188 Repertorio Americano LA EDAD DE ORO Lecturas para los niños 72. Noemi Aunque la educación religiosa y prematuramente sa. cuyo pudo no sé desatar. Este rasgo de mi carácter se cerdotal que recibi haya estorbado en mí las relaciones complicó, en tal coyuntura, con otra modalidad que te juveniles con personas de otro sexo, tuve amiguitas de ha hecho cometer tantas inconsecuencias como el peor de ipfascia, una de las cuales me dejó un profundo recuerdo. los defectos. Había, entre las niñas, una mucho menos Desde la más tierpa edad sentí viva afición por las niñas, bella que Noemi, buena y amable, sin duda, pero menos Las prefería, desde luego, a los viños; éstos po me que agasajada, menos solicitada. Ella me buscaba quizá más riap; mi porte retraído les irritaba. No podíamos jugar que Noemi, y po disimulaba ciertos celos. Causar dia.
juptos y me llamaban señorita. No había pillería que no gusto a quien quiera, sea el que fuere, ha sido siempre me hiciesep, y, al contrario, siempre la iba muy bien con cosa imposible para mi. Vagamente imaginaba que la las piñas de mi edad: decían ellas que era recatado y for. mujer que no es muy bonita es desgraciada y debe devo.
mal. Tenía doce o trece afios, y no me daba cuenta del rar su pepa interiormente, como si se hubiera malogrado.
atractivo que tenían para mi. La idea vaga que me sedu Yo andaba con la menos cortejada más que con Noemi, cía parece haber sido la de que hay cosas permitidas a los porque la veía triste, dejando así bifurcarse mi primer hombres que no lo son a las mujeres, no obstante que me amor, como años después inhábilmente dejé bifurcarse mi aparecían como criaturas frágiles y bonitas, sometidas, político. Una o dos veces vi a Noemi sonreír de mi inge para el gobierno de sus personas, a pormas que aceptaban. Duidad. Siempre fué carifiosa conmigo, pero tenía, a ve Todas las que yo conocí eran encantadoramente modes ces, cierto gesto irónico que no disimulaba y que me la tas, y, en el primer despertar que se obró en mí, tuve el hacía aúo más encantadora.
sentimiento como de una dulce piedad, la idea de que era La lucha que llenó después toda mi adolescencia, casi menester ayudar a una resigpación tan gentil, amar su me la hizo olvidar. Más tarde, su imagen se me ha apapador y secundarlo. Comprendía mi superioridad intelec recido a menudo. Un día preguoté a mi madre qué. fia tual, mas, desde entonces, sentí que la mujer muy bella había tepido: o muy buena resuelve completamente, por su parte, el «Murió, me contesto, mur:6 de tristeza. Era pobre.
problema que con toda puestra superior inteligencia do Cuando perdió a sus padres, su tía, una dignísima señora hacemos sino embrollar. Somos niños o pedantes su dueña de la fonda de. la casa más hoprada del mundo, lado. Sólo vagamente comprendía, pero vislumbraba, sio la tomó a su cargo. Ella se portó muy bien. Tá sólo la embargo, que la belleza es un don de tal suerte excelso, conociste piña, ya bopita, es cierto, pero, a los veintidos que el talento, el genio, la virtud misma son pada a su años, era un milagro. Sus cabellos, que en vano recogía lado, de modo que la mujer verdaderamente bella tiene bajo una pesada cofia, le caían en retorcidas y gruesas derecho de desdeñarlo todo, puesto que reúne, bo en una trenzas como gavillas maduras. Hacía todo lo posible por obra externa, sipo en su misma persona, como en un vaso ocultar su belleza, y así su talle esbelto lo disimulaba con mirrino, todo lo que el genio difícilmente esboza con un manto, sus manos largas y blancas las guardaba siem débiles rasgos, a costa de penosa reflexión.
pre entre mitones, y con todo eso se formaban en la igle.
Eotre esas amiguitas, he dicho que había una que sia grupos de jóvenes para verla orar. Era demasiado ejercía sobre mi uda seducción particular. Se llamaba hermosa para nuestra aldea, y era tan buena como bella. Noemi, y era un precioso dechado de discreción y de gra. Este relato me conmovió hondamente. Después la he cia. Sus ojos eran deliciosamente lápguidos, impregnados, recordado mucho más, y cuando Dios me dió una hija, a la vez, de bondad y delicadeza; sus cabellos adorable. la llamé Noemi.
mente rubios. Tendría dos años más que yo, y su modo de hablarme era así como entre el tono de una hermana ERNESTO RENAN mayor y las confidencias de dos niños. Nog entendíamos (De BL CONVIVIO: Piginas Es.
cogidas Trad. de Hispano. a maravilla. Cuando las amiguitas refſan, nuestra opi pión siempre era la misma: yo me esforzaba por apaciguar a los contendores y ella se mostraba escéptica del resul.
73. El poeta perdido en el campo tado de mis tentativas, Ernesto, me decía, no lo conseguirás; quieres poner de acuerdo a todo el mundo. Esta infaptil colaboración pacíaca que nos daba cierta imper.
ceptible superioridad sobre los demás, creó entre nosotros Una vez un poeta se perdió en el campo. De pronto un víncnlo dulcísimo. Todavía hoy no puedo oír cantar: encontró un lirio y cayó a sus pies en adoración extática.
Nous irons plus au bois, o Il pleut, il pleul, bérgere, sin (El éxtasis del poeta es un décimo del éxtasis del Santo: sentir un stave estremecimiento del corazón. Sio la fa. rigorosamente medido. tal obsesión que me absorbía, sin duda, habría amado a Porque aquel lirio era uno de aquellos mismos lirios Noemi dos o tres años después; pero, ya entooces estaba que hicieran decir al dulcísimo poeta de Galilea y Naza.
consagrado a la razón; la dialéctica religiosa se había ret. Los lirios no hilan oi tejen y sin embargo, di Salo.
adueñado de todo mi sér. La nube de abstracciones que món en toda su magnificencia se vio jamás vestido como ascendía hasta mi cabeza me trastornaba hasta el punto uno de ellos.
de hacerme como ausente e indiferente a todo lo demás. Qué vió en aquel lirio el poeta? Como es algo inefa.
También un defecto singular, que más de una vez en ble yo ahora po lo puedo repetir. Necesitaría también la vida debía perjudicarme, estorbó este afecto paciente caer en éxtasis. Baste decir que vió la mano de Dios haciéndolo desviar. Mi indecisión causa de que me mismo y necesito tocar con la frente reverencial el polvo deje fácilmente arrastrar a situaciones contradictorias, de la tierra, humilde y extasiado. Adoraba a la gran alma Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica