340 Repertorio Americano Regodeos seniles TE amo que le roían las zancas y el pescuezo; de día, las. pulgas que no le dejaban en paz; las moscas, si era al sol; las hormigas, si era a la sombra; los gusaIEMPO hacía que a la vieja Sinfo. favoritos eran las grandezas del pasado nos, si iba al jardín; el zumbambico, rosa se le había concedido la jus y las calamidades del presente.
si pasaba por el gallinero; los alacra.
bilación, con el salario y la asistencia Las cosas de ahora. Valientes nes, si entraba al cuarto de los trastos.
de siempre, el tabaco, las medicinas y cosas! Eso para los tiempos del di. aquello era el expurgarse, el sacutodos los privilegios, propinas y agui funto don Juan Antonio, el taita de dirse, el rascarse. Cuando se le ennaldos que en la casa disfrutaba. el piño Sergio. Eso si era casa, eso traba alguna nigüa era una película, Desde que se fundara había entrado sí eran jardines, eso sí era señorío, no con la sacadura las unciones de saen ella con el flamante matrimonio, estas trampas de ratón que usaban liva, gordana, enjundia y de cuanto pues era nada menos que madre de ahora, donde se topeteaban los cris hallaba.
crianza del marido. Criole luego, uno tianos, donde no tenían los niños ni Cuando traían a casa los biznietos a uno, todos los frutos de bendición una triste arboleda para sus retozos. eran tales sus parlamentos y discursos, que Dios fué enviando, con amor en aquella despensa, colmada por arro. que los angelitos se le dormían borratrañable de abuela. De éstos había ya bas y cargas de cuanto había enviado ckos con la verba ayasalladora.
varios casados, y Sinforosa siguió con Nuestro Señor para alimento de sus Sólo los señores y los niñoso tenían los biznietos, cual si estuviese predes. criaturas; y aquel repostero que pare el derecho de llamarla «Viejar. Con tinada, en su esterelidad de soltera, a cía, mismamente, upas bodas reales; los demás que le diesen el dictado, se llevar en su regazo de mestiza los vás. y aquellas camas, con flecos de aseda ponía iracunda. Pena de la vida, el tagos nobilísimos de la fecunda raza de Castilla. rodapiés como paños de que no llegue a viejo, replicaba siemde Meneses.
altar y holandas a rodo; y aquella pre. No confesaba los años, como Tales títulos le daban en la casa el mantelería y aquellos tipajeros y aque buena hembra. El Patrón, que le coprestigio especialísimo de la tradición lla plata labrada. Eso sí eran come nocía esta nota, se le descolgaba a y del vínculo. En verdad que Sinfo. dores, eso sí eran aposentos. ver veces con la tremenda pregunta. Eso rosa era parte integrante de la familia, ahora! Todo tasado como en acasa de lo sabe mi Dios, niño Sergio. Yo pa y ella, por su parte, no tuvo pi eco mendigoso, todo lo mismo que jáulas qué lo voy a saber? yo no me im.
noció más deudos que a sus patrones como si la tierra se hubiera acabado, porta, tenga los años que tuvierev.
y a sus descendientes.
todo de palos de tabaco, todo de men Sólo el amor y respeto a su El resto de la servidumbre, un tanto tiras. ¿qué dijera ella de aquel cho e hijo, podían refrenarle aquella extraña y de datas más o menos pos colate que se derretía en la piedra rabia.
teriores, veía con secreta envidia la como unto de ángeles? Aquello tras Sinforosa tenía sus reales, que Forprivanza y metimiento de la vieja. cendía por toda la casa en sonando el tuna es deidad arbitraria que favorece Mas, como los señores ordenaban que molinillo; aquello era gloria. y toma a quienes menos lo necesitan. Don se la tratase como a miembro impor. de reyes y de obispos, no este agualate Juan Antonio le había dejado una he.
tante de la familia, y como la casa de ahora, sin pizca de manteca y que rencia que le manejaba «el niño Serfuese infanzona y de larguezas disi. olla a mugre. Mal hubieran las tales gio. lo mismo que la mayor parte de mulaban el encono contra la veterania. máquinas y los tales embelecos. sus salarios. De tiempo atrás los iba por no disgustar a patrones tan llenos En cuanto a males y alifafes los su. acumulando para ver de realizar su y generosos.
fría y lamentaba en variedad pinto ideal, pues Sioforosa también tenía No abusaba ella de su encumbrada resca: ahora, la fatiga en la boca del su ideal. Se lo había inspirado no el posición con los demás sirvientes; no estómago; ahora, la ventosidad enca amor a la vida, sino el temor a la era mandona ni preponderante, sino jada; ya, el dolor en las paletas; ya, muerte: soñaba su gran postrimería que, a causa de la holganza y ociosi. en toda el arca del cuerpo; y, como el muy litúrgica, con mucho rumbo y.
dad de su jubilación, se le habían an ápice de tantos padecimientos, el protocolo, a saber: administración bajo ticipado las chocheces y empalagos de achacón supremo, que siquiera la cos palio, buen ataúd, mejor mortaja, enla senectud en términos de aburrir a treñía a tomar cama. Eran alos tres tierro mayor, bóveda en el «Cementelas veces basta a sus mismos recono vientos. ael histérico, el melancólico, rio de los ricos. misas a San Gregorio, cidos patrones.
el, pocondria. Aquí el aplicarse. el cabodeaño y saldo para las ánimas.
Era su consigna quedarse en su vabo de romero y manzanilla, el to. Cada mes reclamaba dos pesos, que cuarto, en dulce recogimiento, y salir mar el cidrón y la mejorana, las frie. repartía entre los frailes mendicantes, a ratos a tomar el sol de Dios donde gas de aguardiente con yerbabuena, las Hermanitas de los Pobres y dos de mejor se le antojase. Pero la soledad el envolverse las piernas con bayetas sus ahijadas más que míseras. No era, la atediaba y la consigna no se cum. y franelas, y el propinarse la purga sin embargo, rezandera ni amiga de plía. Renquea que más renquea, tra de calomel y jalapa.
hermandades. Sólo comulgaba e iba segaba todo el día, del zaguán a la «Me dertito que pi cera en el res misa por precepto; y, desde que hacocina, de los baños a las pesebreras, coldo con estos fogajes. exclamaba bían prohibido la pólvora y la chiri.
husmeando aquí, esculcando allá, en en los salopes, entre soplos y resoplos. mía en las festividades religiosas, no una verbosidad afluente y ofuscadora. iPobrecitos los, caminantes con este concurría a ninguna.
De tal modo se le habían irritado el resisterio. En las lluvias eran los cla. El hambre le enconaba lo mismo en trato y la sociabilidad que, si no tenía mores. Acurrucada junto al fogón, los bochornos que en los fríos. Segúp interlocutor, hablaba sola, ni más ni chupa que chuparás el tabaco con el la cocinera, comía más que un cáucer.
menos que un héroe de teatro, No cabo encendido hacia adentro, tiritaba. Cada rato se le acercaba. ver, hoeran pocas las sofoquinas de la señora como una perlática; aiSe me parten lita, echame un traguito de caldo, que con los cabildos que armaba, en el mis pobres güesos con estos hielos! me mata esta debilidá. Dame una uniportón o en la «puerta falsa. con Este invierno va acabar con el lendėjo ta de presa, que me caigo de fatigav.
todos los que pasaban, o menos que de vieja. Ya siento que me agarra el Sus extras alimenticias eran tales, con la taifa de pordioseros astrosos rematís canilla arriba. que hubo que darle forja para su uso que atraía no tanto por socorrerlos Frecuentes eran sus monólogos con exclusivo. Hervía leche, tibiaba hue.
cuanto por darles palique. Sus temas tra la plaga. De noche, las chinches vos, hacía chocolates, calentados y Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica