212 Repertorio Americano Filosofícula rodea por el esplendor de su propia hermosura.
ese grito, repetido por todos nosotros, Es evidente dijo el mitógrafo a La creación de los angeles dén. Aun abogan la emoción las palabras de saludo. No. No podía ser una palabra trivial cualquiera de aco.
gida. Fué un grito, seco, firme, deci.
dido; un grito despecho de todo. Pero, es que no vamos a poder gri.
La tónica de Neso tar: Viva Miguel de Unamunolo vibró, metálico, en la nave de la esta. sus interlocutores, el filósofo y el ción. La Policía contuvo un ademán poeta es evidente que Deyanira po de impaciencia.
estuvo enamorada de Hércules. El se.
Al pisar la acera, un policía se acer.
midiós, nada joven ya, la hubo de su padre, el rey Epeo de Calidonia, me.
ca a Miguel, uno nuevo, po uno diante el don del cuerno de la abun.
de los dos inferiores que le daban es.
coltá desde Salamanca, y le dice con dancia. Cómo pudo entonces, Deya.
Dira enfurecerse hasta causarle la policíaca amabilidad. Miguel, soy el comisario de muerte por medio de la famosa túnica, cuando supo sus puevos amores con Policía. Tengo el gusto de saludarlo Yole?
y poperle, para llevarle ta donde usted quiera. un automóvil a su dispo Por vapidad herida opinó el fi.
16sofo. Si hubiese estado realmente sición.
enamorada de él. sentenció el poetaD. Miguel de Unamuno le contem.
ella misma se habría dado la muerte.
pla con cierta sorpresa, se encoge de hombros y contesta: Bueno!
Orfeo y Euridieo El comisario llama voces. El HALLO una contradicción dijo el automóvil para Miguel de Una.
filósofo entre la idexorable ley, con muno. Sus gritos no tienen eficacia.
forme a la cual pipguo mortal volvía Pero una castiza interjección del re.
del Hades, y el retorno de Euridice, presentante de la autoridad consigue, concedido por el dios infernal a Orfeo, por fin, que el vehículo se aproxime cuando éste lo apiadó con la lira. tiestro grupo. Más aún confirmó el filósofoSuben al coche Miguel y sus in.
si se considera que la ley del Hades no esperados acompañantes. Uno de los incombía al dios, sino al destino, cuyo nuestros logra hacerse sitio. el au.
carácter impersonal excluye la compa. tomóvil desfila, camino del hotel, por sión.
entre las fuerzas de Policía, a pie y a El dios fué a la vez piadoso y su.
caballo, que cubren la carrera hasta til enseñó el poeta y eso se ve en la la Plaza ds Oriente.
condición que puso a Orfeo: no pol.
Nosotros le vemos desaparecer, y verse para mirar a Euridice, basta po le despedimos con un viva, clamor haber abandonado el Infierno. Pues ardiente.
hallándose realmente enamorado de A disolverse en el acto, que «si ella Orfeo, el dios sabía con seguridad no habrá leña!
que no resistirla al ansia de perla.
No. Nadie pensaba en oponerse a la fuerza aquélla. Una enorme tristeza.
La desventura Ideallsta apagó puestra indigración.
Luego supimos en el hotel que la CUANDO Remy de Gourmont dió su policía tenía secuestrado a Unamuno. primer paseo por el infierno, en com.
Que no le dejaba salir ni recibir visi. pañía de Abelardo, llamóle la atención tas. Que a la mañana siguiente, cos. una mujer hermosa, seguida por um todiado, en automóvil, lo embarcaron hombre triste, Tan hermosa y ensipara el destierro. Sólo unos amigos, mismada, que parecía lejaba cual la que supusieron la traza, lograron des. luna popiepte.
pedirle en la estación. Esa dijo Abelardo fué una a así pos han quitado a Miguel quien a mó en la tierra cierto poeta fa!
de Unamuno. Ya no oiremos. su voz moso, sin ser correspondido. No era ni leeremos sus palabras. La censura linda pi fea, inteligente ni tonta, pero po tolera que se hable de su persona no supo comprender la belleza del alma Di de su excursión a través de España enamorada. Entonces él, por medio de custodiado por la Policía. Lo último la poesía que le dedicó, puso en ella que de él sabemos nos lo dicen los es toda la belleza de su alma. así, ade cuetos telegramas de la prensa: Don más de aquel tesoro inútil, le dió en Miguel de Unamuno ha salido de Se los tiempos la gloria. Él se quedó so.
villa para Cádiz. Ha embarcado en lamente con el dolor, y cuando no pudo Cádiz para Canarias. más, se mató por ella. nada más.
Ahora, en el Infierno a que los echa.
ron el suicidio y la vanidad, ella, em.
MANOEL PEDROSO bellecida por la hermosura que él le creó, lo desde la más, viéndose tan (La Nación, Buenos Airos. hermosa, y tomando la gloria que la Dos siglos después del Dante, un joven platópico que había muerto en plena adoración de la Vita Nuova, hallóse con Guido Cavalcanti a la sa.
lida del Purgatorio, donde este acababa de expiar su poble, si bien profano amor por Mandetta la tolosana. Señor, le dijo puesto que para vuestra eteroa gloria, merecísteis ser llamado por el Supremo, Doctor en la Ciencia de Amar, el primero de sus amigos, satisfaced, os lo imploro, la única insaciable curiosidad de mi exis.
tepcia: decidme cómo era Beatriz. Beatriz, como ser corporal? La Bice Portipari? una linda criatura, por cierto; pero no mejor, a fe mía, que otras doncellas de Florencia. Figurábamelo así, y esta es la angustia de mi alma. Cómo pudo, entonces, el poeta, ganar el cielo con la mentira de cantarla perfecta. Mentira? Lo upico falso que había en ella, al ser, por imperfecto, lo perecedero, era aquello que le faltaba para alcanzar la perfección. La verdad es el ángel que Dante inmortalizó en ella.
LEOPOLDO LUGONES (Caras y Caretas, Buenos Aires. La palabra Aleje la amargura de mi vida para verla un instante con serenidad, y la encuentro dolida como un recio clamor de soledad.
Ni la paz del ensueño más distante ni jocunda canción.
Apenas un acepto de esperanza pequeña, casi límpida, tan mansa que pudiera llenar un corazón.
Cansado el pensamiento se doblega y esconde su dolor como el iris indióvil de una ciega un anhelo infinito de color, parece mirarse mi conciencia en la ola de mar, cuyo canto de larga persistencia quisiera en las orillas descansar.
El mar es agua pobre. Una raya de espuma puede ser el duro cerco de su sed de playa en ingenuos desmayos de mujer!
No obstante, prosiguiendo la jornada (emprendida, una vez me enamoré de la vida, por cualquiera razón, y le dije en el fleco de una ola quna palabra sola, casi lágrima, ensueño y oración.
JOSÉ GOROSTILA (Exulo del autor. México, DF. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica