AnarchismSyndicalismWorkers Movement

Año. Buenos Aires, 16 de Octubre de 1920 Núm. SPARTACUS REVISTA DE ACTUALIDAD SOCIAL Los anarquistas y el movimiento obrero CeDine Es necesario esquivar el peligro de confundir el movimiento anarquista con las diversas organizaciones obreras y el anarquismo con el sindicalismo.
Observemos el fondo de la cuestión.
Cualquier movimiento de resistencia y de lucha contra los patrones tiende a despertar en los trabajadores la conciencia de la injusticia de que son victimas, los impulsa a desear y a pretender condiciones de vida siempre me.
jores, les hace experimentar la fuerza que proviene de la unión y de la solidaridad, pone en evidencia y exaspera el antagonismo de inte reses existente entre aquel que trabaja y aquel que hace trabajar y es, en consecuencia, disposición y preparación para la total transformación social que nosotros anhelamos.
Pero con todo esto, el movimiento obrero no es en sí mismo revolucionario ni podria el solo llevarnes a la revolución.
A1 contrario, si le falta la obra de los hombres y de los partidos que se inspiran en ideales superiores a los intereses inmediatos y que sólo se sirven del movimiento obrero co mo medio para propagar sus ideas y arrastrar a las masas a la lucha definitiva y radical contra las instituciones vigentes, la organiza.
ción obrera se convierte fácilmente en un elemento de conservación social, de acuerdos y colaboración entre las clases. Tiende además a crear una aristocracia y una burocracia obre.
ra que concluiría por formar una nueva clase privilegiada, dejando a las masas en un estado de comprobada inferioridad.
Pruebas abundantes de esta degeneración del movimiento obrero las tenemos en América, en Inglaterra, en Francia, en Alemania y también en Italia, con la Confederación General del Trabajo. siempre se ha dado el caso que las organizaciones obreras, surgidas por obra de hombres inspirados por un deseo ardiente de procurar el bienestar para todos y animados por un gran espíritu de sacrificio y en consecuencia necesariamente revolucionarios, a medida que se han fortalecido se han degenerado también, porque se ha desarrollado en ellas el espíritu de corporación. Los intereses específicos de la organización han sido antepuestos a los intereses generales; las pequemas ventajas inmediatas, conseguidas fácilmente, han sido preferidas a las grandes conquistas futuras que reclaman tantas luchas y tantos sacrificios.
La cosa se explica fácilmente.
Una organización obrera no puede ser compuesta solamente por obreros emancipados moral e intelectualmente que tengan un programa ideológico y luchen por que triunfe. En ese caso, la organización sería simplemente un duplicado de las varias agrupaciones politicas y resultaria inútil, sea como medio de lucha actual contra los patrones, sea como campo de propaganda.
Cada organización obrera hace un llamado a las masas y procura enrolar en su seno cuanta más gente le sea posible. Por lo mismo es necesario mantenerse en un terreno general y apelar sobre todo a los intereses inmediatos de los trabajadores: pedir esas mejoras que son posibles hoy, no sobrepasar el nivel de las aspiraciones presentes de cada gremio y según las localidades; entrar en arreglos con los patrones y con las autoridades, hacer, en fin, obra de reformistas. el reformismo es una pendiente en fondo de la cual existen todas las abdicaciones y todas las traiciones.
Afortunadamente, hay hombres conscientes del peligro y siempre en guardia: hay masas poseidas de un espíritu rebelde y generoso que desprecian las pequeñas mejoras y están listas para la lucha final; pero el peligro existe y para evitarlo es necesario que en medio y por encima de las organizaciones obreras exista el movimiento politico, la agrupación de ideas cuya finalidad sea la revolución social( anarquista por lo que a nosotros se refiere) y todo lo demás no sea sino un medio. entonces, para nosotros las disidencias y las rivalidades entre las diversas organizacio.
nes tienen una importancia secundaria. Favorezcamos a las organizaciones que más se aproximan a nosotros; combatamos aquellas que traicionan, según nuestro criterio, la car