LA HUMANIDAD PAGINA LITERARIA ODA PELDANO El pecado de la monja No es que en la noche de insomnio y de tristeza me preocupe la lucha misteriosa; bien sé que esta existencia rocallosa está llena de brumas y asperezas.
Un beso suplico nada más quiero.
El justo alabará tu obra piadosa: por cada beso brillará un lucero y brotará a tus plantas una rosa.
Así le suplicaba el moribundo a la pálida inonja del Hospicio un infeliz mendigo que en el mundo no supo de placeres ni de vicie.
En este derrotero de malezas poco me fecta el rumbo; es otra cosa, no es tampoco llegar hasta la fosa dejando atrás laureles y ternezas.
Ni es pensar en los cambios materiales pues lo que es lodo, el lodo lo recobra por leyos impagibles y atornales, La vida del enfermo se extinguía; Ta hermana lo noto, alzó su velo besó temblorosa al que moría.
Pero si es el rendir esto jornada.
y después de la lucha. la zozobra de dar el postrer paso. y no hallar nada. al salir de la estancia con recelo, vio un reguero de flores en su via y un reguero de estrellas en el cielo.
Enrique ALVAREZ HENAO Tulio MEDINA HORROR SAGRADO probar el derecho y el progreso, los desastres intervienen casi tanto como las victorias; el misterio profundo de dos voces contradictorias se nos presenta siempre, y el infierno de la ra.
zón al paraíso de de un extremo al otro del si.
niestro horizonte. El sarcasmo afirrna, maldecir es creer, y el silbido es un ruido que comprueba la existencia de la gloria.
Victor HUGO CLARIDAD Nada hay en la creación que no sea transi torio, encnyo, bruma, aventura y sueño; que la vida se alimenta con la nuerte. Es una deco ración cuyos bastidores están pintados por las dos caras; aquí presenta la faz y allá la careta.
Todo habla en ella; los pinos, las encinas, los torrentes, los escollos que bate incesantemente la marca. Nada miente, nada or ellos se equi.
voca, ni lanza una nota falsa, ni un grito perdi.
do. Ninguna voz dice una cosa por otra. El viento sabe lo que se dice, lo mismo que el após tol; la ostrella hablar con la aurora, y cuando abre la atmósfera la desgarradura enorme leli relámpago, la tempestad profunda murmura confusamente el verbo que en tiempos antiguos los poetas pronunciaron, y del que salió un eco del tenebroso tenplo el himno, griego y el hosanna de los hebreos. Cada una de las estaciopes pone retira tienda, la salvaje innensidad no está sienipre contenta, y se oye aa su parte inferior confuso gruñido. El mal, ése gran blasfemo, se enlaza con el bien, y el conjunto de todo eso es la lluvia. En todas las cosas puede verse el lazo que ata la noche con el día; el prodigio divino rueda en esos tumultos, revol viendo nuestras leyes, nuestras creencias y nues tros cultos: para hacer avanzar la justicia y Nosotros, que somos ricos en espíritu, pródigos de él, estamos como pozos abiertos a ori.
llas del camino, sin querer impedir a nadio que beba de nuestra agua. Desgraciadamente, no sabriamos aguardarnos, aunque quisiéramos hacerlo, ni tendriamos medios de evitar que nos enfurbien, que nos obscurezcan, que la épo ca en que vivimos eche a nuestro fondo su con, temporaneidad, que los muchachos arrojen sus paratijas y los visjeros fatigados que se tienden a descansar al lado sus miserias grandes y pequeñas.
Pero nosotros haremos lo que siempre he mos hecho: arrastraremos lo que se arroje a nuestras honduras, pues somos profundos, y, no lo olvidamos; nos volreremos claros.
Federico NIETZSCHE Biblioteca Nacional de Colombia