134 Repertorio Americano Pasar después a Italia por la ruta que siguió Goethe, para poder como él, al divisar el lago de Garda, sentir a Virgilio. Ir a Italia con Stendhal y Ruskin, y en la memoria Jorge Byrop. Italial Italia! cuando yo te conteni.
plo, toda mi alma se ilumina con la Inz de los siglos! Roma! al lado de esta tumba de un imperio. qué son nuestros pesares? Yo no sabría contar los míos! Tulio fué menos elocuente que tú, colunda sin nombre, cuya base yace sepultada! Oh Roma! Oh patria mía! Tierra del alma! Oh Rome!
my city, country of the soul. Ver, divagando entre tus ruinas, ponerse el sol sobre los cipreses del monte Mario y sobre los pinos de la villa Pamfili, y purpurarse las cuin.
bres de las montañas de la Sabina ante la vasta desolación de la campi.
na romana; hora en que los pastores de Virgilio entopaban el dulcia lin.
quimus arva «nosotros dejamos los dulces campos. y en que el ruiseñor latino exhala su tristeza melodiosa CONFITERO para recordarnos la Lydia de Horacio.
la Delia de Tibulo, la Corina de Ovi. Ajunte de VARGAS Arce. PORDIOSERA dio, la Sylvia de Catulo. Ambular (Aiunte de VARGAS ARCE. como Byron, a la clara luz de la luna, por las piedras del Coliseo que edificó mundo. Ese sol había visto morir a el pagano emperador anunciado por la radiante Aspasia. Este cuadro del esas dos puras y delicadas almas que los profetas para la destrucción de Atica, este espectáculo que contem.
en el mundo se llamaron Eugenie y Jerusalén, y allí contemplar, tendido plaba, había sido contemplado también Maurice de Guérin.
sobre la arena ensangrentada, el gla. por ojos cerrados desde hace dos mil Seguir luego a la oscura, solitaria y diador moribundo. años. Yo pasaré a mi turno; otros tempestuosa Bretaña, el país que más hombres, tan fugitivos como yo, ven: nos habla al corazón, con sus venera. see before me the gladiator lie drán a hacer las mismas reflexiones bles encioas, sus viejas abadías y sus Ir a Venecia, la isla encantada, la sobre las mismas ruinas, Nuestra vida torreones derruidos en torno de los abadía de Telemo, la clara y loca ciu.
y nuestro corazón están entre las ma.
cuales vuelan, lanzando grazpidos, las dad de las antiguas mascaradas, de nos de Dios; dejémosle, pues, dispo.
aves del mar; con sus risueños rinco.
las serenatas, de los embarques para ner de la una como del otro. nes de paraíso de que hay que saber Citeres con mástiles de oro y linternas La pluma se cae de las manos al gozar, como de la dicha, deteniéndose de papel, la Sibaris de Europa, la pensar que un hombre haya escrito en ellos; Bretaña, la tierra de las col. libre y dichosa morada de las Gracias!
tales frases, podemos decir también menas de los pájaros; de las golon. con Byron siempre en el recuerdo: como el mismo René dijo al reeler drinas, de los cuclillos, de las codor«i Venecia! grata mansión de los pla: cierto pasaje de Atalia de Racine.
pices y de los ruiseñores; donde los Visitar a Grecia saboreando el cuarto ceres, la orgía del mundo, el carnaval campos se visten de margaritas, vio.
de Italia. Entre los días más felices canto de Childe Harol, después de letas, parcisos, apénopas y retamas; que han entrado en la madeja de mi la Odisea, el viaje más armonioso que de mirtos, y laureles rosas, lo misino vida, algunos, iob Venecia! te deben se haya escrito jamás: Oh Grecia!
que en Grecia; de higueras como sus colores. Ah! escribía Goethe a cuán insensible ha de ser el corazón del Provenza, y doodeel ruido de los vientos y de las olas es eterno! Bre haceros pasar un soplo de esta fácil sus amigos de Weimar: si pudiera: hombre que te vea y po sienta lo que un amante sobre las cenizas de la que tapa, la que baña el mar de Armorica, existencia!
fué su amada. la céltica, la dulce Bretaña, bajo ese Peregrinar por Atenas con los Didcielo triste donde aún suspiran los logos de Platón en la mano y en el amores de Isolda, las leyendas de Luego a Grecia, embarcándose en corazón la vida, la pasión y la sublime Lancelot y del Hada Viviana; tierra la antigua Partépope, que fué edifi. muerte del más virtuoso y sabio de de arpas gaélicas que suenan en los cada sobre la tumba de una Sirena; a los hombres, y leer, por centésima vez, bosques en las noches de luna; país Grecia, después de leer la carta de a las orillas del Iliso, el Fedón, el de encanto y de Encantadores; patria Sulpicio a Ciceron, y aquel pasaje de más bello de todos, y, en especial, del Rey Arturo, de Merlín, de Cha. Los Mártires, cuando Eudoro parte aquellos postreros y conmovedores en.
teubriand y Repáp! Tierra de Bretaña! de la Messenia para Roma, y aquella tretenimientos con Critón, el discípulo Tierra de contrastes! Tierra ruda y otra inefable página del llineraire, más fiel y bien amado, cuando, perdida cariñosa, que expresa la brevedad de que principia. Yo he visto, desde lo. toda esperanza de salvarlo, y hacién.
todus las alegrías y su reflejo encanta alto de la Acrópolis, levantarse el sol, dose intérprete de lo más puro del dor sobre el fondo sombrío de los dias entre las dos ciwas del Himeto. gepio de su raza, le dice. Sócrates: turbios en que la faz de las cosas se vela termina así: Yo me decía, para conso. el sol no se ha puesto aún, y, como de lágrimas.
larme, lo que es menester decirse sin los demás, también tú tienes la liber.
cesar: toda pasa, todo termina en este. tad de prolongar algunas horas más. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica