1 Repertorio Americano 271 Silvina Montt esta impresión, se comprende bien a ser, establecida de manera que ofrezca Sabemos que pasó por aquí dos o Aristóteles, cuando, para sintetizar los a sus habitantes seguridad y felici tres veces reprochábale la madreprincipios sobre las construcciones dad.(1)
sin que se haya acordado de nosotros.
urbapas, dijo que. una ciudad debe (Revista Municipal. Habana. Ha sido muy ingrato, Moott, cono.
ciendo lo que lo queremos. Es ciertor respondía Moott. y no me lo perdono. Pero estaba tan ocupado. Una vez lo vimos en Buenos Ai.
res dijo Silvipa. y usted también POR HORACIO QUIROGA nos vió. Iba muy bien acompañado.
Montt recordó entonces que había error de Montt consistió en figu. iPero Montt! deteníanse sus saludado un día a la madre y a Sil.
rarse que, por haber tenido en las amigas al pasar. No le da vergüen. vida en momentos en que cruzaba la rodillas a una bella criatura de ocho za abandonarnos así por Silva. Qué calle con su novia.
años, podía, al encontrarla dos lustros va a ser de usted cuando ella sea En efecto repuso po iba solo.
después, perder en honor de ella uno grande. Su novia, Montt? inquirió afec.
solo de sus cuarenta años. Lo que será más tarde lo igooro tuosa la madre: Cuarenta años bien cumplidos. Con respondía tranquilo Montt. Pero Sí, señora.
un cuerpo joven y vigoroso, pero el por ahora somos muy felices.
Pasó un momento.
cabello raleado y la piel curtida por el El amigo de Silvina. tal era el. Se casó? le preguntó Silvioa, sol del porte. Ella, en cambio, la pe nombre que en la casa merecía habi mirándolo quefia Silvina que por diván había tualmente Montt. La madre, aparte No repuso Montt brevemente; preferido las rodillas de su grau amigo del real afecto que sentía por él, ballá. y los pliegues de su freute se acentuaMontt, tenía abora diez y ocho años. base halagada de que un muchacho de ron un largo instante. Montt, después de una vida pasada las dotes intelectuales de Montt se Mas las horas pasaban y Montt sensin verla, se hallaha ante ella en su entretuviera con su hija. nienor, que tía que del fondo del jardín, de toda casa; en la misma suntuosa sala que le en resumidas cueutas tevía: apenas la casa, remontaba hasta su alma, era familiar y que le recordaba su ju ocho años. Moott, por su lado, se hasta su misma frente quebrantada ventud.
septia ganado por el afecto de la cria por las fatigas, un hálito de prima.
Lejos, en la eternidad todo aquello. tura que alzaba a él sin pestañar sus vera. Podría un hombre que había De nuevo la sala conocidísima. Pero inmensos ojos verdes.
vivido lo que él volver por una sola ahora estaba cortado por sus muchos Su amistad fué muy breve, sin em. noche a ser el mismo para aquella años de campo y traje rural, oprimien. bargo, pues Montt sólo estaba de paso adorable criatura de medias caladas do apenas con su mano endurecida de en aquella ciudad del noroeste, que le que lo observaba con imperturbable callos aquellas dos francas y bellísimas servía de estación entre Buenos Aires interés?
mados que se tendían a él.
y una propiedad en país salvaje que Helados; Moott. No se atreve. Cómo la encuentra, Moott. le iba a trabajar. iosistía la madre. Nada? Entonces preguntaba la madre. sospecharía Cada vez que pase para Buenos una copita de licor. iSilvina! Incomó.
volver a ver así a su amiguita?
Aires, Montt decíale la madre con. date por favor. iPor Dios, mamá! No estoy tan movida no deje de venir a vernos. Antes de que Montt pudiera rehu.
cambiada se rió Silvipa. volvién. Ya sabe que en esta casa lo queremos sar, Silvipa salla. luego: dose a Moott: como a un amigo de muchos años, y Tampoco, Montt? Es que usted. Verdad?
tendremos uua verdadera alegría de no sabe una cosa: Silvina es quien lo Montt sonrió a su vez, degando con volverlo a ver. por lo menos agre.
ha hecho. Se atreve a negarse ahora?
la cabeza. Atrozmente cambiada. go riendo veoga por Silvina. Aun así. sonrió Montt, con para mi. se dijo, sintiendo sobre el Montt, pues, cansado de una vida una sonrisa cuyo frío él solo sintió en brazo del sofa su mano quebrada y con urbana para la cual no había sido su alma.
altas venas, que ya no podía más ex. hecho, había trabajado pueve o diez a Aunque sea una broma. es dema.
tender del todo por abuso de las años con un amor y fidelidad tales a siado doloroso para mí todo esto. herramientas.
su rudo quehacer, que al cabo de ese pensó. mientras hablaba con aquella tiempo del muchacho de antes no que Pero no se reían de él. la prima; hermosa criatura, cuyas piernas, bajo daba sino un hombre de gesto grave, vera torno a embriagarlo con sus cilu un vestido muy corto, nareaban al negligente de ropa y la frente quebra vios cuando la madre se volvió. al hombre que volvía del desierto, Moott da por largos pliegues.
amigo: evocó las incesantes matinés y noches Ese era Montt. allá había vuelto. Lo que es una lástima, Montt, es de fiesta en aquella misma casa, cuan. robado por el hermano en el mismo que haya perdido tanto tiempo en el do Silvina evolucionaba en el buffet tren que lo llevaba a Buenos Aires. campo. No ha hecho fortuna, nos para subir con un warrón glacé a las Silvioa. iSí, se acordaba de ella! dijo. verdad? haber trabajado, como rodillas de Montt, que comía lenta. Pero lo que el muchacho de treinta. usted lo ha hecho, en vapo.
medte sin dejarle.
años vió como bellísima proniesa era Pero Silvioa, que desde largo rato Nunca, sin duda, fuera un hombre ahora una divina criatura de diez y atrás estaba muda: objeto de tal predilección de parte de ocho años o de ocho siempre, si bien. Cómo dices eso, mamá? excla.
una criatura. Si en la casa era bien se mira, para el hombre quemado de mó con las mejillas coloreadas y la voz sabido, que a la par de las hermanas aspecto rural, que ya había traspasado jadeante. Qué importa que Moott mayores, Montt distinguía a la peque. los cuarenta.
haya o no ganado dinero. Qué peceña Silviga, para ésta, en cambio, de sidad tiene Montt de tener éxito en el todos los fracs circuostantes no había campo? El verdadero trabajo de Montt sino las solapas del de Montt. De modo es otro, por suerte. No ha dejado (1) Art de Batir les Villas, por Camille Sitte.
que cuando Montt cobailaba, se ballaba Traducción francesa por Camille Martío. Pag. 10.
punca de ganar lo que él debe. con seguridad ocupado con Silvioa. Giocbra. Edición Alar. 1918.
yo me hopro sobremanera de ser la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica