Repertorio Americano 103 a la piesa sin disimular, como fulminada esplevdor de capilla budica. Sombríos oros raba, y eso, Julia, perdónemelo tu candor, por instantáneo deslunibramiento.
fatigábanse al fondo en una verdadera tinie vale el hijo de las honestas.
Literalmente prendida por los ojos a las bla, como arrodillada bajo el abatimiento Bruscas racbas rompíau coutra los muros, pupilas de fascinadora profundidad, honda de inmeosa colgadura azul. La transparen al pasar, como extraviados pájaros, choternura le aflojó las rodillas. temblando cia oscura del ámbito era, a, su vez, vaga rreantes alas de bruuia; y en la vibración del como una hoja; rendida hasta la angustia meute dorada. Como un indeciso rescoldo largo viento que las fechaba por detrás, ese instante definitivo del anior, que es, de iuaudita surtuosidad, la alfombra aho oíase desolarse, presagiando las amenazas al ismo tiempo, trance de vida y muerte, gaba los pasos en derruída blandura de pol. de la obscuridad, sus silbidos lúgubres.
sólo o responder con uua voz ajena a su vo de oro. Torvos reflejos arrinconábanse Perdida por él, fué como hallé en mi propio o. o: acá y allá con áureo escorzo de jaguares. Sán. propia alma aquel tesoro escondidos de los. por qué no el azul. dalos y estoraques de exótica vaguedad ex cuentos, que cou tanta frecuencia extravía Por una azón estética contestó Don halábanse en sutil bostezo de aromas. una para siempre, creyéndolo inaccesible o Juan, posando en la mesa, tan próxima a la Pretendía el comentario que ese recinto lejado.
suya que la hizo kremecer, su larga mayo siogular guardaba intactos los recuerdos del Este, éste es el verdadero mal que casi toapasionada, seductor; que la apagada quietud retenia en das padecemos: el de vivir ajenas a nosotras. Una razón estética. El azul no figura aquel silencio y aquel perfume su memoria mismas, si merece el nombre de vida una entre los cuatro colores fundamentales que siempre adorada; que su presencia persistía existencia por reglamento, que hicieron requiere la belleza femenina y que sólo ra en tal cual conservada arruga de dirán o de otros, quién sabe cuándo, para euibrutecer rísimas mujeres consiguen armonizar indis cojín.
al pobre corazón, imponiéndole la ignoran.
tintamente con su hermosura. así era, en efecto. cia de sí mismo.
Entonces ella coqueteo, reaccionando en Aguellas sombras no cobijaban las tribu Pero ese amor que me maldicen educó el la ingenua seguridad de saberse hermosa: laciones de la expiación, sino la sacrilega mío, aunque fuese en la falta y eu el dolor. Conoce usted alguna. aquí?
magoificencia del antiguo pecado. Mas, esa enseñándome la dignidad, que no será so Una sola respondió él con voz opaca, tarde, por primera vez, Julia habia sacudido cial, pero que es humana, de po pasar por abisinándola más profundamente en el aura su alarmada pureza para hablar de la falta la vida como un triste animal de recua con de la seducción, que la subyugaba al bechizo cuyo permanente gozo presentía en la otra, carga y con rumbo ajenos, felino de su eurolvente suavidad.
sin querer confesárselo, dominada al fin por Bajo una repentina calma del temporal, la punca ha vuelto de ese vértig, el ambiente y la desesperada grandeza de ciudad iba enterrándose en la niebla como Enamorada basta agotar las inás celestia semejante fidelidad.
en un inmenso hoyo de ceniza mojada. Por les delicias y las ausias más torturadas del Recordaban, pues, al amante, sin nom el inesperado silencio, parecía cruzar aún la infierno; digua del supremo ainant que brarlo, en una grande pero pacífica incapareciente alarma de un rayo.
despreciaba el «flirta relegándolo entre los cidad de comprenderse, cuando Julia ex Delices los que encuentran en la hovoevicios vergonzosos, pi pretendió evitar el clamo. rable unión que tú has logrado, el cielo desenlace de tragedia que imponía su des. Cómo has debido aborrecerlo!
abierto de la perfecta dicha; pero déjame depiadada posesión bajo la finura de terciopelo por primera vez también, la voz de la cirte, sin el orgullo que para ti no puedo de la garra, ni eludir la mordedura de la otra velose ligeramente al contestar, adrir. abrigar, que po les cambio mi infierno.
