Repertorio Americano 157 LA EDAD DE ORO 68. La hoja de trébol. Lilia Gonzáles.
Cuando los nifios pidieron un cuento, Juan Silvestre Juan Silvestre interrumpió su cuento para decir a los les Darró éste, sin reflexionar que no tenía pies ni cabeza: nifios: en esto hacía como Pablo y Virginia. Habéis oído hablar de estos niños? No? Pues figuraos que cando le El padre de Pascoalillo había hecho la casa en el lin. preguntaban su edad, Virginia respondía. Los mangles dero del bosque. Era una sencilla habitación de madera, han dado dos veces su fruto y los naranjos veinticuatro may limpia eso sl. Ya imaginaréis que por las ventepas y veces la fior desde que estoy en el mundo, paertas entraba op aire que olia a cosa bendita. El bosque Luego Juan Silvestre continuo: era para el nifio una contindación de su hogar. Conocía Al igual de un oroitólogo, podla describir los pajaros todos sus rincones y en más de 18 ocasión se llevó una de su clima a ojo cerrado: en qué tiempo era la presta y, buena tunda por no asomar la nariz en casa en todo un de cuántos huevos; si hallaba un pido vacío sabía si era santo día, gastado en subir y bajar árboles o anda. de zoterré, de yiguirro o de zacatera. Quería mucbo al rrear con el vagabundo arroyo que antes de salir al pecho amarillo porque es va pajarito valiente, y al verlo claro, daba mil vueltas y correteos bajo la umbría como perseguir a up gavilán de fuertes garras que hoía ante la si le doliera abandonar aquel recinto. Al ser castigado por pequeña avecilla, tiraba su sombrero al aire y gritaba, estas correrías, en su pensamiento había una confusion, queriéndole demostrar con ello su admiración.
algo así como si los golpes dados fueren por andar en la Distingoía como el más entendido apicultor, las es.
sala o en la cocina de su casa.
pecies de abejas de su tierra y con sólo probar la miel Para Navidad sentíase dichoso cuando su madre, po.
decía si era de picázaro o de jicote barcino. Arrebataba niéndole un saco entre las manos, le decía: Es preciso de un árbol uo panal sin sufrir un solo aguijon szo, y traer lada para el portal.
alrededor de la casita del lipdero del bosque zambaban Solamente el conocía los sitios donde el musgo he enjambres de esas abejas begruzcas que hacen miel con cía sus maravillas con más primor sobre los troncos, olor de mapzada, cuyos papeles estaban en troncos col.
o donde colgaba sus más bellas estalactitas de esme.
gados por el nifio bajo ro.
ralda a la vista y de seda al tacto. Los otros nifios Tenía ocho años cuando paso por la aventura que de.
del lugar traían lada para adornar el Nacimiento, lapa, cidio de su vida: entonces era un muchachillo de simpá.
lana común. Las Tres Divinas Personas que poseía sua tica figtra, con sus mejillas redondas y frescas, sus ojos madre, deblan sentirse orgullosas de reposar entre el inteligentes, el sombrero acampapado de fieltro pegro musgo más lindo y suave de la montafia. Para ellas apametido hasta las orejas, los pantaloncillos de dril, engo.
centaba el niño todo el tiempo quién sabe qué rebafio de mados y largos como los llevan los hombres grandes. Las ovejas encantadas, cuyo vellón delicado y de color verde vaca. no le tenían mucha confianza porque de repente le iba a tragquila: todos los afios, al acercarse la Pascua. Sabia salía aguijarlas sin ton ni son y las podía a correr azora.
más que muchos botánicos y entomólogos duefios de co.
das; la gorda cerda blanca se preguntaba qué gusto expe.
lecciones olorosas a cianuro y a muerte. Su ciencia era rimentaria el muchacho en azuzar al perro para que la viva, de la que alegra las imaginaciones: por ejemplo, no persiguiera y la hiciera jadear, y el mismo perro era lati.
podía decir si las flores que conocía eran gamopétalas o gueado sin necesidad. Las ardillas, los sapos, los pájaros polipétalas, mas sí en cuál mes florecían todas las plantas y las mariposas no estaban tampoco muy seguros cuando de los alrededores, los matices de las corolas; que esta sus ojos les caían encima.
orquídea lucía en el interior de gu broche una palomita Esto no quiere decir que fuese malo y si la madre le blanca, que la otra un abejorro exacto a un chiquizá, que hacía reflexiones se arrepentía de veras.
la de más allá un torito. Era una abeja en lo de saber. Una noche el padre dijo. Ve Pascual y trae las vacuáles botones eran dueños de una gota de miel y siem. cas; déjalas en el potrero de atrás. Tengo que ir a la ciu.
pre el pequeño altar de su madre estaba adornado con los dad y quiero ordefiar en la madrugada.
ramilletes más perfumados que encontraba en el bosque. Era en junio para el veranillo de San Juan, como que En las tardes de lluvia ensartaba en hilos los frijolillos de el siguiente era el día del Santo Bautista. Hacía mucho poró y los bonitos granos de lágrimas de San Pedro, frío y el niño metióse en una americana regalada al padre recogidos en sus excursiones y hacía collares a su herma. por el amo de la ciudad.
nita (Susa. Las guijas pulidas y redondeadas con más El cielo estaba aseado y ya las nueve andaban cerca esmero por las transparentes manos del arroyo. estaban porque la luna iba bien encombrada.
en su bolsillo, y no había abejorro, libélula o mariposa Bordeaba el bosque, cuando creyó oír en el suelo, cuya historia no conociese, cerca de sus pies, risas menudas y palabras dichas por Los nombres de los meses eran madeja enredada en su bocas diminutas. Un rayo de lana colándose por el vapo cabeza; en cambio se fabricó un calendario sa manera. que dejaban unas ramas, le hizo ver una multitud de figu.
El decía; el mes de las moras y de las uvitas de lengua de ras minúsculas que se movía entre la hojarasca. Inclinose PACA; el mes en que vuelan lus semillas del tabaquillo; el para mirar bien. Si Pascualillo hubiera sido una persona mes de las violetas eo los potreros y de los ahoge pollos mayor se sobrecoge y quizá hasta habría tenido miedo, que son unos escarabajos de alas verde y plata que por pero era un piño y un piño criado entre árboles y vacas, mayo vuelan en nabes.
y el espectáculo que tenía sus pies parecía tan Datural Calculaba la edad de su ternera así: Nació para su inteligencia sencilla, como el que viera una mañana, cuando las mangas estaban florecidas, despues de eso, dos principios de mayo en el que, cuan lo encontro veces Susa y yo hemos comido las uvas moradas que sa poblado de boogos. Lo que hizo fue reír. iQué gracioso len de las fangas. era todo estol He aquí que los hongos tad quietos y si. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica