Víctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO 99 ellas piensan bajamente. Pero las han visto aún la significación histó Pero el Derecho, la Justicia y la vanguardias porveniristas, los hombres rica de Marruecos, hay que descuLibertad no las defendia Francia ende izquierda, los intelectuales que no brirlo en toda su realidad. debe tonces. El Derecho, a vivir, la Libersean carne de venta, los obreros, los protestarse hasta que se oiga en tad de su pueblo, la Jušticia de su estudiantes, tenemos, todos este deber. Europa nuestro clamor.
tierra invadida sanguinariamente, he La América Latina joven, y anteim Cuando la criminal Alemania in ahí lo que defienden los moros, ante perialista debe protestar, más allá de vadía la santa Francia, por las calles la impasibilidad de las burguesías del los simples articulos de prensa gre de nuestras ciudades desfilaban las mundo civilizado y cristiano.
mial o de los discursos de mitin ce multitudes ingenuas pidiendo armas HAYA DE LA TORRE rrado. Debe coordinar una vasta pro para exterminar al demonio germátesta continental. Si las masas no nico.
Londres, setiembre de 1925. se lo había llevado una leva brus. La postrer amiga esta demanda de un padre anciano y el indio lleno de años se quedó, las cosechas ni salar el carnero para en un rincón de la cabaña, masticando el invierno. Dos soles de plata valía la coca de las tardes tristes, sin pro gos pertinentes, empezó a escribir el lindo y alto cirio con chorreras de testar, sin sollozar tampoco, anona frases de lindo corte, sobre ese papel oro y arabescos de cera rosa, un cirio dado. La leva consiste en dos oficiales sellado que hace temblar a los indios, capaz de enternecer al santo más rea caballo que se llevan al «voluntarios pues significa ¡tantas veces. el desmiso. Sólo que le inquietaba al indio a gritos, sin escuchar las súplicas de pojo en nombre de la ley. El infras el rostro de esta Virgen de negras los padres viejos. Hubieran debido crito Quispicanchi, ciudadano peruano, cejas, desfalleciente en su nicho, como escucharlas esta vez, pues Quispican inteligente en el idioma castellano, empalidecida por tantas súplicas.
chi no tenía en el mundo otro vale ante con el debido respeto, me Al prender la nueva flama, Quisdor. Su hijo, aquel mocetón de veinte presento y digo. picanchi vió con terror veinte cirios años, le ayudaba a cultivar el chuño Era preciso firmar al cabo del largo más. Sin duda la leva hacia estragos en el vecino andén de la montaña, documento. El indio no sabía. Enton en los alrededores!
a salar el carnero para el charqui de ces, llevándole la mano torpe sólo ¡Ah, si la Virgen fuese un poco más invierno y a tocar con él la flauta de muy hábil y levisima sobre los agu criolla, como la hubiera imprecado y siete carrizos desiguales. Cuando Ma jeros de la flauta peruana le hicie amado! Pero aquel rostro de infanta ma Luna dejaba el rastro de su san ron trazar un vago rasgo. Hubo de española, el anticuado velludo del dalia en las nieves, exhalaban ambos pagar, antes de salir, algunos soles manto con sus guayruros y sus abaen sus quenas un quejido de cuatro de plata.
lorios, la cabellera tan sedeña, nada siglos, monótono y como congelado En la puerta, el indio, vacilante, inspiraba confianza a Quispicanchi.
en el frío de las altas latitudes. pareció consultar el cielo y los altos Ante una Virgen india que hubiera pie, con las manos atadas a la cóndores que remaban hacia el Po concebido con pecado. cuántas cosas espalda, se llevaron esta mañana al niente.
supiera prometer! En la puerta de la nuevo recluta al cuartel de Lima, en Buenos días, taita, dijo al ver capilla contó los soles que le quedadonde aprendería a ser peruano; es pasar al señor cura en un caballo ban y se fué a casa dei brujo.
decir, que se avergonzaría pronto de gigantesco con pretal y tranqueras de El brujo era indio como él, sabía aquel padre hirsuto que vivia entre cuero negro claveteados de plata. Se el quecha y la lengua de las aves de animales familiares, chachando coca. fué siguiéndole en silencio, con ese rapiña y el grito de la Alpaca celeste El viejo Quispicanchi removió las paso trotón de los indios que suben cuando el Zorro estelar la persigue cenizas de taquia (estiercol de llama) cuestas y calvarios sin fatigarse. Cuan en las noches heladas. Pero quince para hacer en el agujero de la choza do el taita se apeó en la puerta del años de aguardiente le mantenían en el inventario de su caudal: cincuenta curato, Quispicanchi hincó la rodilla un erizado sopor de sibila. Apenas soles de plata arropados en una bolsa en tierra y le besó la diestra.
hubo escuchado la súplica y recaude lana de Vicuña. después de en Si llivando, taita, al guagua. Yo dado el precio de la consulta, añadió cerrar en el galpón a su llama única, riclamando, pues.
algunas hojas de coca al bollo de cal bajó a escape los pretiles. de aquella El cura sonrió distraídamente. Reque masticaba interminablemente, essierra cortada a pico en el cuarzo dondo, patriarcal, harto de bienes te cupió con respeto hacia los cuatro milenario.
rrenales cafetales, carneros, etc. puntos cardinales y se quedó averiEn la calle central del poblado ve don Fulgencio era el sumo personaje guando si los cóndores viraban en cino, llamó primero a la puerta del del valle. Gobernaba a caballo be redondo sobre la más vieja huaca escribano. Era este un mestizo ver biendo chicha y aguardiente más sa del valle. En vano Quispicanchi quiso boso y marrullero que, habiendo es broso que insípido vinillo de misas. explicar su congoja, contar minuciotudiado leyes en la Universidad de la Al saber que se habían llevado al samente como vinieron los militares República, conocía ya el arte melan hijo de Quispicanchi alzó los hom a despertar al hijo a puntapiés y con cólico de explotar a su raza. En que bros. Qué podía hacerse ya! Además, un «arza, conrinatorio y sin replica chua y en castellano, con el sus lo reclama la patria y no debemos respondían al lamento del viejo despiro entrecortado y la cantora voz con omitir sacrificio alguno en pro de los pavorido. Después se fueron cantuque se expresan habitualmente los altos intereses nacionales. El indio rreando una tonada de marinera. Yo indios, Quispicanchi explicó su cuita: viejo comprendia apenas estas pala riclamando, pues. Se llevando, pues, al guagua. Yo bras redondas y pulidas como las El brujo se rascó las liendres del riclamando, taita.
piedras del torrente, que también gri cabello que nunca había peinado, y Riclamando, pues, al hijo que ta en la noche cosas obscuras y ma con un gesto de la mano afilada como era el apoyo de su vejez. El escribano léficas. Sin replicar buscó dinero en pata de gallo muerto, quiso explicar sabia bien cómo se opera en casos su alcancia de lana para un cirio de que los indios no podían reclamar nada semejantes. Con letra oronda y ras. iglesia. Quizá la Virgen escucharia con éxito, desde que el mismo Hui Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica