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Pág. 14 SPARTACUS SPARTACUS Pág. 15 procedimiento del régimen de la República de los Soviets.
No tan sólo los representantes oficiales abiertamente sobornados por el capital de las naciones vecinas se empeñan, por medio de la prensa de la Europa occidental en demostrar que el sistema del Soviet arruina la economía y destruye, sinó que lo mismo están haciendo aún los socialistas del orden.
En electo, un jefe, Kautsky, en su último libro Rusia. desarrollando la misma calum nia, sostiene que el régimen de los Soviets es esencialmente incompatible con el adelanto económico. Calumnia! Sobre este punto, compañeros, nosotros tenemos el derecho de presentar documentos comparativos, para demostrar que nuestra economía se apoya sobre bases mucho más sólidas que las de la economía europea occidental ¿Qué nos demuestra la economia alemana?
Nada más que una progresiva ruina.
La industria germánica del carbón, está desequilibrada, y sus pozos quedan abandonados y obstruidos uno tras otro; las provisiones de electricidad están empobrecidas; las fábricas Ro cumplen sinó en minima parte a los pedidos recibidos; la desocupación se levanta cada día más amenazadora, y los transportes son un desquicio. Qué diremos de Austria, de este país de confusión, de miseria y sin rumbo?
La economía está en la más absoluta ruina, las calles de sus ciudades quedan más a obscuras que las nuestras.
Las calles están deshechas, los trenes paralizados, en fin, la situacion de Austria no es por cierto mejor que la nuestra. los países vencedores? En Francia, toda la región septentrional, eso es la parte industrialmente más desaarrollada, se halla en absoluta desvastación y ruina.
La metalurgia francesa, la industria textil.
la siderurgia, la industria del azúcar en el territorio de Soisson, todo eso está en la nada, destruido hasta el fondo. Las plantaciones de remolacha en el Norte de Francia se han convertido en verdaderos desiertos a consecuencia de la desvastación de la guerra.
Tendrán que pasar meses y años para que esas regiones vuelvan a ser aptas para la producción.
Bélgica se halla del todo empobrecida. Exceptuando el servicio de carruajes, los demás transportes sufren una crisis espantosa.
Estando a los relatos del americano Vanderbad, en Bélgica los hombres son utilizados como bestias de carga, de manera que, por falta de animales, los atan a los vehículos.
La civilización europea se deteriora doblemente; en primer lugar porque substrae a la producción útil aquellos trabajadores que des tina a las industrias militares, y, secundariamente, porque emplea esas producciones en destruir la obra del trabajo humano.
Asi que la Europa capitalista no ha hecho más, durante cinco años, que destruir su propia economia.
Vandervild, el hombre de negocios ya mencionado, y que es un representante de la firma Morgant, habla del ocaso de Europa, si no interviene la ayuda norteamericana. El afirma que Europa está bajo la parálisis de trabajo. que una atmósfera de inacción general e indolencia pasiva común oprime a todo el mundo. como podría ser de otro modo, cuando, después de largos años de abrumadora tensión de todas las energías, después de todas las bellas esperanzas fracasadas, el proletariado europeo se resigna a volver a los viejos establos capitalistas, a la colosal explotación burguesa. Cómo podría el obrero hallar en si nuevas energias y manantiales de fuerza, encontrán.
dose como dice Vandervild en el morti fero oleaje de extraordinaria haraganería?
Lo mismo, si bien en forma más velada, confirma el más competente representante de la industria francesa.
He ahi que dice el ingeniero francés Jouguet, hablando en nombre de la Comisión Tér.
nica de los ferrocarriles. Durante la guerra los ferrocarriles han pres tado un trabajo colosal. La reconstrucción no se ha completamente verificado; el deterioro no ha sido remediado; las reparaciones indispensables no se han realizado.
Por consecuencia, en todas las reparticiones ferroviarias se acumularon elementos de diselución.
El personal se desgastó lo mismo que el material. No emitió un flujo de nueva fuerzas para llenar los vacíos, y se tuvo que dirigirse a obreros ya jubilados a la milicia territorial, o sea a hombres que no tienen instrucción técnica, La crisis ferroviaria dice Jouguet es principalmente una crisis de impericia.
De esta manera, constatamos hechos que nos revelan históricamente el ocaso espiritual de la industria capitalista.
Los hombres no tienen más energía, ni de cisión, ni voluntad, ni deseos, ni capacidad para sufrir más adelante el yugo capitalista. este representante de los ferrocarriles, el ingeniero Jouguet, dice lo mismo que el ob.
servador americano.
Este nos habla de una oleada de pereza abrumadora; el otro nos habla de cansancio, de abandono, de inercia.
En su última relación él determina el camino y los medios para superar esta crisis, pero nosotros nos damos cuenta exactamente que DIN la Europa occidental no podrá superar esta crisis.
La burguesía, durante el curso de la guerra imperialista, ha sustraído a la clase obrera demasiada energia, muchas fuerzas morales y fisicas, ha defraudado demasiado sus esperan zas y sus aspiraciones, para poder descubrir ahora una nueva fuerza de energía potencial en la misma elase.
La clase obrera europea se demostrará hoy capaz de encontrar en sí misma bastante cantidad de fecunda energía para asumir la res ponsabilidad de la economía en Europa.
Compañeros! Todos estos fenómenos existentes en Europa se manifiestan aqui entre nosotros en forma doble. El compañero Rykow ha dicho como nosotros, en el curso de dos años, hemos sido despojados de las mejores fuentes de nuestras materias primas y de nuestra industria. Hemos sido robados mecánicamente, porque hemos sido violentamente separados de ellas.
Hemos sido aislados de Polonia, por la cuenca carbonifera de Dombrow, que alimentaba principalmente la industria polaca; hemos sido aislados, del mediodía de Rusia que abastecia el 90 oſoo de nuestro carbón, si no se tiene en cuenta la quenca de Pombrow y el carbón importado.
Nosotros importábamos por valor de 500 mi.
llones y el mediodía nos daba 17. 750 millones.
Temos şido aislados de las fuentes que producen la narta, que nos daban cerca de 600 millones de pud.
Nuestra industria se alimentaba por dos tercios de combustible mineral, sólido o líquido.
Separarnos de todo esto, significó minar en el edificio una parte vital de sus cimientos: naturalmente, el edificio sufrió una sacudida de arriba abajo y en parte se derrumbó.
Lo que debe sorprendernos, es que este edi.
licio aun subsista en proporción del veinte o del treinta por ciento y que algunas ruedas del mecanismo estén aun en movimiento.
Nosotros estábamos excluídos del Turkestan, rico de algodón. Nuestros transportes se alimentaban principalmente de carbón y nafta.
Nuestros ferrocarriles gastaban cerca de 500 miñones por año de combustible sólido y li.
quldo. Casi de improviso, todo esto nos fué arrancado. Se puede culpar al régimen? No hablo de cada institución del supremo consejo económico, no de sus órganos, si no del régimen en eonjunto: del poder de los Soviets, de la expropiación de las grandes empresas y de los ferrocarriles. Está en ellos la causa del mal?
Compañeros! La fábrica puede ser capitalista, puede ser propiedad de un individuo o de una sociedad por acciones, puede ser propiedad de un trust, socializada en un periodo de transición, o una parte de la economia comunista; pero, si se le quitan las materias primas, si se le quita el combustible, sus chimeneas no echarán humo ni darán vuelta sus ruedas.
De las cifras que os ha presentado el compañero Rykow, solamente los dependientes del capitalismo, y los charlatanes que especulan so bre la falta de instrucción y de cultura de las masas trabajadoras atrasadas, pueden deducir una conclusión contraria a la economia comunista.
La historia nos enseña, oh compañeros. que el avance de un régimen social a otro se produce a costa de enormes sacrificios, también en el terreno económico. El hombre adelanta lentamente, porque tropieza, cae; algunas veces cae más abajo de donde antes estaba y precisamente entonces vuelve a levantarse.
La humanidad estuvo mucho tiempo sumida en la esclavitud, antes de llegar a poseer la propiedad de la persona.
Permaneció en ese estado hasta que todo Eué suprimido por una ola de barbarie, que barrió la antigua civilización esclavizadora.
Todo esto fué conquistado por la destrucción y la guerra civil. Los obreros y los peones franceses eran, al final de la revolución francesa, más pobres que al principio. Ellos se suble varon a consecuencia de la pobreza y de la opresión que sufrían, pero si esa lucha y la guerra civil y la consiguiente guerra mundial aumentaron la pobreza, crearon también al mismo tiempo las bases para el aumento de riqueza. la Francia burguesa con su potencia y su civilización, ha salido de los dolores, de la miseria y de la pobreza, de esa pobreza deses.
perante que había sido originada por la revolución francesa.
Se recibe la impresión de que la humanidad, esta llamada humanidad conservadora e inmovil, esté sobre una escalera y cuando más alto suba, la escalera se rompa debajo de ella y la humanidad precipite y comience de nuevo a trepar.
Esto sucede en Rusia, en toda la economía universal Esta oh compañeros! es la experiencia del pasado; pero nosotros, ahora, para no perder las perspectivas y el coraje, debemos deducir del carácter y de la significación de la época que entre nosotros se produce un nuevo factor de valor inapreciable: el proletariado consciente, un miembro de la sociedad armónica mente concorde, quien se siente responsable del destino de su país y de su economia. No tenemos más que una república: es el mundo.
TERTULIANO