Repertorio Americano 215 ¡El pobre Luciano!
contacto. El hombre que no tiene en tener hombres verdaderos: eso que pieza, ponía en mis oídos una sensa.
independencia económica lograda o la joven de la anécdota desea encon. ción vaga, semejante a la que me promantenida por su esfuerzo, no pue trar bajo el traje del mecanico.
ducía la luz de la lamparilla de aceite de sostener las prerrogativas de la Ya pueden, pues, los mocitos ele. en mis ojos.
finura y la delicadeza, y viene resul. gantes y pintiparados de Centro Amé. Me disimulé en un rincón y el mis.
tando un cascarón vacío.
rica, ir desposándose con la tierra, terio que asomaba a través de la abso.
La verdadera, la genuina cultura de que es la más rica y la más fragante luta quietud de mi amigo me llenó de los pueblos, pola forman los señoritos, de las novias, y, al propio tiempo, la congoja.
ni los escritorzuelos, no los poetastros, única que da blasones puros, de aris. La voz de una de las piadosas señopi auo los sabios: la forman los hom. tocracia, de libertad, ep esta dura ras que velaban en torno del difunto, bres que, después de haber hecho una época. Y, por si esto po les fuere su no pudo mantener el topo bajo, y vino fortuba o haberse aeegurado una po. ficiente, no echen en olvido que, des. a hacerme en el espíritu una especie sición con el trabajo, luchando varo. pués de todo, tierra son. la peor de cosquillas que me produjeron risa, pilmente, pueden rodearse de libros, forma terrena: la que, siendo lúgubre y la congoja se fué esfumando. La se dilatar sus lecturas, tener amistad con y sujeta a la podredumbre, no ilumina ñora decía. Encuentro que Luciano personas de experiencia, de saber o de por un talepto claro y una ha sido muy ingrato al watarse. Ya brillo, viajar y ocupar puestos sociales energía viril.
ven, dejar una viuda con tres criatu.
importantes, o que se hacen importan.
ras y en la edad en que más necesitan tes, aunque sean modestas, cuando PORFIRIO BARBA. JACOB del padre. Qué puede haber sido? Mi hay en ellos un hombre. La fuerza y marido, que era su abogado, dice que la grandeza de un pueblo está, pues. El Imparcial, Guatemala. sus bienes estabap bien. Lupe queda rica. con una mujer tan hoorada, tan señora de su casa. Oh. Honrada? Sí, sí. Jamás sobre el nombre de Luciano se posó la sombra de una sospecha del tamaño de una (De Las Fantasías de Juan Silvestre. suciedad de mosca, que Guadalupe su mujero Lupita, como la llamó de vieja ama entró esta mañana las baldosas llenas de barro por los povio y recién casado, o Lupe, como le toda compungida a darme la po. pies de los que entraban y salían. decían todos sus conocidos, era hemticia, pero al oírme exclamar con un Quizá en esos momentos mis septi bra incapaz del wepor desliz. Nunca suspiro de alivio. Doy gracias a los dos sufrían de hiperestesia, porque me las mujeres de su familia fueron de dioses. se quedó contemplándome molestaron los minutos de Lupe al ve carne débil y los hombres que se ma extrañada y luego salió en silencio pir a mí encuentro toda albaraquienta. ridaban con ellas podían osteptar hasta moviendo la cabeza con ademán de Yo pensaba: te mueves como una vaca. la muerte upa frente libre del más lireproche.
Pero en una vaca do me molesta ese gero aditamento.
Cierto es que se trataba de mi amigo ritmo y en ti, mujerona, lo aborrezco. Pero era más lógico para mi egoísmo de la infancia, Luciano Montenegro. Qué le parece, Juan, lo que la que el pobre hombre hubiese muerto También es cierto que la noticia era hecho Luciano? exclamó con el ros. víctima de la liviandad de su mujer, bien inesperada. Nunca lo creí capaz tro contraído por una mueca de pena. que no de aquella especie de virtud de una resolución tan definitiva. se puso a llorar recostada en la pa. que todas las señoras hacendosas y los El día anterior lo había columbrado, red, con el rostro descubierto. La carne maridos de damas dejadas, le loaban.
descansando en el banco de un parque, espesa de las mejillas le temblaba como Porque indudablemente aquello era y ahora recordaba con tristeza el su. si fuera en coche.
lo que lo había llevado a su peuraste premo aburrimiento que emanaba de. Dónde está. pregunté sin que pia y por último, al suicidio la figura toda, septada con el tronco me pasara por la imaginación la menor ¡Dios todo poderoso, y cuántas lo.
inclinado hacia adelante, una mano frase de consuelo, y me alejé.
curas diferentes se incuban entre tu desmayada en la rodilla. Lo evité por Entré en el cuartito en que descan. omnipotencia!
que temía sus eternas quejas, siempre saba Luciano en una cama. La habi sobre el mismo asunto. El decía que tación estaba en upa semioscuridad. Lupe entró y se sentó cerca de la yo era su único confidente. iDios mío, Sobre un velador palpitaba la llama de cama. ratos sollozaba, os se qué aire de confesonario tendrá mi una lamparilla de aceite y a su luz quedaba silencio. a o respondía prolija cara que tan a menudo encuentro gen. uptuosa e inquieta fuí descubriendo la a las observaciones de sus amigas y la tes que me favorecen con sus confi. escena: de entre las sábanas energía palabra ingratosalía a cada momento dencias!
la cabezota del amigo, toda vepdada. de sus labios.
Me encaminé hacia la casa de Lu. Por una de las mejillas resbalaba una El recuerdo de todo lo que conocía ciano. Cuando llegué, hacía dos horas lágrima sanguinolenta y en la blancura de esa vida terminada que tenía ante de ocurrido el suceso y estaba llena de de las vendas se destacaban manchas mí, lo fuí repasando en la memoria: curiosos, familiares y amigos. Muchos de sangre.
La piñez: Luciano es un chiquillo años hacía que no traspodía aquel um. iQue infioita lástima experimenté encantador a quien todas las mujeres bral, desde que me di cuenta de que al mirar el cuerpo macizo delibeándose besao con placer. Todavía en un viejo Guadalupe sentía que le pisoteaban el bajo las ropas de la cama, y sobre todo, mueble de mi casa anda una fotogra.
corazón cuando los camaradas de su al ver la luz aceptuar su inquietud so ffa suya, vestido de marinero en un marido la mancillaban con suis pisadas bre la barba y los bigotes grises corta bote, remando, con la rizada cabellera el bruñido zaguáp o desordenaban las dos a la Richelieu!
de oro cayéndole sobre los hombros.
sillas del escritorio.
Su hermana Teresa lloraba arrodi.
Es un pasaje de la adolescencia. Se Cuando entré, divisé a Lupe en el llada a los pies de la cama y el mur. celebraba ese día en el patio del cole fondo de un corredor, dando órdenes mullo de su lloro y el de la conversa gio un concurso de juegos de agilidad entre sollozos, a una criada, para que en voz baja, que sostenían upas y fuerza. Luciano ganó todas las me.
fuera a pasar un trapo húmedo sobre cuantas señoras diseminadas por la (Pass a la página 22. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica