LA HUMANIDAD PAGINA LITERARIA ELLA unas manos Cerrad, oh caras manos, cuando muera, mis ojos, y enjugad mi último llanto; cubrid ini pecho que ha os amado tanto y acariciadme por la vez postrera.
Siempre, casta beldad, doquiera fuiste mi brújula, mi numer. cara estrella; siempre mi corazón pensando en ella como votiva lámpara te asiste.
Luogoʻllevad mi cuerpo al camposanto, y una cruz, una humilde enredadera. plantad, donde una miria montañera llegué talvez a tlautear su canto.
a los ultrajes y a la edad resiste tu inmaculada, fugitiva huella, y más distante cada vez más bella, úuico faro de mi noche triste.
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Para que cuando tiernas, amorosas, vayáis amantes a llevarme rosas, oh caras manos, elguién os espere; En vano acaso a preguntarme el hombre vendrá a la cárcel donde lloro y vivo mi oculta pena y tu ignorado nombre! sin que nada a mi pasión recuerde iré a morir en el raudal esqairo que entre el silencio y la osquedad se pierdel Para que cuando todo me obaudone ella quizá acongojada entone sobre mi oscura tumba un miserere.
VICENTE CASAS CASTANEDA sano: un El moscón de oro volvió a volar sotisfecho. lo dominaba, Nunca hubiera Trancurieran Yarias semanas podido suponer que debía lleEl moscón qu parecía de oro gar el momento de arrepentir, se dignó una mañana echar u se por el desprecio que exterio na ojeada al sitio en que el gu rizó a un miserable gusano Un moscón, con sng alas resano había desaparecido el día conideraba muy inferior a él.
Jucientes de matice3 dorados, decía cierto día a un pobre gu en que le reprocharà su humil. La misma voz suave volvió a de aspecto, y sus ojos contem dejarse oir, arcancándolo de sus abstracciones. Yo teggo un espléndido plaron una hermosa mariposa cuyas alas blancas con man. Qué te parece? Merezco amanto verdo que a la luz del chas azules le sorprendieron hora tu aprecio?
sol parece de oro. tú tienes gratamente. Era dable creer Sí, todo ni aprecio res.
vestido todo descolorido.
Los de mi clase aparecen linen una trasformación? Más ad pondió el moscôn, inclinando, dos y lastrosos, como espejos miraba a la bellísima maripo se nuevamente. Te pido olvisa y más lo, llenaba de asom des mis palabras anteriores mientras que tú estás cubierto de horribles pelillos. Nosotros bro el cambio fexperimentado. debieron humillarte, sin duda. Cuando el moscón de oro se ahora que vales más que yo volamos con ligereza y tú te a hallaba mas arrobado contem rrastras sobre la tierra.
sé generoso con quien no supo plándola, la mariposa voló con serlo contigo.
El gusano no respondió y delicadeza suma sobre las rox La blanca mariposa, por to.
continuó su camino, como si nadą le hubieran dicho. Cuan Sas y luégo se posó en el cáliz da respuesta, revoloteo en tor de la más bella, que se encondo lo creyó conveniente, se deno al moscón, salpicándolo de tuvo y se procuró un lugarcito traba precisamente en el lugar un tenue polvillo, como dar entre dos ramitas, y con un li más próvimo al moscón.
do una parte de si misma en lo comenzó a fabricar un capu jando a un ligero snspiro, la Con una voz suavecita seme uu amplio perdón, llo.
mariposa habló asi: ADELIA DI CARLO El moscón de oro, desde a quel momento no lo vió más. Yo soy el pobre y despreni tuvo noticia alguna a su res ciable gusano que te dió tanto pecto.
que habral un día. Qué te pa El que pone obstáculos a la corriente Se ha eseondido, sin duda rece?
de un río, obtiene por resultado la alguna, porque se averguenza El moscón de oro tuvo que porvenir, ocasiona las revoluciones.
inundación; el que pone barreras al dijo el moscón, pero tiene u inclinarse, como si se. hallase na feisima vivienda.
delante de un reina. La rabia VICTOR HUGO Biblioteca Nacional de Colombia