REPERTORIO AMERICANO 187 se Persiflage garzón de Ida le otorgó la manzana de belleza, así sonreiría Helena, en su paUna accidentada visita a San José lacio de Esparta cuando el troyano prinColaboración directa cipe disfrazado de pastar ovejuno le Para Rómulo Betancourt, por si es cierto que habló por vez primera, así sonreiría leia con su novia los Diclogos de Platón. Nausicaa cuando el náufrago semejante a un dios le dijo la bella inmortal saluSan José es casi. aldea: lo sé; lo com a unos oyentes yanquis, de pie en co tación, y ella le respondió con mayor prendo; ello no obstante, San José es vacha libresca y gesticulando a propó donosura que jamás tuvo doncella alguna todavía la ciudad más grande, la de sito de quién sabe qué motivo, me repe que hablase con mortal. Sonrió la her mayor bullicio y animación, que yo co lía: don Joaquín es todo voz, voz melosa, mosa de las naranjas y en mi embrianozco. Mis lectores extranjeros se reirán voz para coro de ascéticos frailes enca guez fue ella como visión evocadora.
de mi ingenuidad: confieso que, las veces puchados: hasta cuando nos leia la des Seguí mi recorrido de la calle soñando que voy a San José, quedo aturdido: cripción de doña Endrina. parecía que, antiguos versos. Frente al edificio de las iveo tánta cara desconocida; oigo tánta salmodiaba secuencia sacra do vísperas compañías eléctricas debo de haber dicho voz extraña; las gentes se mueven con claustrales. Grato es el recuerdo de la en alta voz pues un haraposo rapaz me una prisa cuyos móviles, por ignorados. enseñanza que me impartió; he releido hizo seña de que yo estaba loco el some confunden; y observo en mí un fenó muchas veces pasajes del Calila y Dy berano pentámetro de Marlowe: meno que, porque me agrada sobrema nua, y la historia de los mures que nera, he de contarlo: San José me em comían fierro este cuento, no sé por Is this the face that launched a thousand ships?
briaga.
qué, más que los otros me evoca siem. La mofa del limpiabotas me hizo surRecorro sus calles con la cabeza nu pre la figura de don Joaquín, menos gir toda la sangre al rostro. Volví en blada de huníos a través de los cuales adiposa que hoy, hecha voz de música ini de mi abstracción. Me di cuenta de el mundo se me bambolea y hace chis gregoriana. Pero con eso y todo, él es que estaba en la capital de la República, tosas muecas y se pone en extravagantes la Escuela de Heredia y, caray. pensé yo, maestrillo insignificante, y de que el actitudes; y un espíritu se apodera de esta vez cuando se llega a San José papel que hacía era de lo más deploramis piernas, danzón y alado: ando y es triste cosa caēr de sopapón en Here. ble pareciendo, en plena Avenida Cenando, de la estación del Atlántico cuesta dia explicándoles el pais unos perio tral, un infeliz escapado del Asilo Chao abajo al Parque Morazán, como en un distas, o profesores, de tierras bárbaras. pui. Pensé si no habría sido de burla pas seul de coreografia juglaresca, y la puerta de la Biblioteca me quedé también la sonrisa de mi deidad de hacia cuando llego a la Biblioteca Nacional, quién sabe cuánto tiempo. Estaba embe un momento. La ciudad se me volvió la sangre me canta en las mejillas con bido en inconscientes recordaciones de monstruosa, amarga, dura, enemiga, cruel: acompañamiento de bajos cordiales y de mis lecturas de los clásicos. Mis ojos tan grande ella, y yo, en ella, tan pepizzicatti en las yemas de los dedos. miraban el trajín ciudadano. mis oídos queño: mis sueños todos en inminencia allí, iqué olor el de los libros! Me en oían la danza salvaje de un disco de de que me los aplastara. El tranvía por canta estarme un largo rato, hasta que fonógrafo tocado como a cien varas de allí pasa muy cerca de la acera y su me apaciguan los pulsos otra vez, distancia; pero en el fondo de mí, como campana de voz imperiosa, malcriada, viendo los estantes atestados de volú rumor de lluvia, sonabari versos griegos agria, amenazante, me hizo saltar cuando menes. Qué bien se ven los de la colec y cláusulas latinas con un ruido familiar la oí.
ción de Rivadeneyra; qué bien las enci y amable, y en medio de esas armonías, Anduve, anduve, anduve. No hice la clopedias; qué bien mis favoritos, los sólo Dios sabe por qué razón de repente visita al Ministerio que debía haber clásicos griegos y latinos! No tengo escuché la sentencia optimista de Goethe, hecho. Me arrinconé en un lugar apretiempo para bajar ninguno y abrirlo y aprendida de labios de Gissing: Was tado del camión, y regresé a mi pueblo.
hundirme en él. No importa. Unos son man in der Jugend begehrt hat man in ¡Ah, si tuviera yo otro ánimo!
viejos amigos: los saludo con cariño: mi Alter, die Fülle. Comprendí entonces, y Averiguaría si de veras me enamoré Tucídides grave y hondo, mi Herodoto me reí de ello interiormente, que la emde la muchachona fresca, de ojos gran. decidor y amplio y siempre lleno de alta briaguez de la ciudad me había poseído. des, de brazos toineados, de linda sonemoción, mi Jenofonte filoso como cum No sé qué reloj dio una de las horas risa reluciente, que exprimía naranjas bre de cordillera, ini Tito Livio menti quae nobis pereunt et imputantur, y oí. del otro lado de un vidrio do ventanal roso, mi Homero sonoro, mi Catulo dul las campanadas como si fuesen un lla de edificio moderno. De seguro que no císimo, mi Platón cuajado de estrellas, mado do alegría, un llamado de la hora lee Repertorio. Pero si alguna vez lec de luz espesa, igual que una vía lácten; cum regnat rosa, cum madent capilli. Cogi esto, a los dioses luceros a quienes desde y un volumen que hay de Aristophanem por la pendiente mesurada que cae en la hoy llamaré sus hernanos. Castor y Scholia Graeca y otro de Fragmenta Eu Avenida Central y, por esta vía de már. Pollux, los Gemelos de Leda ferrienteripidis, y tomos sueltos de la colección genes de vidrio, seguí hacia el centro, mente les ruego que brillen en su corazón: de Sir John Lubbock, y las muchas edi asomándome deleitado en todas las ven así puede ella apartar de su lado todo ciones de Horacio, y las pocas de Vir tanas del comercio. espíritu de burla, y entornecerse pengilio, y, dejo de contar! Los miro a todos Ella me vio primero, porque cuando sando en que un instante fue encarnacomo a amigos encontrados en una mu reparé en ella con asombro, una sonrisa ción de diosa y de reinas como diosas chedumbre: mis ojos van desordenada de inefable amusement iluminó su faz. para el que, ebrio del aire de su ciudad, mente de unos a otros; y cuando ya me Estaba la bellísima muchacha distraída reparó en ella con asombro.
alejo y vuelvo a la ciudad, es sintién sacándoles el jugo a un cerro de naran ¡Si volviera a San José, y fuese atredome confortado. Sí, yo soy ese ser raro jas de oro, en un aparato zumbador, que vido a entrar en el exótico lugar en qu en medio de una civilización do mo había embobado porque su ruido de donde sirve; y si le hablara, y si mo victrolas y de cine parlante, conozco abejón eléctrico que yo trataba de es respondiera. Qué cosa le diría. Qué más íntimamente a ciertos libros viejos candir me sonaba a ciertos hexámetros de me diría ella. Ah, si sus ojos me miran que a los seres humanos con quienes me la Odisea en los que el poeta dice el otra vez, sus oscuros ojos grandes casi rozo cada día.
fragor siempre igual de un mar sin será, de noche, el mar? no podría pro Esta vez don Joaquín estaba aten horizonte.
nunciar palabra!
diendo a ciertos personajes importantes. Al reparar yo en ella con, asombro, Pero entonces sabría yo que la amo. distancia le vi, de pie en su covacha mi reina de las naranjas de oro, desde ¿Qué pavor me posee de sólo pensarlo?
libresca, gesticulando a propósito de quién su Cólquida moderna, desde su jardin de Ahora comprendo por qué el hebreo sabe qué motivo mientras que un indi las. Hespérides puesto al servicio del le decía a su amada: Tu belleza es teviduo entre sus visitantes tomaba apuntes: turismo y disfrazado todo con artefactos rrible como ejército que viene con banalgún profesor yanqui, o periodista, no del viviente siglo, me sonrió con divina deras desplegadas.
me cabe duda. Qué iba a hacer yo en sonrisa: así sonreiría Afrodita cuando el Siempre he querido amar. Oh Goethe. eso grupo! Heredia se vació toda en don Persiles ¿cuándo habré mi engucno. Joaquín, y Heredia explicándole el país Heredia, febrero, 1931.
Mira que ya voy para viejo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica