Repertorio Americano 2229193 Ventura García Calderón.
Llegó un día en que los directores de periódicos comenzaron a pedir tra.
bajos de más peso; entre ellos hubo como una confabulación, sin que fuera necesario previo acuerdo, para desteWe ENTURA García Calderón, perso: que, sio decírposlo siempre, nos dejó rrar en columpas subalternas tales valmente, fué para mí una sor entrever. producciones. Somos por ventura un presa. Yo lo imaginaba pequeño, ar.
pueblo que comprenda siempre los dillesco, de una perviosidad tropical. La crónica literaria tuvo en nuestro matices y conciba la profundidad en lo que veía era una mole inmensu. Continente americano, casi hasta ayer, lo ligero?
rable, in Sansón de cabellos escasos un número ilimitado de cultivadores. Luego, a la idea. en principio jus.
dentro de un frac, que sonreía con El género, que ya había sido impor. ta, admirablemente definida por el vaga malicia de salón a una dama tado de Francia a las letras espa inquieto guatemalteco, deformada en transparente, quiero decir vestida a la ñolas por Mariano José de Larra, pero la práctica por los majaderos de que moda.
tal vez con menos alardes galicistas, la crónica no debía arrugar doctoral.
Esa inveterada tendencia del espí. se propagó peligrosamente en los últi mente el entrecejo, se añadían otras no ritu, quizás infantil, acaso algo feme. mos treinta años gracias a la frivoli. menos falsas y difíciles de aplicar in: nina, de representarse física.
flexiblemente, y que tenían el mente a un poeta, a un povemismo. origen: a la ligereza, el lador o a un cropista en cuya cropista debía añadir una em.
compañía divagó dulcemente, palagosa tristeza lírica, una me jugaba así una mala partida.
perpetua añoranza de gentes ¿Por qué haber supuesto necey cielos exóticos. Pero el deam.
sariamente enclenque al autor buleo por tierras lejanas no iba de tantas páginas aladas, im.
casi punca más allá de la Puerpregoadas de ensueño, pero de ta del Sol y de los Boulevares un ensueño amable, sin exas.
parisienses.
peraciones enfermizas? Es lo Sobre todo de los Bouleva.
cierto que, de aquel priver res. El parisianismo se hizo choque de sorpresa, po obsepidémico. Rubéu, abito de tante agradable, yo habría pa.
ajedjo, Carrillo, en el torbe.
sado fácilmente al desencauto llido de la bohemia, del brazo sin el consejo de una vieja de Lajeneusse y otros conterexperiencia. Experiencia que tulios del Café Napolitano, he sin duda el buen pastor Lava.
ahí la visión que hacía suspi.
ter no olvidó de consignar en rar a las almas de allende el términos precisos, pero que Océano. Más de un suicidio lila escuela del mundo, con un terario y humano no tuvo método menos riguroso, ense otra causa.
ña temprano: Todavía en 19. el propio Juzguemos a las mujeres García Calderón comenzaba por su apdar, por el color de así un libro de crónicas que, sus cabellos o por la forma de es justo, se titulaba sus labios. Del hombre, sobre Frivolamente; todo de un artista, retenga En la atmósfera rubia mos solamente la expresión del bar, entre un aroma irride su frente.
VENTURA GARCÍA CALDERÓN tante de tabaco, de mujer y Basta observar unos segun.
de ajenjo, mientras los violidos la de García Calderón pa. Retrato de FEDERICO BELTRÁN MASSés. pes húngaros sollozan su nos.
ra adivipar allí la distinción talgia exasperada, las risas de un carácter. Frente prominente, dad elegante y al parisianismo deseo. fuoambulescas de las cortesapas ce.
despejada en su parte superior, llena fadado de Eorique Gómez Carrillo. Ellebran soporamente la Nochebuena.
de surcos perpendiculares junto a las autor de Entre Encajes sirvió de cice. Por los cristales se ve el bulevar con cejas. Si un fisionomista la estudiara rope espiritual a mozalbetes de parro: sus tiendecillas de baratijas y bombo.
en detalle, tal vez descubriría en ella quia ayunos de lectura, ricos de orgías nes, con sus vendedores ambulantes y un reflejo de las pasiones que agita. imaginativas, que creían bastaba lle. sus tenaces floristas, con toda la ale.
ron la juventud del escritor. Desen. var ese bagaje, acompañado de una gría desbandada de un pueblo de escantos, esas arrugas que descienden cierta facilidad sonreidora, para croni. tudiantes que pasan gritando cancio.
en tropel como senderos de una colina? quear sabiamente. La frase de Carrillo, Des obscenas, a la luz de antorchas ¿Costumbre de concentrarse en sí, de escrita precisamente en un libro de rítmicas, seguidos por una Musa des.
bridar los entusiasmos, ese pliegue pro Calderón, la crónica es la sonrisa del melepada y ebria.
fundo entre la distancia de los ojos? periodismo, llegó a la celebridad apenas Era el estilo clásico, al menos el Apreciada en su conjunto, vista en impresa. Como contraer los músculos que con mayor deleite procuraban fuga, bajo la claridad de las ampollas, faciales no es cosa que exija gran es. copiar los hispano. americanos.
tal frente graba en nosotros la impre: fuerzo, todos hicimos muecas litera Pasó el tiempo. Carrillo encaneció.
sión definitiva de una alta mentalidad rias imaginando sobreir. De la vulga Probó con libros de aliento que era aristocratizada por la vida. Dijerase rización de esa creencia vipo una capaz de otros empeños artísticos.
que es la ratificación de una obra artís. suerte de cansancio. El mismo rótulo Convenciéronse poco a poco los imi.
tica cuya elocuencia, más que deslum. sopri que se le ponía a la crónica. tadores de que aquella manera era brarnos por el artificio exterior, quiso era una terrible carcoma contra su inimitable, no sólo por lo que tenía gabar nuestro homenaje por lo mucho. prestigio.
de individual, sino porque ella res.
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