REPERTORIO AMERICANO 231 eses no saber aún que se está bajo sen penas de su madurez. Los pesares del ni cuentemente en el Shelley filósofo que tencia de vida, ni pedir que se conmute ño son pequeños, es cierto; pero pequeño en el Shelley juguetón y ocioso. Se le por la muerte. Cuando al soñar nos da es él también, pequeña su capacidad para ve en sus debilidades repulsivas no memos cuenta de que soñamos, el sueño está aguantar, pequeño el campo de su visión, nos que en las amables, en la locura a punto de romperse; cuando al vivir nos mientras que su impresionabilidad ner ineducable de un amor que hizo punto damos cuenta de que vivimos, lá pesa viosa es más delicada que la nuestra. El de partida lo que debió ser punto de arribo.
dilla comienza. Ahora bien, si Shelley pesar es cuestión de relatividad; la pena después de mucho anhelo, y que firmetuvo demasiada conciencia del sueño, pudo debe estimarse en proporción con quien mente esperaba reposo espiritual de cada habérsele aplicado el famoso y falso verso la sobrelleva; para unos una herida es nueva divinidad aún cuando no lo había de Dryden con mucho menos de la men tan dolorosa como la amputación para hallado en ninguna de las divinidades dacidad usual. Hasta su fin, en grado no otros. Echad un charco dentro de un de anteriores. Pues estamos elaros do que común pi entre los poetas, returo She dal, volcad un Atlántico en el Etna; am el suyo no ora un mero revolotear de lley la idiosincrasia de la niñez, ensan bos volcán y dedal desbordarán. Adultos apetito sensual, sino un vagar, extraño chada y madurada sin diferenciarse. Has necios. no se sonreirían los ángeles de y deplorable, del espíritu; y (contrata su fin, Shelley fué el niño encantado. nuestros pesares, si no fuesen demasiado riamente a lo que ha dicho Coventry Ello, como es bien sabido, está patente sabios para sonreír?
Patmore) no dejaba a una mujer porque en su vida. También lo está, aunque de Así acosado, el niño huyó a la torre estuviese cansado de sus brazos sino manera menos obvia, en su poesía, efļuen de su propia alma, y levantó el puente. porque estaba cansado de su alma. Cuando cia sincera de su vida. Por lo que no De su organismo creó para sí una de halló deficiente a Mary Shelley, parece estará mal considerar si esa cualidad suya fensa de reserva, encerrado dentro de la haber cometido el error de Wordsworth, no sería condicionada por algo más allá cual creció hasta edad madura sin que quien se quejó, en un encantador trozo de su naturaleza congénita. Nosotros cre le afectasen los contactos que modifican de sin razón, de que el amor de su emos que parte igual al de la natura la madurez de otros y los convierten en posa, que había sido fuente, fuese ahora leza suya tuvo, en darle carácter de lo que llamamos hombre. El niño encepozo sólo:niño, su temprano y largo aislamiento. rrado en su crisálida se desarrolló hasta Cambio tal, a la propia puerta Los hombres dados al retiro y al estu llegar a los años de la virilidad, aquellos dio abstracto es notorio que contraen últimos días en Oxford cuando lo halló de mi desvariado corazón, me ha empobrecido.
cierto grado de niñez; y si éste es el Hogg; y entonces, rompiendo de golpe Probablemente Wordsworth aprendió, caso cuando segregamos a un hombre, la crisálida envolvente, y rompiendo con lo que Shelley era incapaz de apreuder. cuánto más no lo será cuando segrega la universidad al propio tiempo, se que el amor no puede ser perpetuamente mos a un niño. Cuando se les echa en echó al mundo como quien se echa a fuente. Un poeta vivo, en un artículo. la solución de la vida de la escuela, los nadar, al mundo que no sin razón pas sobre el que casi teméis respirar por no pårvulos, por el intercambio de influen móse ante semejante capricho de los dios barrer con el aliento su florido colorido cias recíprocas con sus compañeros, su ses. Fué desde luego, sólo lo completo y espolvoreado como al pastel, ha dicho fren las series de reacciones que los ha la duración de este aislamiento, de los lo que había de decirse. El amor tiene cen de niños muchachos y de muchachos portales de la adolescencia hasta los de sus momentos de marejada, sus altos y hombres. Para llegar a la etapa final la hombría, lo que fué peculiar de Sho sus bajos que se deben a la métrica rehay que atravesar la intermediaria. lley. La mayoría de los poetas, probable gla del corazón interiors. La razón eleY bien; Shelley no pudo haber sido mente, como la mayoría de los santos, se mental debiera proclamar la verdad de hombre, porque nunca fue muchacho. preparan, para el cumplimiento de la mi esto. El amor es un afecto, su manifesl a razón está en la persecución que nu. sión que traen, por una segregación ini tación una emoción: el amor es el aire, bló sus días de escuela. Del efecto de cial, así como para germinar se entierra su manifestación es el viento. Un afecto esa persecución en su carácter nos ha la semilla. antes de poder pronunciar puede ser constante; ana emoción no dejado The Revolt of Islam, cuadro que el oráculo de la poesía se les separa del puede ser más constante de lo que puede el a muchos o a la mayoría les parecerá cuerpo de los hombres. La cabeza sepa viento soplar constantemente. Todo, pues, exageración poética; en parte porque rada hace al serafín.
cuanto un hombre razonablemente ha de Shelley parece haber escapado la bruta La vida Shelley frecuentemente mues exigir do su esposa es que su amor sea lidad física, en parte porque los grandes tra en él al niño magnificado. Se le ve en verdad un pozo. Un pozo; pero un tienden a sonreírse con ternura de los en el cariño por diversiones aparente pozo de Bethesda, al que, de tiempo en pesares de los niños no causados por mente fútiles, como la de lanzar al agua tiempo, el ángel de la ternura baje a sufrimiento físico. Que escapara de la vio barquillos de papel. Esto era, en la acep agitar las aguas para que el amado save.
lencia corporal, no viene nada al caso. ción más verídica de la palabra, espíritu Amor así la segunda esposa de Shelley Es la mezquina. y maligna molestia re de niñez, no, como se ha dicho y se ha parece indiscutiblemente haberle dado.
petida hora por hora, día tras día, mes creído frecuentemente, niñería. Es decir, Más aún, contentábase con permanecerle y mes, hasta que su acumulación se hace era trivialidad insulsa sino la fa fiel mientras que él variaba; era su comagonía; es esto el arma terrible que los cultad del espíritu verdaderamente in pañera intelectual, compartía sus puntos muchachos esgrimen contra su compa fantil para dotar a las cosas mezquinas de vista, se penetraba en sus aspiracio. ñero, quien no puede escapar porque, a de interés imaginativo. la misma facul nes, y no obstante, no obstante todo eso, diferencia del adulto, no tiene soledad tad, aunque distintamente aplicada, que aún en la época del Epipsychidion, el ni: refugio privado. Suyo es el tormento produjo gran parte de su poesía. Muy niño bobo, su marido, le daba el papel que los antiguos empleaban cuando un posiblemente en el barquichuelo de pa de luna a ella y el de sol a Emilia Vitaban de miel la víctima y la exponían pel veía la barca mágica de Láon y de viani, y lamentábase de que una fría y desnuda a la incesante fiebre de las mos Cythna, o encallecida sociedad le prohibiese alcancas. Él es, el niño atormentado, pequeño la embarcación delicadísima zar la final, segura, irrevertible dicha.
San Sebastián acribillado por el vuelo Sin embargo, pocos poetas antes, y poeta en que es llevada la madre de los meses incesante de saetas que habilmente esninguno después, hallaron pareja tan a su cueva en occidente cuando baja la marea quivan las partes vitales.
conforme, hasta que Browning se agachó de la noche.
Por consiguiente no sospechamos exay levantó un alma de bellísimo cuño geración en Shelley: no cabe duda de En verdad, si os fijáis qué idea tan que yacía ensarrada en un charco de que sufrió dolor terrible. Quienes pien favorita, bajo tan variadas formas, es lágrimas.
sen de otro modo será porque han olvi ésta en su poesía, percibiréis que todas En verdad, su infelicidad y descondado su pasado propio. La mayoría de las barcas encantadas que se deslizan tento con la vida, en cuanto no fué el 18 gente, nos suponemos, deben de haber río abajo en la corriente de su verso no castigo inevitable del anarca moral, pueolvidado cómo eran cuando niños: si no, son sino resurrecciones glorificadas de de adscribirse sólo a esta misma irrasabrían que los pesares de su niñez eran los diminutos galeones de papel que cionalidad de niño, aunque, en tal forma, abandonos apasionados, déchirants. para echaba a navegar temblorosos en las es irracionalidad duras penas peculiar emplear una frase característica de la aguas del Isis.
literatura moderna de Francia) como las el niño so mostraba no menos fre(1) Alice Jeynell.
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