Repertorio Americano 205 quiebra la wauo al mendigo y avienta a la atribulada!
II Beso que tu boca entregue a unis oídos alcauza, porque las grutas profundas me devuelven tus palabras. El polvo de los seuderos guarda el olor de tus plantas y oteándolas como un siervo, te sigo por las noutañas. la que tú ames, las nubes la pintau sobre mi casa.
Vé cual ladrón a besarla.
de la tierra en las entrañas; inas, cuando el rostro le alces, ballas mi cara con lágrimas.
Teugo vergüeuza de mi boca triste, de mi voz rota y mis rodillas rudas; ahora que me miraste y que viniste, me encontré pobre y me palpé desnuda.
Niuguna piedra en el camino hallaste más desnuda de luz en la alborada que esta mujer a la que levantaste, porque oiste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan mi dicha los que pasan por el llano, en el fulgor que da a mi frente tosca y en la tremolación que hay en mi mano.
Es noche y baja a la hierba el rocío; mírame largo y habla con ternura, ique ya mañana al descender al río la que besaste llevará hermosura!
Tu viste que viuieron a tocar los cristales de mi fuente serena.
Sabes como la triste temía abrir el párpadlo a la visión terrible; iy sabes de qué modo maravilloso hacíase el prodigio indecible!
Ahora que llego, huérfana, tu zona por (señales confusas rastreando, Tú no esquives el rostro, Tú no apagues la (lámpara, ita no sigas callando!
TG no cierres la tienda, que crece la fatiga y aumenta la amargura; y es invierno, y hay piere, y la noche se (puebla de muecas de locura.
BALADA III ¡Mira! De cuantos ojos veía abiertos sobre mis sendas tempraneras, sólo los tuyos quedad. Pero ¡ay! se van (llenando de un cuajo de neveras.
Dios no quiere que tú tengas sol si conmigo no marchas; Dios no quiere que tú bebas si yo no tiemblo en tu agua, no consiente que tú duermas sino en mi trenza abuecada.
El pasó con otra; yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento y el camino en paz. estos ojos míseros.
le vieron pasar!
NOCTURNO IV El va amando a otra por la tierra en flor.
Ha abierto el espino; pasa una canción. él ya amando a otra por la tierra en flor!
Si te vas, hasta en los musgos del camino rompes ini alma; te puerden la sed y el hambre en todo monte o llanada y en cualquier país las tardes con sangre serán mis llagas. destilo de tu lengua aunque a otra mujer llamaras, y me clayo como un dejo de salmuera en tu garganta. y odies, o cantes, o ansies, ipor mí solamente clamas!
El beso a la otra a orillas del mar; resbalo en las olas la lupa de azabar. no untó mi sangre la extensión del mar!
Padre Nuestro que estás en los cielos, ipor qué te has olvidado de ní!
Te acordaste del fruto en Febrero, al llagarse su pulpa rubí. Llevo abierto también mi costado, y no quieres mirar hacia mí!
Te acordaste del negro racimo, y lo diste al lagar carmesí; y aventaste las hojas del álamo, con tu aliento, en el aire sutil. en el ancho lagar de la muerte aún no quieres mi pecho oprimir!
Caminando vi abrir las violetas; el falerno del viento bebí, y he bajado, amarillos, mis párpados, por do ver más Enero ni Abril. he apretado la boca, anegada de la estrofa que no he de exprimir. Has berido la oube de Otoño y no quieres volverte hacia mí!
Me vendió el que beso mi mejilla; me negó por la túnica ruin.
Yo en mis versos el rostro con sangre, como Tú sobre el paño, le di, y en mi noche del Huerto, ue han sido Juan cobarde y el Angel hostil.
El irá con otra por la eternidad.
Habrá cielos dulces. Dios quiere callar. él irá con otra por la eternidad! Si te vas y mueres lejos, tendrás la mano ahuecada diez años bajo la tierra para recibir mis lágrimas, sioliendo cómo te tiemblan las carnes atribuladas. basta que te espolvoreen mis huesos sobre la cara. TRIBULACION DESVELADA Como soy reina y fuí mendiga, allora vivo en puro temblor de que me dejes, y te pregunto, pálida, a cada hora. Estás conmigo aun. Ay! no te alejes. Eu esta hora, amarga como un sorbo de (wares, Tú sosténde, Señor. Todo se me ba llenado de sombras el camino y el grito de pavor!
Amor iba eu el viento como abeja de fuego, y en las aguas ardia.
Me socarró la boca, me acibaró la trova, y me aventó los días.
Ha venido el cansancio infinito a clavarse en mis ojos, al fin: el cansancio del día que muere el del alba que debe venir; iel cansancio del cielo de estaño y el cansancio del cielo de añil!
Quisiera hacer las diarchas souriendo y confiando ahora que has venido; pero hasta en el dormir estoy temieodo y pregunto entre sueños. No te has ido. Tú viste que dormía al margen del sendero, la frente de paz licna; Abora suelto la mártir sandalia y las trenzas pidiendo dormir. perdida en la noche, levanto el clamor aprendido de Ti: iPadre Nuestro que estás en los cielos, por qué le has olvidado de mi!
No es el Repertorio Americano re.
vista de círculo; es tribuna abierta a los cuatro vientos del espíritu. Por lo tanto, los que en ella quieran colaborar opinan consuma Ilbertad. Sin que cso implique que su editor hage propias todas las opiniones ajenas o se bagn responsable de las mismas.
VERGÜENZA Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa como la hierba a que bajo el rocío, y desconocerán mi faz gloriosa las altas cañas cuando baje al río. Del tomo Desolacidro, edito.
rial Nascimento, Santiago de Chile, 1923. ܕܪ Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica