplearlo en tomarse un ligero y re Unidos, y como en el pueblo francés du monde moderne.
parador esparcimiento. Pero él es un poco escribe. la juventud sale del juego del. En el debate vehementísimo que las tozudo; no accede a las súplicas de la mujer deporte y entra con vigor en el juego doctrinas de Delaisi promovieron, Esjoven, su mujer, de la mujer anciana, su político. paña no se inhibió. Escritores de autoDel asalto de los jóvenes al Poder ridad, a quienes las señales de su época suegra, y de los amigos. En una ocasión, hablaba recientemente Georges Bonnet, no sorprenden dormidos, intervinieron los camaradas lian tramado un complot; uno de ellos ha dicho que precisamente él, ese ex ministro de la República francesa. aquí y en Bilbao en la polémica.
Los jóvenes a quienes aludía estudiaban Parece que en Euvre hombres sin día, iba a la estación del Norte, y que, por durante la guerra en el Liceo. Leian, a la primera cana afrontaban con lo tanto, podría llevar el artículo. El ciula vez que griegos y latinos, relatos de. lor los grandes temas públicos: deudas dadano ha accedido; como tenía este rato trincheras. Vieron cómo se hace Historia interaliadas, reparaciones, estabilidad del libre, los demás amigos se lo han llevado entreverando en sus anales esplendores. franco, reconstrucción del Estado moa un teatrillo donde canta un cancionista y miserias, y hoy avanzan por la vida derno, sindicalismo, etc. etc. Los conobrero. Embelesado ha permanecido escon seguridad absoluta.
tendientes do entonces, instalados concuchando el ciudadano las canciones popuCuando Bonnet era joven creía, como fortablemente en la vida, se preguntan: lares, obreras, de este cantor; tanto le ha los de su promoción, que el Gabinete Qué nos falta? Todos responden a una. El Poder. Tenemos un lugar preemigustado el obrero cantor, que después de la agotaba patriarcalmente su largueza al asegurar 500 francos al inspector de nente en las finanzas, en la Adminisfunción ha entrado al escenario y ha estado Hacienda, al auditor del Consejo de Es tración, en la diplomacia, en la cátedra, conversando larga y cordialmente con él.
tado o al ataché de Embajada. Hoy los en el periodismo. Eso no quiore decir El tiempo pasaba grato; las cuatro de la jóvenes se ríen de pritaneos tan mo sino que estamos maduros para el mando.
madrugada eran cuando el ciudadano se dicos y toman su presa donde la hallan. Nuestro programa es sencillo como «los en ca Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica