Carmen LyraLenin

Repertorio Elmericano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXII San José, Costa Rica 1931 Sábado 13 de Junior Núm. 22 Año XII. No. 542 SUMARIO lorin Un transeúnte La juventud en el Poder Una charla con Gissing Canales interoceánicos: Panama, Nicaragua La falsa estampa Sinfonias del trópico Bananos y hombres (3)
Un retrato y tres dibujos Rafael Estrada Salomón de la Selva Gabricia Mistral.
Flavio Herrera Carmen Lyra Oliver Show Del traductor de Gog Las máscaras Honienaje a la España profunda Una idea más. Una antologia oesias El cuento del hombre que tuvo un ojo de cerdo, Cuidado se sacrifica otro Solón Mario Verdaguer Giovanni Papiri Jean Cassou Victor Planuel Cañas Julio Mercado Juan del Camino Persiles. De La Prensa. Buenos Aires Lector, si te place, vamos a dar un paseo; un paseo por París. Ya hemos tomado un ligero taxímetro; ya hemos recorrido muchas calles y muchas plazas; ya estamos un poco cansados de caminar vertigingsamente. Echamos pie a tierra; queremos desentumecernos las piernas; nos agrada andar un rato descuidados, observando las cosas y los hombres. Llegamos a una callejita; no tiene nada de notable esta vía; está apartada del.
centro de la gran ciudad; poca gente transita por ella; las casas son vulgares; las ventanas, como todas las ventanas de casas pobres; en los zaguanes no vemos tampoco nada de particular. La calle, en suma, es anodina; pero, querido lector, tú lo sabes; estas calles anodinas tienen su encanto; no hay en ellas cosas extraordinarias; no se ven en sus edificios primores de arquitectura; mas esta anodinidad, esta. apariencia vulgar, nos atraen profundamente.
Buscamos, por debajo de lo vulgar, la vida cotidiana; la vida de los millares y millares de hombres que trabajan y sufren; las vidas Ilenas de dolores callados, silenciosos, y de las raras, menguadas, escasas alegrías. Subamos por la escalera de una de estas casas; la escalera es angosta; sus tramos son pinos; vamos subiendo y vemos puertas de cuartos estrechas, vulgares también. Nos detenemos ante una de estas puertecitas; llamamos con discreción; nos abren; entramos. Tenemos ante nosotros un pasillito; a un lado se abre una puerta; la trasponemos; penetramos en una estancia; entre estas cuatro paredes, se acomoda una ancha mesa; al lado de la mesa, una silla; silla tosca, ruda. Al lado de una de las paredes, un diván. Este es todo el menaje. Lo observamos todo con atención; la mesa está cubierta con un tapete de hule negro; siendo negro, cuando cae alguna mancha de tinta, no estropea el tapete. Porque en esta.
Un transeúnte calle, antes de entrar, hemos visto a un hombre sin americana, con las mangas de la camisa arremangadas; estaba arreglando algo que se había descompuesto en una bicicleta. Al pasar nosotros junto a él, ha levantado la cabeza y nos ha mirado. En los ojos de este hombre hemos creido ver algo que no hemos visto en otros ojos; había en la mirada de este hombre un fulgor especial, un relâmpaguco de energía sobrehumana y de penetrante inteligencia. En el cuartito que acabamos de visitar, vive este ciudadano que está arreglando en la calle su bicicleta, su mujer y la madre de su mujer. Los tres y la bicicleta; los tres y un ramo de flores; los tres y los libros; los tres y las amistades caras, dilectas, que el hombre, su mujer y la madre de su mujer mantienen con camaradas que ven todos los días y que a veces vienen a visitarlos. estos son los tres signos, digamoslo así, bajo los cuales se desenvuelve la vida de este ciudadano; la bicicleta, las flores y los libros. Los libros como representativos del trabajo mental. Cuando se anuncia la primavera, todos los años, lo primero que hacen en esta casita es sacar unos sombreros viejos; la mujer joven saca de un mesa se escribe mucho; se escribe sin parar. cajón un sombrero de paja; la anciana saca Los libros que están amontonados sobre la otro sombrero; el hombre no saca ninguno; mesa, sobre el diván, en los rincones, nos lo que hace es echar mano de un frasquito indican que en este cuartito vive alguien de bencina y limpiar con cuidado los manque trabaja con el cerebro. Una puerta que chones de su hongo. En tanto realiza esta se abre en el fondo, da paso a una alcoba; operación el ciudadano, las mujeres van en su ámbito se ven dos camas de hierro. dándole barniz a sus sombreros de paja. Las Si volvemos al pasillo y continuamos avan dos operaciones son de suma importancia.
zando, entraremos en otro cuartito más an La bencina para el hongo y el barniz para gosto que el que hemos visto; en él hay las pamelas, son de una trascendencia inotra cama. al fondo del corredor, la co calculable. Con estas operaciones se da cina; cocina que sirve también para que co por comenzada la primavera. con la enman en ella los moradores de la casa. trada de la primavera, salen a luz las biciha concluído la reseña de esta pobre y hu cletas; porque son dos las bicicletas que hay.
milde morada.
en esta casa: una la del hombre y otra la ¿Quiénes viven en esta casa. En la ca de la mujer joven. si la anciana pudiera Uladimir Ili itch Oulianov o Nicolai Lenin. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica