REPERTORIO AMERICANO 211.
de su pueblo, sino que echó los ojos ávidos y el y sacerdote, académico y revolucionario, juez de peones. Había querido a Teófilo porque alma enamorada y el pensamiento portentoso por noche y soldado de dia, establecedor de una ver aquel era de su clase. Remigio la podía todos los espacios de la tierra; él no salió jamás dad y. de un banco de crédito. Tuvo durante abandonar.
de su casita obscura, desnuda de muebles como su vida a su servicio una gran fuerza, que es Pero un día apareció con «su hombre.
él de vanidades, ni dejó nunca la ciudad nativa, la de los niños: su candor supremo; y la indigcon cuyas albas se levantaba a la faena, ni la nación, otra gran fuerza.
Desde aquel dia no volvió a visitar a En suma: de pie en margen de este Catuche alegre, y Guaire blando, su época, vivió en ella, en las que le antecedieron los Dominguez. Le podían preguntar que y Anauco sonoroso, gala del valle, de la Natu y en las que han de sucederle. Abrió vías, que en donde lo había encontrado y ella no raleza y de su casta vida. Lo vió todo en sí, de habrán de seguirse; profeta nuevo, anunció la iba a saber qué contestar. Pero a sus oídos grande que era. fuerza por la virtud y la redención por el tra llegó lo que decían las lenguas, que «se Este fue el hombre, en junto. Postvió y pre bajo. Su pluma siempre verde, como la de un había enmancuernado con un forastero. vió. Amó, supo y creo. Limpió de obstáculos ave del Paraíso, tenía reflejos de cielo y punta El «forastero, había llegado en una la vía. Puso luces. Vió por sí mismo. Señaló blanda. Si hubiera vestido manto romano, no noche de invierno a pedir posada. Decía nuevos rumbos. Le sedujo lo bello; le enamoró se hubiese extrañado. Pudo pasearse, como quien que se había extraviado del camino real lo perfecto; se consagró a lo útil. Habló con pasea con lo propio, con túnica de apóstol. Los y que andaba desorientado. Queria que singular maestría, gracia y decoro; pensó con que le vieron en vida, le veneran; los que asisPola le diera en donde dormir para bus. singular viveza, fuerza y justicia. Sirvió a la tieron a su muerte, se estremecen. Su patria, car el camino en la mañana. Pola le dió Tierra y anio al Cielo. Quiso a los hombres, y como su hija, debe estar sin consuelo; grande a su honra. Se hermano con los pueblos y se ha sido la amargura de los extraños; grande ha en donde dormir, allí cerca del fogón para hizo amar de ellos. Supo ciencias y letras, gra de ser la suya. cuando el alzó el vuelo, tenía que se calentara el cuerpo porque estaba cias y artes. Pudo ser Ministro de Hacienda limpias las alas. todo mojado. El «hombres no se fué al día siguiente. Lo cierto es que él dispuso José Mart quedarse, pero no fué él quien dispuso. Revista Venecolana. Caracas, 15. Julio, 1881. sino las circunstancias. Quien sabe que arreglo tuvieron en la noche con Pola, lo cierto es que no se fué. Una semana El gato después allí estaba en el rancho de Pola.
Por fin se encariñó con el lugar. Salió De Zapatos Viejos. Narraciones de la vida en un pueblo a watar venados con la escopeta del finale Centro América Samet. Editor. Buenos Aires.
do Teófilo, poro no mató nada. La mayor Vivian los dos en un rancho de paja. lizada, sin saber qué hacer, luego metió parte del día se estaba sentado en la Las vigas y la paja del techo estaban la cabeza en una olla de agua y empezó puerta mirando para el llano.
ennegrecidas por el humo y el hollín del a restregarse la cara, como para limpiarse. Pola le dijo Remigio quiero que fogón en que se calentaba la jarrilla del la costra y el tizne del humo: Se limpió te vayas a la Hacienda a vivir contigo.
café. Adentro del cuarto quedaba todavía bien la cara y salió a recibir al visitante. Con ese forastero no sales de apuro.
prendido de raíz, el tronco de un árbol. Polaaaaaa!¡Está allí tu maridooooooo. la Hacienda. Hum, y después lo usaban para colocar allí objetos de co Reinigio le gritaba a Apolinaria desde me das viaje!
cina. Durante el día, ella iba a traer agua la puerta del cerco sin atreverse a llegar. Te juro que no, Pola. Te lo juro por y él, con aburrimiento, pasaba bostezando cerca del rancho. Era costumbre de Re estas crucitas.
en la puerta y mirando hacia el llano. migio preguntarle por «su marido» a sa Yo quisiera, pero.
Ella reunió seis huevos de las gallinas biendas de que no eran casados. Además Te voy a tratar decente. Además vos y lo propuso que, como el siguiente día Remigio sabia que «el hombre» no estaba, 110 quieres a ese «forastero. era domingo, él fuera a venderlos a Santa pues nunca acertó a llegar estando el alli. Quererlo. Yo no lo quiero, Dios sabe!
Clara. El aceptó.
Apolinaria sabía esto y por eso corría a Es veru haragán. Cuando por chiripazo. Los huevos se están dando a tres. lavarse la cara cuando oía el trote del mata un «venao, con la escopetit del Si no los pagan mejor los traes. Tres caballo, tan pronto como «su hombre sa «finan» Teófilo, lo que hace es irse a venhuevos por medio en seis huevos es un lía. Remigio se percataba de las salidas der el cuero a Santa Clara y beberse el real. Cuidado, nada menos. Cuidado con del «hombre» porque desde la cumbre pisto. Después viene «pasaor do guaro, mal vender los huevos.
del cerro, en donde estaba haciendo una con una juina que no puede ni andar.
La mujer fuč al cerro, trajo bastante hachazón en compañía de dos peones para ¿Trabajo? dico que nunca ha «trabajao.
paste, sacó una tombilla sucia, la limpió, sembrar un matambre,. coluinbraba el en su vida. por eso yo lo digo que se envolvió cada uno de los huevos en un rancho de Apolinaria, esperando que el vaya, pero no quiere irse.
poco de paste, los colocó todos en la tom «hombre» saliera para bajar al trote del Te voy a liacer una propuesta y si billa, cerró la tombilla, la amarró con un caballo.
10 aceptas sos una tonta. Yo voy para bejuco que trajo también del cerro y se Apolinaria, es decir Pola, era do ulli. Santa Clara a ver el patrón. Aquí ando la entregó al hombre, que la observaba, Al otro lado del portillo estaban los ran. llevando una botella de guaro de la sacomo siempre, sin prestarle la menor ayu chos de los Domínguez, tíos, hermanos, cadera de Nor Isidro. Cuando venga el da, lleno de indolencia y de pereza. hermanas, cuñados, sobrinos y abuelos de forastero se la das para que caiga. Cuando. Cuidado con malvender los huevos, Pola Domínguez. Aquí en este mismo yo pase, de regreso en la noche, él va los huevos están a tres por medio. Cui raucho, donde vivía ahora, había vivido a estar bien borracho y entonces te llevo dado. con su marido Teófilo González. Aquel por delante en el caballo para la Hacienda. El «hombre» agarró los huevos y echóse si, era marido legal. Todos los Domin Después cuando él se vea solo en el rana caminar.
guez y los demás vecinos recordaban las cho, so va a ir pa su tierra.
La mujer, como si una idea se le vi. dos semanas de bebedera en el matrimonio Yįsi me va a buscar a la Hacionda?
niera súbitamente, salió corriendo a la de Apolinaria. Pero desafortunadamente Si llega allá, lo guindo en un palo puerta del rancho y le gritó: Teófilo se murió, le dió el «mal de em de ocote y lo dejo colgado para que se. Cuidado con beberte el real. Cuidado! pacho» tres meses después casados. lo coman los. cutes.
Ese real lo queremos para comprar café Pola tenía entonces 16 años y era muy Bueno, lo voy a hacer, dejame la donde Nor Isidro. Cuidado con beberte apetecida. De Teófilo no le quedó más botella.
el real!
que el rancho y la escopeta para matar Remigio le dió la botella. Después de El hombre» siguió el camino sin con venados. Sentía no haber tenido un hijo dió dos apasionados besos en las mejillas, testarle.
con Teófilo, un varón. En esta aflicción se montó en el caballo y so fué corriendo Al poco momento se oyó el trote de se acordó de Remigio que antes del ma diciéndole adiós con la mano.
un caballo que se acercaba. Ella supuso trimonio con Teófilo y después del matri El gato había aparecido alli sin saber inmediatamente que aquel era el caballo monio, siempre andaba rondando su ran de donde había venido, lo mismo que el del mayordomo que acertaba a llegar siem cho. Pero ella dudaba de él por el puesto «hoinbre. los dos se habían aquerer. ciado pre que «su hombre, se iba al pueblo. que ocupaba. Remigio era el Mayordomo en el rancho de Pola y ni ella sabía de. Sacó la cabeza por uno de los agujeros de la Hacienda, era el patrón mientras donde liabían venido. Era mi gato negro, de la pared del rancho y vió que Remi el dueño estaba en Santa Clara. Ella, en grandísimo, pero flaco que hasta la forina gio llegaba. La mujer se quedó como para cambio y todos los Domínguez, eran pada, de los huesos se le miraban. Había días Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica