BourgeoisieCapitalism

HUMANIDAD LOS PROBLEMAS SOCIALES por Pedro del Bosque La pobreza y todas las miserias humanas son el fruto del desequilibrio social. Surgimiento de la clase burguesa Esta, enriquecida, se apodera del gobiernoLa burguesía, adueñada del poder y del capital, estorba las leyes de la evolución El pueblo tiene al fin que imponerse a la tiranía del capitalismo.
de esEn medio de la hostilidad, indiferencia e incredulidad de las masas trabajadoras, éstas han luchado sin tregua, sin reposo, y como son las mayorías, han vencido, y los nombres de sus dirigentes que no citaré porque congeturo que se hallan en todas las mentes, forman lo que en el mañana, en el porvenir, impone inevitablemente la Justicia. Lista gloriosa de los mártires, nuestros compañeros. Gloria a ellos que han sabido ver por encima del achatamiento contemporáneo. Gloria a ellos movidos por un propósito idealista, han levantado las bases de la Libertad. Un saludo a vosotros, en este día de fiesta y peranza en que os busca y abraza nuestro pensamiento, recorriendo todos los ámbitos civilizados, donde la anbición de unos por la riqueza y el hambre de los otros, hacen que se incline la balanza del lado de la Justicia.
Las sociedades no son una cosa estancada y peremne que subritte y se prolonga sin trancisión a través de los tiempos. Son por el contrario, un organis mo movible, en perpetua evolución, en eterna gestación de vida. Cómo hemos de pretender que una agrupación de hombres no se modifique, cuando todo en la Naturaleza palpita y se mueve. Si los árboles, los mares y hasta los continentes se ven transformados y revueltos por modificaciones y conmociones. si todo cuanto existe sobre el planeta, hasta el planeta mismo, es una reunión de átomos que se transforman sin tregua. si sólo hay vida a condición que haya movimiento, cómo hemos de pretender que los hombres, que son los reyes del universo, los productos más vivientes por así decirlo, de su vida, deban permanecer inmóviles en medio de la generel revolución, atados a las fórmulas de sus antepasados y condenados a volver a vivir y a seguir viviendo eternamente lo que ya vivieron otros. La ley que con lenara a la especie a esa inacción, a esa muerte espiritual, sería una ley injusta entre todas!
Pero esa ley no existe.
mil pruebras nos da la historia de sociedades se transforman sin descanso. Consideremos el camino recorrido lesde las primeras tribus salvajes y nómadas que se arrastraron sobre la tierra, hasta los hombres de hoy. El feudalismo, la teocracia, la monarquía constitucional y la República, no son más capas de un gran espíritu en marcha hacia la luz, que se va arran anvio gra talmente grandes girones de animalidad, trabajando por el deseo de la perfección.
Pero para que recorrer el sumario de la historia. Cada uno de esos momentos ha sido un estado transitorio que ha dado nacimiento a formas nuevas.
Detrás de cada una de esas situaciones y, por así decirlo, detrás de cada uno de esos gestos de la especie, se formaban o se acumulaban gestos inéditos que debían realizarse después. Cómo suponer que hoy hemos llegado a la meta. Cómo afirmar que no existe nada más allá de lo que vemos. Cómo pensar que nos hallamos en la cúspide de la hisroria y que no nos queda nada por descubrir, que somos perfectos y que toda nueva tentativa de mejoramiento es un sueño imposible. Con la misma lógica hubiéramos podido detener a la prole en cada una de las etapas que hemos indicado. con la misma argumentación hubiéramos podido negar el adelanto y el esfuerzo de veinte siglos.
En todas las épocas y en todas las regiones han existido hombres tímidos o perezosos que se han declarado satisfechos del resultado obtenido, han tratado de hacer de su cansancio una ley común, han pretendido marcar el límite de la audacia humana, y han tratado de poner ante las muchedumbres una barrera de imposibles. Todos los que pretendían ir más allá eran considerados como dementes. De dementes fueron motejados los que bajo el feudalismo soñaban la monarquía constitucional, de dementes fueron acusados los que bajo la monarquía constitucional entreveían la república.
Pero la humanidad trae en sus flancos tanta savia acumulada, tanto vigor invencible, que siempre ha rebasado por sobre los límites que pretendían imponerle y ha continuado, tenaz e imperturbable, su maravillosa ascención. Si la ascención hubiera concluído, estaríamos ya en la cumbre en que no existe el mal.
Pero queda aún mucho por hacer.
La sociedad en que vivimos es esencialmente imperfecta. fuerza es empuñar de nuevo el báculo y reanudar la ascensión por los caminos obscuros y desiguales de la montaña abrupta en cuya cresta luminosa creemos entrever la Justicia.
Nadie se atreverá a sostener que vivimos en el mejor de los niundos; nadie se arriesgará a afirmar que todo está perfectamente dispuesto. Por el contrario, todos convienen en que nuestra organización deja mucho que desear, porque, a menos de tener un corazón de bronce, ningún hombre puede mirar con desdén el dolor de sus semejantes.
Cuando nos dicen que hay seres que, mediante un salario miserable, trabajan doce horas diarias en las entrañas de la tierra y agonizan y sufren, para extraer el carbón que pone en movimiento nuestras máquinas y alimenta el vientre rojo de nuestras cocinas; cuando sabemos que el hambre, vencedora de todos los escrúpulos, obliga a una legion de madres infelices a abandonar a su prole, a dejar de alimentar personalmente a sus propios hijos, para ir a engordar con su sangre a los hijos de los favorecidos por la suerte. cuando sabemos que la mensa mayoría de los hombres vive, sufre, trabaja, da la saria de su cuerpo y de su espíritu para que una pequeña minoría puede gozar y triun.
far en la abundancia. cuando comprendemos que mil atávicas supersticiones filosóficas, políticas y sociales retienen a la casi totalidad de los seres humanos en un estado inferior, atado a coses cuyo valor es colivenciaMil y que las que las Biblioteca Nacional de Colombia