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Pág. 10 SPARTACUS SPARTACUS Pág. 11 El obrero vive en perpétuo engaño Los marxistas sostuvieron, de acuerdo con el credo del maestro, que únicamente los paises más avanzados en la economia eran los solamente llamados a realizar la revolución social. Rusia no estaba incluida para ellos.
Lenin después de la resolución de febrero de 1917, cambia de pensamiento frente a los acontecimientos, llegando a una coincidencia absoluta con el pensamiento bakouniniano.
Desde entonces hasta ahora se va apartando.
Juan Lazarte. Claro pues. Ninguna religión se presta mejor para que los sibaritas puedan sin riesgo e impunemente esquilmar y desangrar a su antojo al manso rebaño, quien está obligado a bendecir a la mano que le hace el favor de oprimirlo y martirizarlo. el pobre obrero, engañado por Jesús llevó su pesada cruz.
El conflicto metalúrgico en Italia Desde el frontispicio de la sombría historia humana hasta la más reciente crónica de actualidad; desde las lejanas auroras de nuestra sociedad hasta estos desgraciados días; desde las primordiales albas de la civilización hasta el actual progreso, al trabajador se le ha siempre mentido y miserablemente engaiado.
Parece que el hado no hubiese reservado al obrero otro pan más que el eterno veneno de la traición y de la falsedad. Si alguien me encargara de redactar la dolorosa historia del proletariado, yo no dudaría en concretarla en una sola palabra. Engaño.
En el momento en que escribimos estas lineas, a estar a las últimas noticias telegrafi cas, el conflicto de los metalúrgicos italianos, lejos de ser resuelto por la aplicación de las cláusulas del acuerdo de Roma, va a entrar en otra fase de gravedad.
Según parece, los industriales se niegan a cumplir algunas partes del acuerdo respecto al pago de los salarios. De ser cierto esto, los obreros que aceptaron ese famoso acuerdo con tanto entusiasmo y desalojaron las fábricas, seguros de haber obtenido una estruendosa victoria, comienzan demasiado temprano comprender cuánta confianza pueden merecer los tiburones de la industria y hasta donde resulta eficaz la colaboración de obreros y patrones en las fábricas.
No pudiendo adelantarnos a los acontecimientos, haremos unas breves consideraciones sobre el movimiento matalúrgico, según las noticias que de él conocemos hasta el momento de escribir estas líneas.
jar las fábricas ocupadas, defendiéndolas con la guardia roja perfectamente organizada y Malatesta lanzó el proclama, incitando a la resis.
tencia y aconsejando la extensión del movimiento hasta conseguir la destrucción del régimen económico.
Decía Malatesta. Nadie debe dejarse sorprender por las argucias de la burguesía en derrota. El proletariado no debe ceder terreno, bajo ningún concepto porque cada paso atrás es una jornada que se pierde. La retención de las usinas debe ser el pretexto inicial de un movimiento intinitamente más trascendental que ha de quitar toda defensa al gobierno capitalista.
Que los compañeros más conscientes agoten los recursos persuasivos y que no se olvide que tenemos a nuestra disposición armas de primer orden para presentar batalla si se pes obligal.
Los revolucionarios italianos Ja minoria que rechazó el acuerdo demostrarop elbcuentemente la intención de llegar hasta la expropiación de las fábricas, única solución que pueda tener el problema económico, y nosotros confiamos en que la energia de esa minoría no decaerá.
Confiamos en que frente a la actitud enérgica de los 44 mil obreros, cuyo número irá sin duda aumentando a medida que crezca la decepción originada por la aplicación insidiosa del acuerdo, los politiqueros dirigentes abandonen sus posiciones y el pueblo italiano pueda resueltamente encaminarse hacia su emancipación completa.
a Luego los antiguos códigos romanos pasaron en manos de los principes y de las autoridades cristianas, y el Derecho, proclamado en toda parte, no sirvió más que a engañar al pueblo.
En él no se discute más que de propiedad y propietarios, de conquistas y conquistadores.
de privilegios y de privilegiados, y ni una sola vez se habla del pobre trabajador. Sin embargo el ciudadano tenía que quedar satisfecho, porque la humana sociedad estaba regida por el Sagrado Derecho Romano.
Pero la realidad ha sido que la formidable organización legal del capital no hizo sino atar de manos y pies al proletariado, que pasó de heeho a ser el eterno esclavo del capitalista. bajo los auspicios del altisonante derecho Romano, el pobre obrero siguió llevando si pesada cruz.
En los comienzos de la vida, antes que nadie, lo engañó Dios, cuando por boca del aventurero Moisés, le hizo comprender que el tra.
bajo era una condena divina, la que pesaria sobre toda la humanidad. En efecto, los que sudaron, lloraron y perecieron extenuados sobre la amarga cruz de enormes fatigas inremuneradas, no han sido por cierto todos los hombres, sino tan sólo los humildes y mansos obreros. Por siglos y siglos, bajo el sello infame de la esclavitud, produjeron esos pobres parias para el lujo de todos los Moisés, y gimieron y murieron de azotes o de hambre. Pensó alguna vez el pueblo en la sublevación?
No porque el Dios de los sacerdotes le imponía el trabajo como una condena. el pobre obrero, engañado por Jehovás, llevó su pesada cruz.
DIO Como es sabido, el acuerdo de Roma establecía la intervención obrera en el control técnico y financiero y en la administración de las industrias.
Esta es la parte más esencial del acuerdo.
Lo que constituye lisa y llanamente el sistema de colaboracionismo: el privilegio patronal aminorado en cierto modo, quizás más en apariencia que en realidad; el eterno em baucamiento: el último recurso del capital que se ve perdido y concede algunas partículas para salvarse de la ruina total.
Los socialistas dirigentes de la Confederazione Generale del Lavoro. verdaderos muca mos del capital, verdaderos bomberos de la revolución, como los ha definido con frase genial el viejo Malatesta, sugestionaron por cen.
tésima vez a los obreros ingenuos afiliados y los entregaron nuevamente en manos de los capitalistas insaciables.
Pero el elemento obrero revolucionario de Italia, los anarquistas y los sindicalistas re: volucionarios iniciaron en seguida una vioJentísima campaña contra los jefes de la Confederazione que consintieron un arreglo vergonzoso con los industriales y con el gobierno.
Asi que. 000 obe us se susistieron a des Pasando por encima de todas las mistificaciones de la tétrica edad media, donde la peor parte recayó como de costumbre sobre el manso pueblo, llegamos al famoso 89. a la ruidosa proclamación de los derechos del hom bre. Otra mentira y otro engaño peores que los anteriores.
El 89 de Francia no ha sido más que un real triunfo de la burguesia.
Esta se apoderó de los privilegios y de los bienes de la nobleza y del clero; mas al pue.
blo ¿cuáles beneficios se le acordaron?
Ninguno. o, mejor dicho, la libertad. la libertad de seguir trabajando en favor de los nuevos ociosos capitalistas, o de morirse de hambre.
No es por consiguiente extraño que el 89 de Francia sea declamado, festejado y solemni zado por los gobiernos opresores de todo el mundo, porque ninguna mentira ha sido tan traidora y desfachada. Qué le importa al trabajador que los gobiernos estén constituidos por gente de sotana y titulados, o más bien por los no menos ociosos burgueses; qué le importa a quien suda y trabaja que las torres de sus cabildos estén rematadas por las insignias de los Capetos, mas antes que por el tricolor, cuando las mismas leyes raptoras le roban como antes el fruto de su producto, cuando lo expolian y desangran ac sien ie?
Después vino, o hicieron venir en el esce.
nario del mundo a Jesús.
Dijo de redimir a la humanidad, mas en realidad su doctrina no hizo más que desarmar aún más al oprimido. Si te abofetearán, si te martirizarán, si te narán todos los males de la tierra, tú no pienses en defenderte o rebelarte; sufre tu pena, bebe tus lágrimas, traga tu amargura con resignación, porque tus sufrimientos te serán recompensados con prodigalidad en la patria celecte. el blondo Jesús, con su estúpida filosofía de la resignación y de la mansedumbre, ennagó más que nadie al pobre cristo proletario, porque desde entonces el trabajador halló jus.
tificada y lasta deseable toda injusticia y tirania que lo oprimiese, Los Césares, los sacerciotes, los nobles, los patricios, los guerreros, y todos los privilegiados de la tierra, abrazaron poco a poco la nueva doctrina, proclamándoia vorn Aro on del estado Los hombres están destinado a vivir sin religión.
Proudhon. El hombre es el Dios de hoy.
Max Stirner. La irreligión, a sea la anomia religiosa, es el grado superior de la civilización; siendo la duda no sólo un deber, sino la dignidad del pensamiento.
Guyau. La libertad no puede ser más que la libertad toda entera: un pico de libertad no es la libertad.
Ma. Stirner.