14 Repertorio Americano Fragmentos Valencia el comentador más fino y erudito. Cierta noche, no es de esos artistas que, siguiendo el consejo de Boi.
en un grado, dejó boquiabiertos a nuestros galenos de leau, se eternizan cincelando y limando sus creaciones.
más fama, con una disertación acerca de po sé qué punto Byron le escribía a su editor. Me pasa con los versos lo abstruso de patología mental. Pero lo que en él subyuga que el tigre que asecha su presa: si no la pueda asir del más no es la cultura solidísima, sino la fluidez del dis. primer zarpazo, retrocede a su cubil, rugiendo. Lo mismo curso, el don de hallar imágenes exactas y pintorescas podría decir el portalira de Ritos. Uno de sus poemas de para expresar sus ideas. Bástanle a veces una palabra, más aliento, Anarkos, fué compuesto en tres días de una frase brev espara caracterizar un hombre, una situa. labor a cada instante interrumpida. La Parábola del ción. como a estas cualidades se agrega una agadísima Monte me lo dictó a mí en una o dos horas. lo mismo percepción del ridículo, su palabra resulta una temible ocurrió con la versión que hizo de la poesía Manos, de arma de combate. He aquí, a ese respecto, dos anécdotas Annunzio.
curiosas: Tales son, expuestos a grandes rasgos, algunos, Corría el año de gracia, o mejor dicho, desgracia, de los aspectos más interesantes de la personalidad de 1903. Estábamos en vísperas de la secesión de Papamá. de Valencia. aún tiene otros muchos más que sería El señor Caro tropaba en el Senado contra el Tratado curioso estudiar. Acaso algún día, con más tiempo y Herráp Hay, y, naturalmente, contra el Gobierno de Ma. espacio, habré yo de intentar esta tarea. Puede, por eso, rroquín. El poeta, entonces muy joven, tuvo el valor de acusárseme de indiscreto. Pero la indiscreción no es qui.
enfrentársele al viejo púgil, y defendió, en candentes zás, para nosotros los periodistas, un deber profesional?
discursos, el régimen imperante, con lo cual dio lado EDUARDO CASTILLO.
para que se le dirigiesen rudos ataques por la prensa oposicionista. Uno de los artículos publicados contra Va.
lencia indignó a todo el mundo por su ruindad y villanía. Firmábalo «Un caucano. y su autor era cierto usu.
rero famoso en Bogotá por la astucia y trapacería cou que supo despojar de su haber a los infelices que caían Del poema dramático de Alfonso Reyes, I6ge.
nia Cruel, que está pronto a publicarse en Madrid. en sus redes. Por toda contestación al infame papfleto, el poeta hizo publicar uu suelto anónimo en que se leía lo LA AFICIÓN DE GRECIA siguiente. La firma de Un caucano, puesta al pie de (Fragmento del comentario que sigue al poema. cierto artículo contra Guillermo Valencia, nos hace re.
OR Cierto día en que el Virrey La Zerda estaba en manos de atepiense. Era la edad en que hay que suicidarse o su peluquero, éste, que era cazurro y charlatán, como redimirse, de la de conservamos, para siempre, las todos los hombres de su oficio, díjole a su cliente: Ha lágrimas secas en las mejillas. Por ventura el estudio de de saber Su Excelencia que yo debo de ser algo pariente Grecia se iba convirtiendo en un alimento del alma, de él, porque también llevo el apellido de La Zerda. ayudaba a pasar la crisis. Aquellas palabras tan lejadas se lo cual replicóle el Virrey con socarronería: No sabes. iban acercando e incorporando en objetos de actualidad.
infeliz, que hay cerda del cuello y cerda de la cola. Aquellos libros, testigos y cómplices de nuestras caricias Esta anécdota, tan oportunamente traída, le quitó al y violencias, ibanse tornando confidentes y consejeros.
panfletista las ganas de seguir atacando a Valencia. Los coros de la tragedia griega predican la sumisión a En otra ocasión, a tiempo que éste defendía en el Se. los dioses, y ésta es la única y definitiva lección ética que pado de la República los fueros de la religión y la moral, se extrae del teatro antiguo. Hay quien ha podido a procierto periodista malicioso, pero casado con una dama vechar su consejo.
algo loca de su cuerpo, publicó en su hoja la versión he. La literatura, pues, se salía de los libros y, putriendo cha por el poeta de la Pamphila, de Annunzio, fingien. la vida, cumplía sus verdaderos fines. se operaba un do asombrarse de que un hijo fiel de la Iglesia se com modo de curación, de sutil mayéutica, sin la cual fácil placiese en trasladar a puestra lengua poesías tan invere. fuera haber naufragado en el vórtice de la primera ju.
cundas como la publicada. Valencia recibió el golpe sin ventud.
pestañear. Pero les hizo potar a sus amigos que él había Ignoro si éste es el recto sentido del humanismo. Mi hecho tal traducción, do para darla a las letras de molde, Religio Grammatici parecerá a muchos demasiado senti.
sino para conservarla en su era y a los ami. mental.
gos de confianza, capaces de ver solamente en ella una Tenemos derecho una vez que por cualquier camino obra de belleza. Todos decía con frase admirable refi. alcancemos la posesión de un módulo para manejarlo riéodose a este asunto todos vamos desnudos debajo de a nuestra guisa. Sucede en esto lo que con el libro de nuestra ropa. agregó aludiendo al periodista que ha. cabecera: es tan nuestro, que rueda por las sillas y por bía hecho la publicación de la poesía pombrada: Lo las mesas, le anochece en el velador y le amanece a los malo no es traducir a Pamphila sino casarse con ella. pies de la cama. Al libro predilecto lo tratamos en La manera como Valencia trabaja sus versos es digna puestro fuero interno con todas las veleidades de la de observación. Flaubert decía que sus más bellas pági. sinceridad; reñimos con él, le exigimos más que a pin.
Das las había escrito acostado, y Nietszche aseguraba guno. JustiGcada la afición de Grecia como elemento que el andar favarece en alto grado la inspiración del ponderador de la vida, era como si hubiéramos creado artista. Valencia emplea una y otra manera, si bien una minúscula Grecia para nuestro uso; más o menos nunca, o casi nunca escribe por su propia mano. Acos fiel al paradigma, pero Grecia siempre y siempre nuestra.
tado en su lecho o paseándose por la estancia, dictale a Entonces, ya era dable arriesgarse a sus asuntos sin tono un secretario sus prosas rotundas o sus estrofas armo. arcaizante, y aún sip buscar compromisos líricos dan.
piosas. Esto de que el poeta payapés dicte sus versos ngozianos entre la antiguo y lo moderno. Esto con ser puede parecer extraño, pero así es, sin embargo. En él, más sincero, es, a la postre, más valiente; exhibición no la elaboración del pensamiento y de la frase bella es ma. disfrazada de nuestras ipinteligencias o aciertos, nos ravillosamente rápida. los sus versos, aun aquellos vende, nos entrega; si la obra emprendida fracasa, do que por su perfección parnasiana parecen fruto de una podemos recuperarnos. Somos uno con ella: no es Grecia, larga y benedictina labor de orfebre, han brotado de su es puestra Grecia. Tanto riesgo, solicita a todo corazón mente hechos ya, en un instante de inspiración. Valencia templado. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica