Repertorio Americano 189 ARÉVALO MARTÍNEZ que hizo exclamar a San Agustín. Oh, hermosura siem. anteojos dorados ya no querrían sembrar más, sino que pre antigua y siempre pueva, qué tarde te conocil) se dedicarían cantar a Dios como to. es necesario Cuando volvió de su arrobo se encontró rodeado de que siembren para ti, mientras tú oras por ellos.
palardos asombrados. Qué hacías ahl. le preguntó el palardo más viejo. entonces el poeta les contó las excelencias del lirio (El Señor Monito. de los campos. Como eran gentes sencillas sus oyentes, sin gran esfuerzo su palabra reveladora pudo construir. un par de gafas doradas para que todos ellos contempla74. La vida junto a los árboles sen la hermosura del lirio de los campos. El parísimo ambiente diáfano de la campiñia bafiada de sol en aquella Estos hombres de Luso. 1) que viven cerca de los ár.
hora matinal, se volvió el mismo una enorme leote dorada boles centenarios de Bussaco, no pueden sentir la vida a través de la cual se asomaban a mirar la tierra los serai del mismo modo que los hombres urbanos. no precise.
fines encendidos de amor. Los palardos miraban el lirio y los querubines miraban al poeta. palardos y querubi.
mente porque estén más próximos a la naturaleza. Tanto se ha dicho de la naturaleza, que ya se la ha reducido a Des sonreían con efusión.
una palabra convencional. La naturaleza quiere decir el IQué bella flor. declan a coro los palardos. em.
campo. Nadie supone que en las ciudades se paede vivir pezaron a rebir, disputandosela.
tan naturalmente como en el monte. Sin embargo, es así. como toda dispota ofende a Dios, aquélla rompió Porque lo patural, la paturaleza, en la ciudad y en el el encanto y el diablo, que acechaba celoso, pero que campo, refiriéndose al hombre, es el hombre mismo. Lo hasta entonces no había podido romper el círculo de la diferente, en todo caso, es el ambiente. Pero diferente gracia divina creado por la oración del poeta, logró sólo desde un punto de vista crítico. Dentro de las me.
penetrar al corro.
neras de vida, en las relaciones del hombre con el medio, Lo primero que hizo aquella mala bestia fué quitar Do hay diferencia binguna. Para un ciudadano, la ciudad los anteojos dorados al poeta, como se los quitaba es un ambiente tan Datural como el campo para un camtantas veces, y lo dejó ciego (el poeta era miope remapesino.
tado y casi no podía ver sin el auxilio de sus lentes. Mas el hombre de la ciudad y el del campo se dife.
Después, guió los pasos del boticario del pueblo cercado rencian en la manera de apreciar la eficacia de la acción.
que andaba por allí contratatando unas cuantas yerbas El ciudadano siente el límite de su acción dentro del medicinales, hasta hacerlo llegar al encantado grupo.
límite de su vida. Sabe que puede principiar y terminar. Qué hacéis allí, bobos? preguntó el boticario. Presu obra. La vida le alcaoza para hacer algo. Entre otras ferible era que me dijérais si tenéis de venta melisa, ruda y manzanilla.
razones, porque este algo siempre es una cosa restringida e independiente a su vida. Muchos de los hombres que Los palurdos le dijeron que habían encontrado una viven en las ciudades han terminado ya su obra. En la joya maravillosa y se disputaban su posesión. le sefiadiferencia entre el plazo de su obra y el término de su laron el lirio.
vida, el hombre de la ciudad puede encontrar un período. Qué partida de simplesl dijo el boticario. Verdad de regalada y ociosa senectud, que a veces se inicia en es que un loco hace ciento. Esto es obra del amigo de las plena madorez vital y no pocas veces en la cuna misma.
greñas, que anda por aquí. Pero 6jdos, bobos. All El campesino siente, en cambio, que el límite de su cerca hay todo un campo lleno de lirios. Cada uno de esfuerzo se confunde con el de su vida. Una casa, una vosotros puede llevarse ciento sin necesidad de refir.
fábrica, un cuadro o una idea se construye en un tiempo los palurdos vieron que, efectivamente, aquella flor determinado. Tiene, por lo menos, la posibilidad de ter: abundaba por aquellos contornos.
minarla. Pero en el campo ocurre lo contrario. El hom. se llamaron a engafio y apostrofaron al poeta, que bre no termina nuca de cultivarlo. Antes que la tierra como ya no tenía lentes no les pudo responder y se limito se agote, se agotan los hombres y las generaciones. Desde a implorar humildemente de uno de ellos que le sirviera de lazarıllo hasta la próxima población.
que nace hasta que muere, el campesino ve nacer y rena.
cer, afio tras afio, la espiga de trigo, y aunque la siegae Es cierto, les decfa: el boticario tiene razón. Yo soy afio tras año, la espiga renacerá siempre.
un pobre demente. Pero, Ised compasivos! y llevadme Los árboles que cortan los campesinos de Luso no los hasta la próxima población. cómo pudo venir aquí a edgafarnos el may be dad, hace su casa. Pero lo propio, lo natural del campe: han sembrado ellos ni sus padres. El campesino, es ver.
llaco y faroante y no puede regresar, decía el palardo sido, no es la casa, sino el árbol. Los hombres que plan.
más viejo. Al fin cedieron a sus súplicas y lo condujeron taron los cedros de Bussaco, hace varios siglos que están a donde quería ir.
hechos polvo. No obstante, los cedros crecen y engrosao todavia, y no es muy probable que sean los hombres ac: tuales los que los corteo. Esta continuidad irremisible del trabajo campesino La visión del poeta fué una visión de verdad. El es lo que les da a los hombres un sentido eterno del es.
que haya miles de lirios sólo quiere decir que hay miles fuerzo. El hombre del campo no tiene prisa, Sabe que de obras divinas prodigiosamente bellas y magnificentes.
Innumerables son las estrellas de los cielos y las flores de grandes trabajos de las generaciones. Mientras el hombre su trabajo no será más que una aportación mínima a los los campos y las arenas del mar. Cada obra del Señor de la ciudad vive en función de su trabajo, el trabaja en es una maravilla de gracia y de belleza. La deficiencia función de su vida. Por esto, las empresas heroicas, no está en sus obras sino en los ojos que las contem.
aquellas en las que la vida es lo de menos, las realizan plen, que a su vez son obra saya, perfecta en su relati.
con mayor tenacidad los hombres del campo.
vidad.
El Señor a ti, a quien ama, a veces presta sus anteo.
CÉSAR FALCOR jos luminosos y entonces te acercas a la Verdad. Pero oye bien esto que te voy a decir: No te quejes de los palardos. El Sol, Madrid. Ellos también tienen razba cuando te afirman que los lirios son incontables, Si también pudieran ver por tos a) Aldea porto COIL Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica