264 Repertorio Americano YO, EL JARDINERO.
La esperanza es el agua reluciente que la dureza del peñón alivia, es el ala del pájaro que vuela y la lucubre solar de tu sonrisa, o la flor perfumada que fecunda, en ubérrimo vientre, la semilla.
Para MATILDE, mi primogénita Espiga encantadora, expuesta apenas al cierzo de la vida, nacida en el trigal de mis cariños entre frondas de paz y de alegría; dulce retoño de mi vida de ensueños por quien mis buenas esperanzas vibran, y que visible apenas en la era hace sombra de amor sobre mi vida!
La caridad es pétalo de seda arrancado del alma florecida que cubre y embalsama la punta de la espina; es la voz de Jesús que al santo ruego o a la angustia silente que lo mira contesta con amor, abriendo tumbas o cubriendo de rosas la sequía.
Yo, el jardinero, temblorosamente que temblando mi espíritu te mirate doy el agua de mi amor, y siempre Labrá frescor en torno de tu vida.
No temas la sequía. Si en la arena te murieras de sed, y en mi pupila una lágrima hubiera conservado, esa gota no más te salvaría, Escruto, la mirada atenta y fija, el horizonte, azul de lejanía, y la senda que parte de tu cuna sus recodos esconde a mi pupila.
Oh! Si fuera visible lo futuro.
Pudiera yo saber tu nueva vida para poner, sobre los cardos, pétalos arrancados, con sangre, de la mía!
Mas no, todas las sendas que los hombres, sonrientes o nostálgicos, traginan, un paso más allá de lo preseute están por el destino interrumpidas, y cada alma que vive con el propio azadón abre su vía.
Abrirla sobre el musgo o sobre el fango es obra del viajero que camina.
La fe será la brújula certera que conduzca tus plantas por propicia senda, al abrojo y al zarzal ajeda; ella es fuego de Dios, lumbre divina que señala el pesebre en donde nace, a cada nuevo sol, nuevo Mesías.
Fe y Esperanza y Caridad, princesas de la estirpe de Dios. Una sonrisa brilla en los labios de la fe, que alienta.
La princesa Esperanza es la bella que fija su pupila en lejapo horizonte, donde espera que destelle la aurora prometida.
La tercera princesa es silenciosa y en sus silencios el amor anida, al sediento le da su propia sangre y pasa en triste facha de mendiga. las tres ballarás en tu camino, y las tres, si les das la bienvenida, te darán los tres dones encantados que te hao de hacer feliz, mi peregrina.
La Fe en tu corazón pondrá una lumbre que hará la poche extrafia a tu pupila, la Esperanza te hará marcar tu senda con rumbo hacia la cima, y la triste, la pálida, la amante: la Caridad, en facha de mendiga, te pedirá tu corazón, y al dárselo, llorando tú, llorando aun ella misma, verás que a Dios lo eutrega, y en el cielo tu corazón, como un lucero, brilla.
HERNÁN ZAAIORA ELIZONDO Setiembre 1920. La esperanza es aliento, es fuerza que despierta la dormida ambición de clavar una bandera de triunfo y de ilusión sobre la cima.
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