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Pág. SPARTACUS SPARTACUS Pág. La Revolución a través de la Historia nidad humana, sino que forjan las cadenas de la esclavitud. Abel quiso obstinarse en el Krumirismo y Caín, en homenaje a la libertad y a la verdad, lo suprime. Mejor es un cadáver que una rémora.
Introducida la belleza de la Revolución en el mundo, las varias mitologias y composiciones poéticas nos enseñan con prodigalidad, que toda vez que se quiso llamar en la sociedad la justicia, el progreso y la verdad, no hubo otro remedio que acudir a la rebelión y a la violencia.
La historia humana, la verdadera historia de la grandeza humana, coincide exactamente con la cronología de las Revoluciones.
Muchísimos envenenados de intento por las insidiosas enseñanzas de las escuelas, de las iglesias, de las conferencias, de la prensa, Jibros, folletos, teatros y toda institución burguesa creen que la Revolución signifique crimen, delito, ruina, iniquidad, o, por lo menos, una monstruosa acción dañina engendrada por cabezas exaltadas. Nada de más falso. La Revolución es Justicia, progreso y verdad.
Sin la Revolución el mundo quedaría aún bajo la tiranía de Jehovás, quedaría a los bordes de la civilización, quedaria a obscuras de toda la labor científica.
En los comienzos simbólicos de la humani dad. Dios habia concedido a la conciencia del hombre el sólo derecho de comer y fecundar, imponiéndole el deber de la más absoluta ciega e iracional obediencia.
Un rotundo y explicito veto divino impedía a la mente humana de acercarse a la sabiduría, y a la ciencia. En todo instante en que el hombre se hubiese atrevido de arribar al árbol de la ciencia, se haria acreedor a la pena de muerte, y a todo mal en la vida suya y de la especie, Pero, a pesar de tamaña amenaza, el hombre gritó el non servíam. es decir, no obedeceré. los lejanos padres se rebelaron a la pre.
potencia del Dios tirano, cobijándose bajo las alas de la ciencia.
En ésta leyenda biblica resplandecen dos he.
chos: el instinto opresor y oscurantista del dueño, y el no menos natural deseo de la libertad en los oprimidos. Así vemos que la primera página de la humanidad se abre con un acto de solemne y atrevida rebelión.
De un lado el terrible Dios, topoderoso, que disponía de todos los privilegios y de todos los poderes; del otro la primera pareja humana, sola, desamparada, sin recursos, sin armas, sin medios, sin nada.
Sin embargo, el hombre se irguió sobre su voluntad, y, blandiendo la única arma de su sola conciencia, se opuso enérgicamente a la tiranía del topoderoso, y se rebeló de todo punto. La vida humana empieza con un acto de Revolución, a la cual debemos si el poder ti.
ránico de la teocracia no haya nunca podido afirmarse definitivamente sobre los hombres.
Sacudido en sus cimientos desde aquella Revolución, el trono de Dios tenia que derrumbarse, y se derrumbó. La proverbial magnificencia del pueblo helénico no brilla cuando impera la prepotencia de los oligarcas y de los tiranos, sino tan sólo en los períodos en que el pueblo partecipaba directamente a la vida nacional, Solo entonces prosperaron las letras, las ciencias, las artes y de tal manera que, después de muchos siglos, la historia del pensamiento y de las artes no ha hallado nada que se pueda comparar a la sublimidad griega.
Para limitarnos a las épocas más conocidas, no hay ninguno que no pueda admitir que el triunfo del comunismo cristiano se deba principalmente a la actitud revolucionaria de los primitivos cristianos.
El paganismo era el pedestal del estado romano, y los cristianos, no tan sólo repudiaban rotundamente el culto de los patrios dioses.
sino que los ultrajaban y derribaban de sus altares. Algunos historiadores sostienen que el incendio de la capital del mundo se debe atribuir a la violencia cristiana; y muchos tratadistas atribuyen la caída del imperio, más que a nadie, a la cooperación de los cristianos inteligentes en consuno con los bárbaros.
De todo modo queda bien claro que el comunismo cristiano constituye un acto de rebelión a las constituciones romanas, y si la civilización del mundo se llama civilización eristiana, es a la Revolución a quien se la debe.
Se necesita leer la historia al revés, para no convencerse que la libertad, el progreso y la verdad no son más que los frutos exclusivos de la Revolución. La Revolución es un fenó.
meno humano, es la vida fisiológica de la sociedad, es la condición del bienestar de la especie. Donde no brilla el espíritu revolucionario duerme la vileza de la sumisión.
Cristo dijo que había venido al mundo no ya para traer la paz, sino para traer la guerra. Quién teme a la Revolución? Los parásitos que ven en su llegada el derrumbe de sus únicos privilegios. Quién odia a la Revolución?
Los criminales que saben que en los tribunales revolucionarios no se puede calcular con la corrupción y el favoritismo de los jueces.
La Revolución es nobleza de pensamiento y belleza de acción pronta, generosa y valiente.
Espartaco, desde el seno de la esclavitud romana, se pone a la cabeza de todos los opri.
midos y se levanta contra los Césares.
Pompeyo lo mató, mas no suprimió el espíTitu revolucionario porque la verdad es inmortal. Cristo lo han muerto, mas su vida triun16. Bruno lo quemaron, mas la libertad de pensamiento se propagó en el mundo. Casement la fusilaron, mas hoy la Irlanda se agita en su nombre y para que seguir, si todo el mundo sabe que la Revolución es fisiológica necesaria en la sociedad humana, mientras que la reacción conservadora es patológica y fatal. Cada idea cuenta a millares sus mártires; el dolor es inherente al alumbramiento de lo futuro por lo presente; la lucha es inevitable: el que posee resiste; lo que viene debe conquistar, y solo por derecho de conquista y después de reñir bravas batallas han conseguido enseñar las ideas y dictar sus preceptos a los codificadores y a los gobernantes.
Desde la aparición del cristianismo hasta nuestros días el progreso se ha cumplido revolucionariamente, y el hierro y el fuego han sido sus propagadores y la sangre su bautismo.
Estos renglones pertenecen no ya a un deseabellado. exaltado, sino al gran deista e historiador Azcárate, reproducidos, nada menos, que en el Diccionario Enciclopédico HispanoAmericano Los que detractan a la Revolución ignoran que sin ésta la humanidad viviría aun en el salvajismo. Si todos los hijos caminaran sobre tas huellas de sus padres, el progreso no existiria. Hacer lo que no han hecho nuestros padres, es rebelión, y la rebelión es la Revolución.
Los sofistas, interesados en mantener el statu quo de las cosas, pretenden sostener que el progreso humano puede realizarse sin necesidad de la Revolución, por el solo medio de la evolución. Pero ésta palabra evolución no es más que una palabra porque en la realidad no existe. La historia nos enseña que durante los largos períodos de paz, la humanidad, en lugar de avanzar, ha quedado estacionaria, cuando no ha retrocedido. La honda quietud de la edad media ha sido la agonía de la humanidad entera. Las letras, las ciencias y las artes quedaron de todo punto suprimi.
das. El Renacimiento en las artes es una Re.
volución antiteológica; el nacimiento de las ciencias experimentales es una Revolución an.
titeocrática; el derecho del hombre es una Revolución antireligiosa de la política. Ninguna conquista se ha realizado en el mundo sin la Revolución, o su amenaza. Los reyes y los papas, los gobiernos y los privilegiados no conceden nada, sino bajo la violencia.
Todas las pequeñas mejoras que la clase obrera ha de poquito a poco, alcanzado en estos últimos tiempos, son obra de las huel.
gas o tentativas de huelga, es decir, un procedimiento revolucionario.
El progreso pues no es más que Revolución.
Lo nuevo para realizarse tiene, ante todo, que derrumbar de sana planta a lo viejo, por que de otra forma lo viejo envenenaría desde su principio a lo nuevo. El progreso es así saltuario en la vida de los pueblos, es decir, que se realiza por saltos, los que son naturalmente siempre violentos. No se salta con la misma calma con que se camina. El salto es la violencia, la violencia es Revolución, y por ende, la Revolución es la teoría del progreso humano.
La Revolución no es por sí misma mala; lo que la hace mala es la reacción conservadora.
Espartaco no habría llenado de desolación las provincias italianas sin la reacción de los Césares; los cristianos no habrían derrumbado al Imperio sin la reacción del poder conservador; la Revolución francesa no hubiera llegado al terrorismo de la Convención sin la reacción de los gobiernos europeos.
La Revolución es necesaria y benéfica: el mal está todo en sus enemigos.
Si miramos la historia de cada pueblo, vemos que toda su vida no ha sido más que una constante sucesión de grandes o pequeñas Revoluciones, y de cada nación podría decirse lo que Montesquieu decia de su tierra. Las Revoluciones en Francia se suceden cas da diez años.
Es la Revolución que destruye la opresión de los Estuardos en Inglaterra, y es la Revolución que haciendo añicos la corona de los Capetos acaba en Francia con la monarquia, y amenaza a todos los monarcas del mundo.
DAMA La segunda página de la historia legendaria humana, se afirma con otra Revolución.
Cain busca de persuadir al hermano Abel de que la idolatría y la superstición religiosa constituyen, no tan sólo un atentado a la dig.
El maximalismo de Renan. En tanto que el nombre clama por el Yo y lo Mio, sus obras serán como la Nada.
RABINDRANATH TAGORE. repitámoslo: hay en el mundo otra cosa que la patria. Poema VI, Vers. Renan, Historia de Israel.