204 Reper torio Americano. aquello» era precisamente algo que no se relacionaba ni con Navidad de 1835 y murió en Junio de 1858. Tenía veintitrés nuestra carne ni con la nada. Carne y nada que nos hacen años. Yo he doblado los cuarenta años. Salvadora nació en prorrumpir en exclamaciones ascéticas. No somos nada, no 1835; en la Navidad que viene cumpliría ochenta y siete años.
somos nada. pensándolo, casi siempre, cuando no lo creemos ¡Veintitrés. ochenta y siete. Ahora ya quizá habría muerto.
de verdad.
Veintitrés. ochenta y siete. De modo que ella. De modo que se levanta Sigüenza y se asoma a la tapia. Los montes yo.
desnudan hoy gloriosamente su forma; forma pensada, de la Necesita Sigüenza más sutilidad de pensamientos.
escultura del paisaje. El mar remoto es de piedra azul, y en Segunda meditación. El Dios de Abraham con su potente medio, inmóvil, con las alas rectas, arde toda blanca, la anun. mano. Flores y lágrimas de un padre y de un hermano en.
ciación de un falucho. Dentro del hortal suena un ruido fosco, cima de una losa, desde 1835. Dónde está Salvadora Pedecrépito: después, golpes frescos, joviales, de vendimia. Es ñalva? Todo tan concreto. Nació en Alberique, a 25 de Dique Gasparo y los labradores arrastran el ataúd de la abuela. ciembre de 1835. Falleció en esta villa a 19 de Junio de 1858. lo hunden a patadas en el nicho. Se dobla un poco el cadáver Un hueso, un andrajo, algo de Salvadora tan concreto como contra la bovedilla. Desde un rincón, la calavera se miraba sus fechas.
todo su cuerpo, y así para siempre, porque el nicho ya está Gasparo Torralba se ríe lamiendo la goma de un cigarro.
en colmo. lo cierran. Mediodía. Se quedan solos Gasparo y Tampoco se le ocurre a Sigüenza decirse no somos nada, Sigüenza. Plenitud de Junio. Se hincha el valle respirando, y Es de ella de la que no queda nada, porque ni la losa es Sigüenza recibe el olor y el tacto de la calma de los árboles suya, y han de arrimarla, suelta, contra un muro.
calientes. Campanas de San Pedro. Anos y años subirlan los Gasparo enciende con yesca su cigarro, y suelta el humo campaneos de las fiestas, acostándose quietecitos entre las tupido como una lana, y da con su alpargata un azadonazo en cruces.
el suelo. Por ahí estará en la tierra!
Pero no hay tierra, sino un osario molido, un entramado Sigüenza y Gasparo caminan abriendo con las rodillas el de raíces de un bosque de generaciones taladas; y al pisarlo, sembrado alto de geranios, de dondiegos, de gramíneas. se crujen y salen briznas, aristas, siempre menuditas, como si paran mirando un herbazal tierno que ondula, se frisa y vuelve nada más fueran de huesecitos de niños. En todo aquel recinto a su quietud viva, como si acabase de hollarlo alguien invisible. del cementerio antiguo no había más cadáver conocido que el Gasparo se ríe. Le refiere de su oficio con su habla os del suicida forastero.
cura y abrasada de fumador pobre. Toda esta tierra y las paredes, todo lo acabé de llenar En lo antiguo, aquello que pisaban no era todavía campo cuando el colera Gasparo dice colic, y la palabra y la episanto. El campo santo estaba en las últimas peñas y ruinas demia tienen más filo asiático, más filo convulso.
del castillo de moros. Todo lo nuevo y Sigüenza lo ve tan Entonces faenaba de noche, sin farol, para que las gentes, viejecito. todo lo nuevo ha crecido en las manos de Gasparo en acecho, no se sobresaltasen.
Torralba; el subió en serones la tierra blanda de los huertos, Fué con su mulo a recoger dos muertos de una masſa: Habrá dos brazadas encima del espinazo del cerro. padre y un hijo. Pero llegó muy pronto. Aún vivía el hijo, y Van pasando por un callejón de panteones. En medio está se sentó en el portal hasta que le dijeron. Ya están los dos. el de la familia más hacendada; la hornacina ciega, sin imaY los ató juntos en el albardón del macho.
gen; el altar, rudo; la lámpara, sin vaso; todo sin acabar, como Cuando vine aqui era la madrugada, y en lo más fondo las mejores casas del pueblo, también sin acabar. Es el can.
me salió. que no lo adivina?
sancio de las gentes de la comarca, que principian una obra, Gasparo se rie, subiéndose la faja.
fuman, se duermen, y al despertarse toman otro propósito y. Me salió una raposa. Se golpeaba de reconcomio. Los se aburren.
dos nos embestimos. Yo con el legón le arranqué una oreja; Uua cuesta entre casillas y jaulas de sepulturas y vertede.
ella me mordió en el hombro. Yo me cogi de su rabo y tiré; iros de pedregales.
ella se revolvió; se me quedo todo el pelo entre los dedos Gasparo coge una piedra tirándola como un pastor a una como si fuese barbas de avena; y la galopa botó en mis coscabra zaguera. Allí donde atino, en una fosa de escombros, tillas, y de mis costillas, al tapial, y se fué con el maslo deestá enterrado un forastero. Amaneció en el hostal. Paseo por sollado y sangrando.
el calvario. Rodeó las paredes del cementerio. Se paraba, se Por la brega se olvidó de los dos difuntos: sus cajas resoasomaba al hondo. Le velan desde todos los portales del puenaban de carreras y chillidos de ratas, y con las ratas dentro blo, y el encogióse de un brinco y calló. rebotando en las tuvo que enterrarlos. Desde lejos aún las sentia pelearse.
rocas y piteras. Alli, en la cantonada del muro, lo puso GasGasparo no podía remediarlo. No paraba por veredas, por paro, sin ataúd, sin un lienzo que le separe del tacto y del barrancales; de heredad en heredad, con su mulo, cargando y peso del pedregal. No tiene ni cruz. Ruedan los años y nadie descargando muertos.
pregunta por él; y este olvido y este silencio ponen como una Bien le preguntaria Sigüenza. Oiga, Gasparo Torralba, lápida lisa encima de muchas leguas profundas de cadáver.
dy entre todos esos huesos, ya tan escomidos y frágiles, no En cambio, arrimada a la tapia, cría musgo una lápida de los habrá de algún enterrado vivo. Pero, no, no se lo dice, verdad, sin tumba. Sigüenza la vuelve, y lee: porque seria sospechar de su pericia de enterrador. Doña Salvadora Peñalva y Moscardo.
Gasparo le coge confidencialmente de un codo, y le mues.
tra los herbazales. Entre la frescura va pasando una vibraYa que nos arrebata tu alma hermosa el Dios de Abraham con su potente mano, ción de lumbre. Otra vez se imagina Sigüenza que se desliflores prodigarán sobre esta losa cen las pisadas de alguien, de una aparecida invisible.
y lágrimas un padre y un hermano. añade Gasparo. Nació en Alberique, a 25 de Diciembre de 1835. Falleció No había nicho donde no criaran las ratas. Mordían las en esta villa a 19 de Junio de 1858.
raíces y los tronchos de los geranios, de las malvas, de las Primera meditación de Sigüenza: Salvadora nació en la rosas y hasta la leña de las cruces. Una perdición. Yo las Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica