Repertorio Americano 99 La madre Montevideo, tan abúlico, tan entriste.
cido que un amigo de ocasión se lo llevó a correr mundo con el buen de.
seo de que, entre luchas y trabajos en ciudades desconocidas, llegase a olvi. A sala estaba ya bastante oscura La madre, entonces, terció con su dar aquel amor grande y triste. No y cuando entró la señora de la voz que era muy llena de paz y suave: olvido, pero aprendió a. resignarse, lo casa, Andrés, que la esperaba cou an Mi bija sabe hacer otros más ricos cual, por otra parte, era inevitable. siedad rudamente contenida, dió unos y más difíciles que ése. El de leche, de país en país fué a dar en el Brasil pasos hasta ella tendiéndole las manos por ejemplo.
como gerente de un ingenio de azúcar, con temblor visible. Pero, fuera por la La despedida fué fría, a pesar de los en el centro del país inmenso y cálido.
circunstancia apuntada al principio y arrumacos de María Agustina que lo Trabajó bien, se hizo hombre de con.
que impidió que Genoveva se diera acompañó obsequiosa hasta la puerta fianza, enriqueció, pero no volvió a cuenta de su gesto, fuera porque tam del zaguán. Ya en la calle, tomó Au. querer. Lo defendía el recuerdo terco bién ella, agitada, yo se daba cuenta drés el camino de la fonda donde se de aquella carita ovalada y blanca que de nada en aquel momento, el caso es hospedaba. Iba cabizbajo y algo ago. parecía haberse consubstanciado con que, sio corresponder al saludo, se biado por las callejuelas angostas del su corazón, a los diez años, mozo dirigió hacia la mesita donde estaba pueblo, bordeadas de casas bajas con serio y fornido, en plena treintena, no la lámpara y, callada, encendió la luz. techos de teja ennegrecida. través pudo más con el deseo de volver a Quedó en pleno círculo clarísimo ape de los vidrios de las enrejadas y ven. verla y se tomó un mes de vacaciones pas atenuado por la pantalla translú. tadas lo atisbabap, al pasar, mujeres, bajo el pretexto de vender la casita cida. Entonces los brazos de Andrés aburridas y murmuradoras que borda materna y el terreno pequeño que la cayeron a lo largo del cuerpo como si ban sobre el comentarios y, aspavien circuía. Se la compró el cura, su in.
las manos ávidas, al principio, del sa tos. Entonces tuvo deseos de sentarse quilino todo ese tiempo. cumplió su ludo estrecho, le pesarau ahora hechas un rato en la plaza solitaria, bajo los desco de ver a Genoveva y aquel amor de pronto algo infinitamente denso. Daranjos de ramajes amplios, pesados brujo se le prendió al alma más vivo Fué un minuto malo. Junto al hombre de frutas pintopas. Se quitó el som que antes, si es posible, Genoveva se.
erguido y hermoso, la pequeña mujer brero para que el viento le refrescase guía siendo tan bonita como cuando de pelo gris parecía más doblada, más la cabeza. Por los senderitos empedra dejó de verla y tan buena y tau dulce, envejecida. Después él dijo. dos de balasto rojizo rodaban algunas con su voz suave. Parecía la muñeca Supe la muerte de Dantas y vine. hojas de acacia y semillas en forma de grande de su hija María Agustina, que pensé que tal vez nie necesitaras pa bolitas, de los paraísos que mayo des había salido voluminosa, amulatada y ra. para tus negocios. la testamenta. nudaba con sus frías brisas. Un faro. tosca como el padre. Cuando Andrés ría. Después me vuelvo. María lero, con la escalera al hombro, iba de retornó al Brasil llevóse vás prendida Agustina?
esquina en esquina prendiendo los fa al pensamiento, más clara y querida Genoveva entreabrió la puerta de roles de luz amarilla que constituían la imagen de ella. Así llegó a los cua.
comunicación e interrogó a alguien la única iluminación de aquel pueblo. renta años con el corazón muchacho que indudablemente esperaba o se de perdido entre sierras hoscas, cerca de y el cuerpo fuerte y bello, defendido tenía en alguoa ocupación en la pieza la casi salvaje frontera brasileña. De por el recuerdo de su eterna novia inmediata: la torre de la iglesia parroquial el to contra las decepciones y los vicios. Viepes, Nina?
que de oración caía lento, infinitamen. Extraño caso de fidelidad; extraño y iFea, la muchacha! poco más te melancólico en medio del silencio hermoso, pues ya estos romanticismos apretar el color y el crespo del cabello, de la antigua villa cuya quietud habi o estas consecuencias (como se quiera)
hubiera nacido mulata. Pero zalamera tual parecía aumentar con el otoño. son raros.
y conversadora con aquel pariente rico Entonces, Andrés Lupa, sentado en el así, un día. los sorpreudió la notitodavía de tan buen ver y que quizás. banco de piedra, con el cuerpo echado cia de la muerte de Dantas, ocurrida Mas no fué suficiente su desenvoltura hacia adelante y las manos unidas so a causa de una brutal rodada del ca.
para hacer entretenida y viva la con. bre las rodillas, se dió a pensar. Borró. ballo. No era malo, pero en las espe.
versación. La madre, ceñida en el se ante sus ojos el cuadro real, vivo e. ciales disposiciones de su corazón manto de merino negro, se había hun inmediato, y. de entre los recuerdos aquello fué como un signo de complidido en un rincón del inmenso sofá y surgió una cara blanca y linda que él cidad dichosa que le hizo la suerte.
no decía una palabra, limitándose, a estaba acostumbrado a mirar con el Le pareció que toda su vida se abría, ratos, a sonreír levemente o a hacer alma, cuya fidelidad visual es más de pronto, a uo círculo luminoso. Resignos de asentimiento con la cabeza. exacta que la de las pupilas.
solvió en seguida el viaje al pueblo. al primero parecía que hubiera sido Esa cara era la de su prima Geno. Eo el vapor, en el ferrocarril, todo a preciso sacarle las palabras con un ti. veva cuando tenía quince años y él la su alrededor era como brumoso y leja.
rabuzón. Pasado un rato se levantó pidió de novia a don Eugenio Souza, 10. lo realmente brumoso y lejano, María Agustina para agasajar. al visi. su padre. Pero el viejo se le rió en la vivo dentro de su ensueño, fué lo úni.
tante con el clásico licor casero de las cara, tratándole de amenido lampiño. co que esos días existió para él. Pero provincias: zumo dulcísimo y fragante y como era avaro, apenas la chica he aquí que ahora şu ilusión se des.
de frutas silvestres, de un bello color cumplió los diez y seis, la casó con el gravaba toda, se disolvía cuando más de rubí y un sabor agradable a damas portugués Dantas, que poseía casas y cerca de sí la creía. No podía «amarp cos y a violetas, a la vez. El lo bebió estancias y parecía un toro hecho hom. a esta Genoveva de ojos hundidos, casi todo de un sorbo y le devolvió en bre. Para los dos muchachos, muy cuerpo agobiado y gesto amargo. Era seguida la copita rechoncha ponién simples y muy puros, aquello fué como aotra. Por justo que sea un hombre, dose en pie: si toda la tierra se hubiera interpuesto no se enamora de una mujer sólo por Muy rico, primita. Años hacía de pronto entre ellos. Andrés el sus bellezas morales. Es decir: puede que no probaba yo guindado de pitan pueblo se le hizo insoportable hasta el enamorarse de una fea, pero po wan.
gas y arazá. Hecho por Ud. puoto de tener la sensación física de tenerse apasionado de una mujer que. Seria, dijo la muchacha fea: ahogarse allí. tras unos meses de lo conquistó hermosa y que luego en. No, lo hizo mamá.
inútil intento de asimilación, huyó a cuentra envejecida y deformada. iAh, Este documento es propiedad de la Biblioteca eléctronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica