68 Repertorio Americano como atoptado. veía al bijo entre sorprendida y ren. jarla entonces de una casa en que trabajaba y servía hon.
colosa porque una vaga intuición dejábala adivibar algo. radamente. No, nada mamá. Es que me parece una muchacha singular. Tal vez venida a menos. Parece que ha sido Natfragó el último escrúpulo. Pensaba. si estu.
algo mejor. Tú misma la elogias.
viera enferma? Quedaba ilesa de tantos años de vicio? el cínico sintió como en aquel momento la revela. si un virus infecto y arraigo en su carne divina. si ción, subiéndole en un hálito sincero pedido del alma, se había algo latente, algo tan sólo escondido por la eficacia le detenía en los labios temerosos y falaces. Vacilo uo de un tratamiento. Una visión de hospital, de pústu.
instante. La verdad llenábale la boca.¿La diría. No la lag, de llagas, de cosas sucias y hediondas enturbiábale diría? tuvo miedo de hablar.
la mente. Entonces sentía una sábita rebelión contra toda piedad. Imaginaba esas escenas de la vida canalla en la como tuvo miedo de hablar, disculpó su cobardía, procacidad del meretricio e imaginaba otras escenas: la buscando un pretexto que nunca asomaba, mientras co perdida, la presunta enferma codeándose, rozándose con rría el tiempo y aquella sombra, aquel oprobio, perduraba dos vírgenes. Qué cosa tremenda! Algo repulsivo le es.
en su casa. El era el árbitro, sin embargo, pada hacia. tragó las entrafias. se decidió.
Nada decía. Madre, quiero hablarle de una cosa en reserva. Revolvíase en una impotencia fatal. Eotre vagos sen La madre coptuvo hasta los latidos de su corazón para timientos de odio, de asco, de tristeza y de deseo, porque oirlo.
volvió el deseo obsesor e iodomeiable. Recordaba la fi. Sabe Ud. la muchacha. Natalia. Se acuerda gura gentil y bellísimia; la voz musical y doliebte; la ooda acuerda que la dije que la conocía?
de voluptuosidad que lo envolviera, la noche del regreso. Bien y qué?
al toparla junto a una puerta. Que sí la conozco y que no debe estar en casa un día más. ella lo adivinó todo; lo presintió todo y esquivaba. por qué?
los encuentros. Aodaba por la casa quedamente, humilde. Porque. en fin, se lo diré a ud, todo. Esta mu.
mente, queriendo pasar inadvertida, reducirse, hacerse chacha ha sido de mala vida. Estuvo en una casa.
invisible. Varias veces sorprendióla Juan atisbaodo su El asombro demudaba el rostro de la madre.
paso para salir ella de algún sitio. Qué dices? Do comprendo. ella, Luisa. Sí, ella.
Uo antiguo camarada de la juventud le soltó un día Pero ¿Cómo. Estás seguro. Cómo lo sabes. con cínica sonrisa. Ya la vi. Ayer que fuí a buscarte, La vergüenza abrazábale a Juan hasta los cabellos.
ella me abrió la puerta. Tú misino la llevaste? Juan Sentía sus palabras sucias ante la santidad de la madre.
sintió ganas de romperle la crispa al imbécil. Pero, no. Cómo lo sabes tu?
fué sólo éste. Otros se lo dijeron. Los amigos que sabían ¿Qué quiere Ud. Soy hombre y estas cosas.
la historia. Juan pensó que su tolerancia era vergon Cuando yo era pasante de derecho, todas estas llegaban zosa. Aquello no podía seguir así. Imaginaba la indigoa al juzgado. Se mantenían en líos. Ahí la conocí hace ción de sus padres, si un día supiesen.
tiempo. Ahora, al verla, fui recordando. Pero, esto es atroz. esa seriedad. ese aire De sábito, una noche, Natalia no fué ya la tímida de tan recatado. siempre. Juan leía en su escritorio, cuando vio abrirse la. Como Ud. quiera. Ella le habrá contado embustes; puerta y penetrar por ella la mujer. Iba palidísima y pal. pero yo estoy seguro y debe sacarla inmediatamente de pitante. Temblaba como una hoja en el viento. le tem aquí. Considere Ud. mamá, esta mujer aquí, en mi casa, blaba hasta la voz; pero sacudió la cabeza en repentina con mis hermanas.
decisión y aquela voz temblona estalló como un gas com El asombro hacíase palidez eu el rostro de la madre primido; se derramo, como del alveo roto se derrama un que repetía con voz triste: torrente. Le dijo, le gimnió. Dios mío, qué vida. Perdone que me entro así. Si no le hablo hoy no le Al instante colmólo el arrepentimiento Por qué lo hablo nunca. Sólo una palabra, por Dios. Si Ud. su dijo. Hubo alguna vez hombre tan miserable. No pudo piera qué peda. No tengo vida desde que Ud. vino. No inventar algo, una cosa pueril, algupa futileza para no sé por qué no me fui esa misma noche autes que Ud, se publicar una vergüenza. para no remover tantas cosas diera cuenta. Pero me iré luego. Se lo prometo. Ya sé tristes que empafiara la piedad del tiempo. No pudo él qué efecto le hace a Ud. verme en su casa; pero por lo mismo decirle: Márchate. Así, sin razones, sin explica.
más santo, por sus hermanitas, no le diga bada. no les clones. He aquí que en él brotaba aquel impulso mise diga quién soy. Yo me iré cuando tenga un pretexto. rable que el hombre lleva latente a toda hora y la había Pronto. Si yo no debiera, pero tengo adelantado el sala. infamado, la había desnudado, la había sumido otra vez.
rio de seis meses! Dios mío, bi hubiera sabido que esta entonces, sin saber por qué, Juan pensó en aquellas era su casa. qué triste es mi vida. De dos casas me han raicecitas que su bota aplastaba apenas recién brotadas echado al saberlo. y ahora que me sentía feliz. Siempre de la tierra y en esas estrellas que tapa una nube cuando mi desgracia! una que quiere enmendarse. Pero le empiezan a brillar.
ruego que no sepao. Memuriría de vergüenza.
Eo esto, unos pasos, La voz de Carmeo: Luisa, Oyó la voz de la madre, cuando llamó a Natalia. Oyó ¿dónde estás. aquí se llamaba Luisa. el ruido de una puerta cerrada con cautela. Ogó una plá. Natalia se desvaneció como una sombra. Quedá. tica sorda, confusa y salpicada de sollozos. Después se rople a Juan en el alma muchas cosas rotas y en el am. abrió la puerta. Acercáronse unos pasos. Era ella que biente, un incitante aroma de ver bepa.
iba a encerrarse en su cuarto. Toda la noche ogóla sollo.
zar, agitarse, moverse abriendo y cerrando gavetas. Juao pensaba: Es buena. Se ha regenerado. No él Juan lloró de piedad por ella y por el mismo de des.
mismo le hablara de regeneración y de una vida honesta precio.
en otro tiempo, cuando se abrazaba con ella. Por qué hermetismo absurdo, por qué inhumanos prejuicios arro. Se levanto temprano, presintiendo que Natalia se iría. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica