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LA HUMANIDAD PAGINA LITERARIA Por patriotismo Filosofias El hombre es un pobre peregrino hijo del duelo y de la melancolia, que va por la tristeza de la via sin saber el final de su camino.
Yo ni riquezas ni poder deseo: en lo público execrc todo cargo; es amargo, sin duda muy amargo, el pan que se consigue de un empleo. Cuando a un Ministro del Despacho veo, me inspira compasión, sigo de largo; debe muy riser, y sin embargo, que es el nias pobre de los liombres cree!
Quiero pasar tranquilo mi existencia: no supongas lector, que es egoismo: amo tanto mi dulce independencií, que si el Congreso me propone hoy mismo darme con un millón la Presidencia, Haceptare, por puro patriotismo. Aquí el aienjo, allá el buen vino; aquí la noche, y mas allá el dia; el dolor y el amor, la suerte imia, o el triurlo tras lo incierto del camino!
Gloria y sueños, triunfos y esperanzas convertidos mas luego en malandanzas por magia del destino y de la suerte. despues de la tarea del engaño, ver que solo nos queda el desengaño y la mueca insolente de la muerte. EDUARDO WILCHES Marino de la Playa CUENTOS DE ITALIA troncos tienen una rara semejanza dentro de la más estricta neutralidad, con unas patazas de elefantes mons y contemplan con igual frialdad a lis MAXIMO GORKI truosos; parecen tallados en bloques huelguistas y a los propietarios; interde piedra.
vienen pacíficamente, bromeando con Bandadas de arrapiezos de esos unos y otros cuando los gritos y FOLLETIN muchachos casi desnudos de las calles los gestos amenazan adquirir un tono napolitanas. corren brincande, cual demasiado violento. Para el caso de gorriones, llenando el aire de estri que se origianse algún desorden, se dentes gritos y de sonoras carcajadas. contaba con un destacamento de crra.
UNA HUELGA La ciudad, muy parecida a un gra bimerie, a postado en la callejuela anbado antiguo, se halla providamente gosta, a lo largo de la acera provistos EN NAPOLES inundada del sol abrasador; canta de sus fusiles cortos y fácilmente mane como un órgano. Las ondas azuladas jubles. Forman un grupo un si es no del golfo azotan cadenciosamente las es siniestro de hombres tocados con Los empleados de los tranvías de Nápoles se habían declarado en huelga; piedras del muelle, acompañando los tricornios, vestidos con abrigos cortos a lo largo de la Ribera Chiala se exmugidos y los gritos del gentío, como y pantalones cuyas franjas encarnadas si fuesen redobles del tambor.
tendía una cadena de vagones vacíos.
hacen pensar en dos chorros de sangre.
Los conduclores y los cobradores naLos huelguistas se estrechan unos Las invectivas, las burlas, las amecon otros politanos, bulliciosos y dicharacheros, y con expresión bosca, sin nazas, les exhortaciones, todo se apa.
inquietos como el azogue, hallábanse contestar apenas a los exasperados ga bruscamente; por encima del gentío clamores del público. Encaramados a congregados en la plaza de la Victoria.
corre un sople nuevo de conciliación; Por encima de sus cabezas, rebala verja del jardín, avizoran la calle por los huelguistas se estrechan en una sando la verja del jardín público, el encima de aquella marea de cabezas. masa más compacta. El público proHacen el efecto de un manada de lobos agua del surtidor brillaba al sol como rrumpe en clamores: la hoja de una espada. Los huelguis acorralados en una jauría. Saltan a la Los soldados!
tas están rodeados por un tropel de vista de todos, que aquellos hombres, Se oye un silbido ironico, estridente vestidos del mismo modo, están intigentes hostiles, qué tienen necesidad y como jubiloso, dirigido a los huelde trasladarse en todos sentidos, a los mamente ligados por una decisión inguistas, gritos de bienvenida surcan el cuatro puntos de la inmensa urbe; y quebrantable y que no han de ceder; espacio, y un hombre rcchoncho, con esta idea da pábulo a la irritación de la todos esos empleados de almacenes, traje de verano y jipe japa, empieza a todos esos obreros y comerciantes mo gente, entre la que no faltan, sin emdar brincogen mitad del arroyo.
destos, todas esas modistillas, censuran bargo, los filósofos, que, sin dejar de fumar tranquilamente, intentan calLos tranviarios van lentamente abrién.
a los huelguistas y protestan airadacalmar los ánimos de los adversarios dose paso entre la muchedumbre y se mente. Se oyen palabras enérgicas wás apasionados de la huelga.
encaminan a sus coches: algunos de mezcladas con ironías mordaces; y ellos se sub Ah signor. Qué hacer, si no ganan a las piataformas. Su los brazos se agitan constantemente, ni para comprar macarrones para sus aspecto es muy sanudo ahora y repelen pues los gestos de los napolitanos son con rudeza los apóstrofes del populacho.
hijos?
tan elocuentes y expresivos como su Hay unos momentos de silencio. Al charla inagotable.
De dos en dos, de tres en tres, en atravesar aquella masa humana, los El max envía una brisa tenue y pequeños grupos, los guardias munici huelguistas han separada su grosor las valmeras gigantes del jardín públi rales, con sus elegantes uniformes, cui hostil en fragmentos, en grupos distingo bill1cel majest! 281 Liechte dan de que la multitud no dificulte el tos, a los que parece hayas comunicado abanicos de ramas verdiobscuras; sus tránsito de vehículos. Se mantienen otro espíritu menos agitado y rumoro Biblioteca Nacional de Colombia sus