afligente verdad, que desde luego acepto tiéndosele apenas en esa diminución la que La fidelidad más ardua no es la que honra con una especie de equidad despreciativa. bradura de un recóndito sollozo: con el respeto de la sociedad y de la ley, Abandonando a la condena y al despecho Aborrecerlo! Solo aborrece, Julia, el sino la solitaria de la vergüenza, la acechada su despojo de mariposa, arrebatada en el amor que muere. Ese que la gente común de la tentación, la que vive sangrando siu delirio de la llama fatal, no hubo bajeza en experimente por estaciones; el que habi.
consuelo sin esperanza, sin misericordia y su caída. La misma predestinación al martualmente la aproxima y la casa para abusin Dios: la formidable fidelidad de la culpa.
tirio, que el amor de semejante hombre rrirla después. Oye, Julia, esto que es una: Don Juan de Aguilar po me engañó. No significaba, habríala redimido en so dolorosa honda verdad de amor: jamás ofepde el ser me dio ninguna esperanza de reparación, no generosidad, de no ser su dicua, tan indifequerido.
me juró constancia algupa. Por el coutrario, repte, por perfecta, a toda consideración. los celos, Amalia?
al partir, me dijo: Janiás hubo mojer por la humana. Los celos no son rencores, sino amores cual volvieras.
Insensible o amante, su destino era, pues, desesperados. esos nunca se resignan: Pero yo había querido como quieren los la soledad de la estrella que vive de consu matan. Los de las mujeres que aman por pocos que el destino elige para revelarles el mirse en su propia luz; y cuando sobrevido deber conyugal, son meras formas de proverdadero amor: hasta el pecado y hasta la el inevitable abandono, lejos de abatirse o muerte.
piedad privada, exasperaciones de la arari.
desesperarse, pareció que se aislaba más cia o del orgullo. Aborrecerlo! como, si todo cuanto soy excelsa, en un remoto fulgor, como aquellas El huracán proloogaba un lamiento que de sentimiento y de conciencia, aquel ser de awadas por los dioses antiguos, que del con.
parecía materializarse en lágrimas inmensas pasión, de dolor y de belleza que el desperto tacto con el divino cisne o con la lluvia de sobre los arrasados cristales. Como llovidos en mis extrañas, e lo suyo que sigue vioro, conservaban el resplandor de su propio también, desde el fondo del alma apasioviendo en mi.
deslumbramiento, llerando en la perpetuada nada, los recuerdos desbordárople on pala.
Pero Julia, en su inconsciencia feliz, 10 ventura la olímpica gloria de su deshopra bras de altivez sombría, toda la amargura comprendía.
inmortal.
del llanto que no lloro: Más aterrada que sepsible ante esa tempestad aullada por el doble buracán cuyo. Si a él le debo la ubica vida que he vi.
ímpetu sacudía de nuevo la noche que em Treinta años después, como decían las vido!
pezaba a caer, argada de ese dolor como un antiguas novelas, una huracanada tarde en La otra, la ioGtil, la que ni sé cómo fué árbol fúnebre, recobró el ánimo, estrechán.
que las pubes de juvio encapotaban de agua hasta que él me reveló el abismo de dicha dose a la ventana antada todavía por lívida brumosa la cuidad, Julia y Amalia, cuyo donde caí, ésa, qué valía!
vislumbre. con curiosidad pueril, inquirió retiro casi hostil era inaccesible a pinguna Yo era una muchacha hermosa, adulada, al cabo de un instante: otra persona, tejían, en los hilos melan coqueta, cobarde como todas, y al fin con. Pero qué te dijo, Amalia, cómo te dijo cólicos de la lluvia, antiguos recuerdos. razón, ante el misterio que es, para la mujer que te quería para hacerse querer así?
Arrebujada entre densas cortinas, aquella irrerocable como la muerte.
La trágica solitaria encogióse de hombros, habitación, silenciosa hasta la intimidad, El desperto en mí el ser de pasión, de do con una sonrisa tan descolorida como la vis.
parecía fotar, casi 16brega, en un misterioso lor y de belleza que en mi misma se igno. lumbre de la tarde. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica